GNOSIS
AMOR
CONSCIENTE
Por:
samael aun weor
Indubitablemente,
el amor por el trabajo psicológico es básico.
Al hablar
de “amor” tenemos que ser juiciosos en el análisis.
La palabra
“amor”, en sí misma, es un poco abstracta, necesitamos especificarla para saber
qué es eso que se llama “Amor”.
Ante todo,
nos toca consultar un poco el Evangelio Crístico.
El Gran
Kabir Jesús dijo:
“En que os
améis los unos a los otros demostraréis que sois mis discípulos”...
También
hay otra frase del Gran Kabir muy interesante:
“Ama a
Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” o “No hagáis a otros
lo que no queráis que os hagan a vosotros”...
Las
gentes, al escuchar la palabra “amor”, sienten que algo les llega al corazón,
pero como quiera que tienen la mentalidad en estado subjetivista, como quiera
que no han dado objetividad a su pensamiento, no captan la honda significación
de tal palabra.
Es
necesario e inaplazable entender lo que es “amor”.
Aquella
frase de: “No hagáis a otro lo que se os haga a ti mismo”, podría ser traducida
así:
“Haceos
conscientes de los otros, es decir, de tu prójimo y de ti mismo”.
O aquella
otra: “amaos los unos a los otros como yo os he amado” podría ser traducida
así:
“Haceos
conscientes de los otros y de ti mismo”.
Aquella
de: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” podría ser
traducida como:
“Haceos
conscientes de la Divinidad que en hay en vuestro interior y del prójimo, y de
ti mismo”...
Así pues,
necesitamos hacernos conscientes de eso que se llama “amor”, que podría
traducirse como “conciencia”.
¿Cómo
podría uno amar a sus semejantes, es decir, comprenderlos, si uno no es
consciente de sus semejantes?
Debemos
hacernos conscientes de nuestros semejantes, si es que verdaderamente queremos
comprenderlos y solo comprendiéndolos sentiremos por ellos amor.
Pero para
podernos hacer conscientes de nuestros semejantes debemos hacernos consciente
de sí mismo.
Si un
hombre no es consciente de sí mismo, ¿cómo va hacerse consciente de sus
semejantes?
Y si no es
consciente de sus semejantes, ¿cómo podría comprenderlos?
Y si no
los comprende, ¿cuál será su conducta en relación con ellos?
Esto es
importante...
En el
Trabajo Esotérico Gnóstico tiene que haber afecto por el Trabajo, pero no
podría haberlo si no lo comprendiéramos;
Comprensión
es fundamental.
Hay tres
clases de amor.
Existe el
amor puramente sexual, existe el amor puramente emocional y existe el amor
consciente.
¡Amor es
ley, pero amor consciente!
Muchas
gentes se entienden por el sexo nada más, esto es amor sexual.
Otras hay
que tienen su centro de gravedad en la emoción, es decir, cultivan el amor
meramente emocional.
Tal amor
emocional entre dos personas indubitablemente gira hacia el odio o viceversa;
es inestable, está lleno de amarguras, pasiones y celos, etc., por tanto no
podría calificarse como amor juicioso en el sentido completo de la palabra.
Incuestionablemente,
sólo el amor consciente merece nuestra veneración, pero para que exista el amor
consciente se hace indispensable, ante todo, trabajar sobre sí mismo, para
eliminar de sí mismo los elementos psíquicos indeseables que en nuestro
interior cargamos.
De lo
contrario no habría amor consciente en nosotros.
¿Cómo
podría tener amor consciente alguien puramente emotivo?
¿Un sujeto
X-X lleno de celos, etc.?
Para que
ese amor consciente nazca hay que eliminar los elementos de la pasión, los
celos, las riñas, etc..
Hay que
eliminar elementos puramente sensuales, etc…
Aprender a
colocarse siempre en el punto de vista ajeno.
¡Cuán
difícil es aprender a colocarse en el punto de vista ajeno! ¡Cuán difícil!
Quien se
eleva, quien aprende a sentir amor consciente, sabe colocarse en el punto de
vista ajeno.
Aquello
de: “No hagáis a otros lo que no queréis que os hagan a vosotros” debe
traducirse:
“Haceos
conscientes de los demás y de ti mismo”.
Si uno no
se coloca en el punto de vista ajeno fracasa totalmente, no llegará a amar
conscientemente jamás a nadie.
Pero para
colocarnos en el punto de vista del ajeno tenemos que dejar de lado el amor
propio.
Desgraciadamente,
las gentes han sido fabricadas con el modelo del amor propio.
Es obvio
que nosotros debemos, capa a capa, ir eliminando de sí mismo los distintos
aspectos del amor propio.
Gran parte
de eso que se llama “amor” (que hombres sienten por la mujer o viceversa), en
el fondo no es más que una extensión del amor propio.
Es muy
difícil eliminar de sí mismos el amor propio.
El yo del
amor propio debe ser desintegrado, debe ser anulado, debe ser reducido a
cenizas, si es que en verdad nosotros queremos aprender a ver el punto de vista
ajeno.
Normalmente,
nadie sabe ver el punto de vista ajeno; nadie sabe situarse en el puesto de los
demás; cada cual está tan dominado por el yo del amor propio, que ni
remotamente se le ocurre pensar en colocarse en el puesto ajeno, en el punto de
vista de los demás.
Si uno
elimina de sí mismo el yo del amor propio, da un gran paso, y consigue eliminar
aquellos agregados psíquicos que personifican claramente la arrogancia, la
superioridad y la intolerancia, obviamente, realizará avances extraordinarios,
porque la arrogancia, precisamente, eso que nos hace sentir a nosotros personas
muy grandes, que nos hace comportarnos ante los demás de una forma hasta déspota,
es óbice para el despertar de la conciencia.
Una
persona arrogante no podría amar a sus semejantes jamás
¿Cómo los
amaría la superioridad?
¿Qué
diremos de ese Yo de la superioridad?
¿Por qué
hemos de sentirnos tan importantes ante a los otros, ante el prójimo, si
nosotros no somos más que míseros gusanos del lodo de la tierra?
Eso de
superioridad, de creernos superiores a los otros es óbice para el despertar.
En cuanto
a la intolerancia, ésta nos conduce a la crítica, vemos los defectos del
prójimo, pero no vemos los nuestros; “vemos la paja en el ojo ajeno, pero no
vemos la viga en el nuestro”.
Sólo
cuando uno se coloca en el punto de vista ajeno, entonces aprende a ser más
tolerante con el prójimo y como resultado desaparece la crítica destructiva y
perjudicial.
Se hace
necesario, pues, aprender a colocarnos en el puesto de los demás.
Que fulano
de tal robó ¿Estamos seguros nosotros de no haber robado a alguien, jamás?
¿Quién
podría decirlo?
Que fulano
de tal adulteró
¿Estamos
seguros de que jamás en la vida hemos adulterado?
Que zutano
está cometiendo tales o cuales desórdenes ¿Estamos seguros de no haberlos
cometido nosotros?
Claro,
cuando uno desarrolla la tolerancia, esa crítica destructiva desaparece.
Así que se
necesita desarrollar la tolerancia, pero para que la tolerancia se desarrolle
en nosotros, hay que eliminar los agregados psíquicos de la intolerancia, solo
así podrá nacer en nosotros la Tolerancia.
Eso es
claro, completo, en el sentido más trascendental de la palabra.
Uno se
admira de ver cómo se critica al prójimo.
Si nos
colocáramos en el punto de vista del prójimo, si por un momento cambiásemos
nuestra personalidad por la del prójimo, comprenderíamos al prójimo y entonces
no criticaríamos.
Resulta
muy importante aprendernos a colocar en el punto de vista ajeno, en el puesto
del prójimo; eso es indispensable.
Desgraciadamente,
las gentes no saben ver el punto de vista ajeno y por eso fallan
lamentablemente.
Incuestionablemente,
la conciencia es lo interesante.
La
conciencia es amor; amor y conciencia son dos partes de lo mismo.
Si uno se
propone, de verdad, hacerse consciente de sí mismo, se hará consciente de los
demás.
Causa
asombro, por ejemplo, los torturadores del prójimo, aquellos que torturan a
otro.
¡Cuán
inconscientes son!,
Porque al
estar torturando a otros, a sí mismo se están torturando.
Si uno
tortura a otra persona más tarde será torturado.
Eso es el
peor de los negocios.
Uno tiene
que ver todos esos aspectos, si quiere en verdad realizar progresos
extraordinarios en el campo del Ser.
samael aun
weor
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