sábado, 1 de marzo de 2014

AMOR CONSCIENTE


GNOSIS
AMOR CONSCIENTE
Por: samael aun weor

Indubitablemente, el amor por el trabajo psicológico es básico.

Al hablar de “amor” tenemos que ser juiciosos en el análisis.

La palabra “amor”, en sí misma, es un poco abstracta, necesitamos especificarla para saber qué es eso que se llama “Amor”.

Ante todo, nos toca consultar un poco el Evangelio Crístico.

El Gran Kabir Jesús dijo:

“En que os améis los unos a los otros demostraréis que sois mis discípulos”...

También hay otra frase del Gran Kabir muy interesante:

“Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” o “No hagáis a otros lo que no queráis que os hagan a vosotros”...

Las gentes, al escuchar la palabra “amor”, sienten que algo les llega al corazón, pero como quiera que tienen la mentalidad en estado subjetivista, como quiera que no han dado objetividad a su pensamiento, no captan la honda significación de tal palabra.

Es necesario e inaplazable entender lo que es “amor”.

Aquella frase de: “No hagáis a otro lo que se os haga a ti mismo”, podría ser traducida así:

“Haceos conscientes de los otros, es decir, de tu prójimo y de ti mismo”.

O aquella otra: “amaos los unos a los otros como yo os he amado” podría ser traducida así:

“Haceos conscientes de los otros y de ti mismo”.

Aquella de: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” podría ser traducida como:

“Haceos conscientes de la Divinidad que en hay en vuestro interior y del prójimo, y de ti mismo”...

Así pues, necesitamos hacernos conscientes de eso que se llama “amor”, que podría traducirse como “conciencia”.

¿Cómo podría uno amar a sus semejantes, es decir, comprenderlos, si uno no es consciente de sus semejantes?

Debemos hacernos conscientes de nuestros semejantes, si es que verdaderamente queremos comprenderlos y solo comprendiéndolos sentiremos por ellos amor.

Pero para podernos hacer conscientes de nuestros semejantes debemos hacernos consciente de sí mismo.

Si un hombre no es consciente de sí mismo, ¿cómo va hacerse consciente de sus semejantes?

Y si no es consciente de sus semejantes, ¿cómo podría comprenderlos?

Y si no los comprende, ¿cuál será su conducta en relación con ellos?

Esto es importante...

En el Trabajo Esotérico Gnóstico tiene que haber afecto por el Trabajo, pero no podría haberlo si no lo comprendiéramos;

Comprensión es fundamental.

Hay tres clases de amor.

Existe el amor puramente sexual, existe el amor puramente emocional y existe el amor consciente.

¡Amor es ley, pero amor consciente!

Muchas gentes se entienden por el sexo nada más, esto es amor sexual.

Otras hay que tienen su centro de gravedad en la emoción, es decir, cultivan el amor meramente emocional.

Tal amor emocional entre dos personas indubitablemente gira hacia el odio o viceversa; es inestable, está lleno de amarguras, pasiones y celos, etc., por tanto no podría calificarse como amor juicioso en el sentido completo de la palabra.

Incuestionablemente, sólo el amor consciente merece nuestra veneración, pero para que exista el amor consciente se hace indispensable, ante todo, trabajar sobre sí mismo, para eliminar de sí mismo los elementos psíquicos indeseables que en nuestro interior cargamos.

De lo contrario no habría amor consciente en nosotros.

¿Cómo podría tener amor consciente alguien puramente emotivo?

¿Un sujeto X-X lleno de celos, etc.?

Para que ese amor consciente nazca hay que eliminar los elementos de la pasión, los celos, las riñas, etc..

Hay que eliminar elementos puramente sensuales, etc…

Aprender a colocarse siempre en el punto de vista ajeno.

¡Cuán difícil es aprender a colocarse en el punto de vista ajeno! ¡Cuán difícil!

Quien se eleva, quien aprende a sentir amor consciente, sabe colocarse en el punto de vista ajeno.

Aquello de: “No hagáis a otros lo que no queréis que os hagan a vosotros” debe traducirse:

“Haceos conscientes de los demás y de ti mismo”.

Si uno no se coloca en el punto de vista ajeno fracasa totalmente, no llegará a amar conscientemente jamás a nadie.

Pero para colocarnos en el punto de vista del ajeno tenemos que dejar de lado el amor propio.

Desgraciadamente, las gentes han sido fabricadas con el modelo del amor propio.

Es obvio que nosotros debemos, capa a capa, ir eliminando de sí mismo los distintos aspectos del amor propio.

Gran parte de eso que se llama “amor” (que hombres sienten por la mujer o viceversa), en el fondo no es más que una extensión del amor propio.

Es muy difícil eliminar de sí mismos el amor propio.

El yo del amor propio debe ser desintegrado, debe ser anulado, debe ser reducido a cenizas, si es que en verdad nosotros queremos aprender a ver el punto de vista ajeno.

Normalmente, nadie sabe ver el punto de vista ajeno; nadie sabe situarse en el puesto de los demás; cada cual está tan dominado por el yo del amor propio, que ni remotamente se le ocurre pensar en colocarse en el puesto ajeno, en el punto de vista de los demás.

Si uno elimina de sí mismo el yo del amor propio, da un gran paso, y consigue eliminar aquellos agregados psíquicos que personifican claramente la arrogancia, la superioridad y la intolerancia, obviamente, realizará avances extraordinarios, porque la arrogancia, precisamente, eso que nos hace sentir a nosotros personas muy grandes, que nos hace comportarnos ante los demás de una forma hasta déspota, es óbice para el despertar de la conciencia.

Una persona arrogante no podría amar a sus semejantes jamás

¿Cómo los amaría la superioridad?

¿Qué diremos de ese Yo de la superioridad?

¿Por qué hemos de sentirnos tan importantes ante a los otros, ante el prójimo, si nosotros no somos más que míseros gusanos del lodo de la tierra?

Eso de superioridad, de creernos superiores a los otros es óbice para el despertar.

En cuanto a la intolerancia, ésta nos conduce a la crítica, vemos los defectos del prójimo, pero no vemos los nuestros; “vemos la paja en el ojo ajeno, pero no vemos la viga en el nuestro”.

Sólo cuando uno se coloca en el punto de vista ajeno, entonces aprende a ser más tolerante con el prójimo y como resultado desaparece la crítica destructiva y perjudicial.

Se hace necesario, pues, aprender a colocarnos en el puesto de los demás.

Que fulano de tal robó ¿Estamos seguros nosotros de no haber robado a alguien, jamás?

¿Quién podría decirlo?

Que fulano de tal adulteró

¿Estamos seguros de que jamás en la vida hemos adulterado?

Que zutano está cometiendo tales o cuales desórdenes ¿Estamos seguros de no haberlos cometido nosotros?

Claro, cuando uno desarrolla la tolerancia, esa crítica destructiva desaparece.

Así que se necesita desarrollar la tolerancia, pero para que la tolerancia se desarrolle en nosotros, hay que eliminar los agregados psíquicos de la intolerancia, solo así podrá nacer en nosotros la Tolerancia.

Eso es claro, completo, en el sentido más trascendental de la palabra.

Uno se admira de ver cómo se critica al prójimo.

Si nos colocáramos en el punto de vista del prójimo, si por un momento cambiásemos nuestra personalidad por la del prójimo, comprenderíamos al prójimo y entonces no criticaríamos.

Resulta muy importante aprendernos a colocar en el punto de vista ajeno, en el puesto del prójimo; eso es indispensable.

Desgraciadamente, las gentes no saben ver el punto de vista ajeno y por eso fallan lamentablemente.

Incuestionablemente, la conciencia es lo interesante.

La conciencia es amor; amor y conciencia son dos partes de lo mismo.

Si uno se propone, de verdad, hacerse consciente de sí mismo, se hará consciente de los demás.

Causa asombro, por ejemplo, los torturadores del prójimo, aquellos que torturan a otro.

¡Cuán inconscientes son!,

Porque al estar torturando a otros, a sí mismo se están torturando.

Si uno tortura a otra persona más tarde será torturado.

Eso es el peor de los negocios.

Uno tiene que ver todos esos aspectos, si quiere en verdad realizar progresos extraordinarios en el campo del Ser.

samael aun weor




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