CULTURA GRIEGA. TITAN
PROMETEO
La cultura griega ha
sido la que más Dioses ha dado a conocer, la que más historias sobre Titanes ha
guardado y propagado hasta nuestros días.
No en vano se decía
que entre Tesalia y Macedonia, en la parte más árida de Grecia, la erguida
silueta del Monte Olimpo se levanta en una sucesión de centelleantes nieves
eternas y parece elevarse fantásticamente hasta el Cielo.
Sobre esta montaña se
erguía el «Palacio del Rey del Cielo y de la Tierra»: Zeus (Júpiter), cuyos
poderosos rayos resonaban estruendosamente por todo el Universo.
Encima de su cabeza,
en los blancos vapores de las nubes, un águila, símbolo del Logos Solar,
volaba sin cesar.
El politeísmo de la
cultura griega fue muy amplio y sus historias muy ricas en contenido esotérico.
Entre sus Dioses y
Diosas están:
Cronos (Saturno), Dios del
Tiempo, hijo de Urano y padre de Zeus. Su esposa Rea (Cibeles)
Diosa de la Tierra y el Mar.
Hera (Juno), esposa de
Zeus y madre de Hefaistos (Vulcano).
Palas
Atenea (Minerva),
Diosa de la Sabiduría y de la Guerra; en el centro de su escudo estaba la
cabeza de la Medusa que transformaba en piedra a aquellos que la miraban.
Apolo (Febo) el que iba de
un punto a otro del Universo con el «Carro del Sol» que sólo él podía conducir.
Ares (Marte), Dios de la
Guerra.
Hermes (Mercurio), mensajero
de los Dioses y protector del comercio.
Artemisa (Diana), Diosa
de la Caza, recorría los bosques durante la noche escoltada por ninfas
cazadoras.
Afrodita (Venus) que
nació de la espuma del mar, era la Diosa de la belleza y del amor, se casó con
Hefaistos, el más feo de los Dioses.
Hefaistos (Vulcano), el que
forjaba los rayos en compañía de los Cíclopes; algunos ubicaban su fragua
debajo del volcán Estrómboli (Islas Lípari), otros debajo del Etna.
Poseidón (Neptuno) que reinaba
sobre las inmensidades marinas; Tritones y Nereidas formaba su cortejo.
Hades era el Dios de los
Infiernos, se le apodó Plutón, o sea, «el rico» a causa de los tesoros que la
tierra encierra.
Quizás una de las más
BELLAS LEYENDAS de Dioses y Titanes sea la de PROMETEO, el dador de Luz,
el Lucifer blanqueado, el Logos en última instancia, cuya historia vamos a
narrar a continuación:
«Vulcano, el herrero
cojo, avanza por una de las grandes salas del Palacio Divino.
Traía de la mano a
una admirable criatura de mirada inexpresiva.
Esa hermosa aparición
no era una Diosa, ni siquiera una mujer...
Vulcano y sus
Cíclopes habían modelado su cuerpo, mas estaba desprovisto de Alma».
«Zeus la contempló
encantado, como puede contemplarse a una estatua maravillosa.
Entonces Minerva se
le aproximó y con su aliento divino le infundió la vida, y la estatua comenzó a
sonreír, a hablar...
Todos los Dioses se
acercaron y cada uno de ellos le otorgó un don.
Hermes le dio el
nombre de PANDORA (de PAN), que significa todo y de DORON que significa don)».
«Abrumada de joyas,
de telas suntuosas.
PANDORA no había
recibido aún nada de Zeus, cuando éste le ofreció un ánfora cerrada por un
pesado sello y le dijo:
-Mi regalo es más
precioso, es el misterio, la llave de la felicidad...
No trates nunca de
romper este sello, ni de conocer el contenido de esta ánfora.
Eso sería desafiar mi
poder soberano.»
«Muy pronto, el carro
alado de Afrodita condujo a la Tierra a Pandora y sus enormes riquezas.
Allí la bella mujer
contrajo matrimonio con Epimeteo y al principio fueron felices viviendo en un
rústico palacio de Tesalia; pero LA CURIOSIDAD de Pandora, dominada al
comienzo, crecía día a día y a despecho de la promesa hecha, cierta vez en que
Epimeteo estaba de caza, no soportó más y rompió los sellos que cerraban el
ánfora fatal.
«De ella salió un
viento huracanado que derribó a Pandora y como un torbellino escaparon todos LOS MALES,
los dolores, las enfermedades, el odio, etc. y se esparcieron por los infinitos
rincones de la Tierra, sembrando las desgracias, la muerte y el terror.»
«Mientras Pandora,
arrodillada, se retorcía las manos y suplicaba el perdón celeste un pajarillo
de plumas verdes salió del cuello del ánfora, lanzando una alegre invocación;
esta avecilla era LA
ESPERANZA, ¡los seres humanos, iban a necesitarla tanto!».
«Atormentados por el
frío y las fiebres, acosados día y noche por las «fieras» e incapaces de vencer
las tinieblas, la muerte era la único que los humanos podían considerar como un
bien...».
«Pero alguien oyó sus
gritos lastimeros, sus llamados angustiosos; ese era el Titán PROMETEO, hermano
de Epimeteo, el mismo que antaño había ayudado a Zeus a subir al trono
supremo.»
«Una noche Prometeo
escaló el Olimpo, violó las puertas resplandecientes del Palacio Celeste y
hurtó del Carro Solar la llama que debería ser el instrumento de todas las
artes.
Vuelto a la Tierra
ofreció a los mortales este Fuego, que no debía apagarse nunca más y que
cambiaría la suerte de aquel que lo usare.»
«Zeus quiso castigar
tanta osadía y le condenó a un espantoso suplicio.
Ordenó a Vulcano y a
los cíclopes que forjaran una cadena y encadenasen a Prometeo sobre una «roca»
del Cáucaso, en el lugar más apartado para que no oyera ninguna voz ni viera
ningún rostro mortal y sólo pudiera lamentarse y gemir, sin conocer nunca más ni
el sueño ni el descanso.
Para colmo de los
males, un buitre le devoraba el hígado y Prometeo, que no podía morir porque su
víscera destrozada siempre volvía a crecer, soportó esos terribles tormentos
durante largo tiempo.»
«Heracles (Hércules),
hijo de Zeus y de Alcmena le liberó un día, quebrando las cadenas que le tenían
aprisionado a la roca con una gran maza.
El cuerpo martirizado
rodó por el suelo mientras que el espíritu de Prometeo subía hacia la Luz
confundiéndose con ella. »
Ampliaremos este
capítulo con una cita de la tragedia «Prometeo» de Esquilo, padre del teatro
griego, nacido en Eleusis, y que dice así:
«Antaño los hombres
veían sin ver, oían sin entender, y a cambio de sus miserias les di la razón y
los doté de pensamiento.
Les di mí amor.
Parecidos a fantasmas
vivían desde siglos consumiendo a la ventura su larga vida.
No sabían utilizar la
arcilla, ni conocían el trabajo de la madera.
«Como las hormigas,
vivían en el fondo de cavernas oscuras donde nunca penetraba el Sol.
No sabían distinguir
el triste invierno de la florida primavera o del verano abundante de frutos,
actuaban sin reflexión, siempre por casualidad.
«Yo, por fin, les
enseñé el arte de observar el instante exacto en que aparecen los astros y
cuando desaparecen; yo les inculqué la más noble de las ciencias: la de los
números, para ellos he juntado las letras, para la memoria de todas las cosas,
madre de todos los recuerdos.
Fui también yo el
primero que puso bajo el yugo a los animales antes salvajes y ahora obedientes
y dóciles, para que los mortales encontraran así un alivio en sus trabajos.»
He sido yo quien he
ungido caballos a los carros espléndidos y orgullosos de su opulencia.
Nadie más que yo fue
quien inventó esos carros con dóciles alas de lino que ágiles surcan los mares
y los ríos.
Y yo !pobre infeliz!
que tales cosas he inventado para los mortales no puedo hallar una que me salve
de la miseria en que me encuentro.
La leyenda de
Prometeo es una de las más divulgadas y hermosas de la mitología griega pues
como ya escribimos al principio PROMETEO ES LA REFLEXIÓN DEL LOGOS EN NOSOTROS,
Él es el símbolo viviente de LA PIEDRA FILOSOFAL de los antiguos
alquimistas medievales, Él es el mismo Xolotl la sombra viviente del Cristo
Quetzalcóatl Él es El Lucifer del Cristianismo, el Príncipe de la Luz y de las
Tinieblas y que tiene potestad absoluta sobre la Tierra, sobre los Cielos y los
Infiernos.
Prometeo, como rayo,
educador, mentor, entrenador psicológico, resulta ciertamente insólito,
extraordinario, pues Él es quien nos enseña la Sabiduría del Bien y del Mal,
los misterios del Fuego.
Por eso se encuentra
sujeto a la Roca (el sexo).
Sin embargo cuando
blanqueamos al Prometeo, cuando rompemos sus cadenas (Yoes psicológicos)
mediante la maza (Voluntad creadora) Él se eleva hasta fusionarse totalmente
con la Luz. El Cristo Interior, el Logos Solar.
M.P.A.
Tomado del “Círculo
de Investigación de la Antropología Gnóstica”
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