-“EL ÁRBOL DE LA VIDA Y EL ÁRBOL DE LA CIENCIA DEL BIEN Y
DEL MAL”-
"Y había Jehová Dios plantado un huerto en el Edén
al oriente, y puso allí al hombre que había formado; y había Jehová Dios hecho
nacer de la tierra a todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer;
también el árbol de la vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del
bien y del mal".
El Edén es el mismo sexo.
En el Edén están los dos árboles: el árbol de la vida y
el árbol de la ciencia del bien y del mal.
El árbol de la vida es la médula espinal.
El árbol de la ciencia del bien y del mal es la fuerza
sexual.
"Y mandó Jehová Dios al hombre diciendo: de todo
árbol del huerto comerás, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal, no
comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás".
"Un ramo de enormes lirios negros y de flores rojas
estaba colocado en un jarro de plata y encima de un altarcito indio, lleno de
copones de oro y bronce, se alzaba una estatua pequeña y extraña: una especie
de diosa andrógina, de brazos frágiles, torso bien moldeado, caderas
deprimidas, demoníaca y encantadora, tallada en ónix negro purísimo, desnuda
completamente.
Dos esmeraldas incrustadas en sus párpados brillaban de
modo extraordinario, y entre los muslos bien torneados, en el bajo vientre, en
el sexo, burlona y amenazadora, se veía a una pequeña calavera".
El hombre y la mujer nacieron para amarse.
"Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su
madre, y allegarse a su mujer, y serán una sola carne.
Y estaban ambos desnudos, Adam y su mujer, y no se
avergonzaban porque aún no habían comido del fruto prohibido, delicioso a la
vista y agradable al paladar".
Ese fruto prohibido es el sexo.
Empero, la serpiente del instinto sexual era astuta y
dijo a la mujer: "Conque Dios os ha dicho: no comáis de todo árbol del
huerto".
Y la mujer respondió a la serpiente: "Del fruto de
los árboles del huerto comemos, mas del fruto del árbol que está en medio del
huerto, dijo Dios: "No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no
muráis".
Empero, la serpiente del instinto sexual sedujo a la
mujer diciéndole: "Mas sabe Dios que el día que comiereis de él serán
abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal".
En el Edén los seres humanos eran inocentes porque aún no
habían fornicado.
Los hombres y mujeres del Edén comían los frutos del
árbol de la vida, y los cuatro ríos de las aguas puras de vida nutrían a las
raíces de los árboles del huerto.
Los hombres y mujeres del Edén gozaban de las delicias
del amor entre los bosques profundos de un viejo continente que llamaban
Lemuria.
"Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer y
que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y
tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido; él comió así como
ella".
"Y fueron abiertos los ojos de entre ambos, y
conocieron que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se
hicieron delantales".
Así fornicaron y sacóles Jehová Dios del Huerto del Edén.
"Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del
huerto del Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía a todos
lados para guardar el camino del árbol de la sabiduría".
El hombre perdió sus poderes divinos cuando violó el
sexto mandamiento de la Ley de Dios, que dice: "No fornicar".
En los tiempos antiguos los hombres y las mujeres eran
verdaderos magos que tenían poder sobre el fuego de los volcanes, sobre el
viento y los huracanes, sobre las tormentas del mar y sobre los grandes
terremotos.
Cuando el hombre fornicó tuvo que trabajar con dolor
porque perdió sus divinos poderes, y cardos y espinas le produjo este valle de
amarguras.
Antiguamente, cuando el hombre no había salido del Edén,
el acto sexual sólo se verificaba dentro del recinto sagrado de los templos de
misterios bajo la dirección de los ángeles.
Así nacían hombres y mujeres puros entre las espesas
selvas de la Lemuria.
Samael aun weor
Del libro “magia crística azteca”
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