-LAS ESCUELAS GNÓSTICAS-
La Gnosis no es una doctrina nueva creada por El Divino
Maestro JESÚS EL CRISTO, sino que se trata de la antigua Sabiduría que se
pierde en la noche de los tiempos. A través del estudio de esta sublime
enseñanza se comprende que, entre otras cosas, la Gnosis es la fuente original
de toda forma religiosa.
Si investigamos el Cristianismo se comprende fácilmente
que, en sus orígenes, es una religión emanada de esta Sabiduría Inmortal. “Esta
es la Gnosis de Jesús de Nazareth, la Gnosis de los Esenios, de los Peratas, la
Gnosis de la primitiva y verdadera Iglesia Cristiana, que sale al encuentro en
esta Era de Acuario.”
La formación y doctrina de Jesús
Jesús de Nazareth perteneció a la secta de los Esenios,
estudió la sabiduría hebraica y tuvo, durante su infancia, a los maestros
rabinos: Elchanam y Jehosuah Ben Perachiah.
Jesús, en esta desconocida etapa de su vida, aparte de
adquirir profundos conocimientos del Zohar, el Talmud y de la Torah, realizó
numerosos viajes por Europa, perteneció a una Escuela de Misterios del
Mediterráneo y estudió en la pirámide egipcia de Kefrén, además de viajar por
Caldea, Persia, India y el Tíbet.
Ciertamente, fueron tremendos los conocimientos que
adquirió a través de sus numerosos viajes y en las diferentes escuelas
mistéricas de su época. Y fue posteriormente cuando regresó a su tierra para
cumplir la misión más grandiosa de los siglos: abrir públicamente el sendero de
la Iniciación para todos los seres humanos.
Hasta entonces, la Gnosis, la Santa Doctrina Crística, se
conservaba en secreto dentro de los Misterios Iniciáticos de Egipto, Troya,
Roma, Cartago, Eleusis, etc. En estas escuelas sólo podían ingresar a la
Iniciación los sacerdotes de las castas privilegiadas. Allí se impartían las
enseñanzas por medio de representaciones teatrales en las que se narraban
antiguas leyendas divinas y dramas religiosos, uno de los cuales era el “Drama
del Cristo Cósmico”.
Jesús representó el drama de la Pasión Crística en los
templos y más tarde lo vivió dolorosamente, de forma pública, sobre las viejas
calzadas de Jerusalén, la ciudad querida de los Profetas. De esta forma se
abrieron las puertas del templo a todos los seres humanos.
Por lo tanto, la doctrina que el Gran Kabir Jesús enseñó,
no la sacó de su propia cosecha sino que es una doctrina cósmica que existió
antes de él y seguirá existiendo siempre. El gran hecho de Jesús fue haberla
enseñado en forma alegórica, o simbólica, en el mundo físico para que la gente
la comprenda.
Así, actualmente, algunos autores llegan a entender este
hecho, como John Robertson que dice: “El relato evangélico acerca de los
sufrimientos de Jesús, leído con atención, produce una impresión algo extraña:
como si no fuera una obra literaria sino una representación teatral... Algo así
como la escenificación de un acto ritual.”
En los siglos siguientes, las Escuelas de Misterios
cerraron en el mundo físico, mas la síntesis de la sabiduría que atesoraban
quedó reflejada en la doctrina de Jesús.
La renovación religiosa
Hace veinte siglos, con Jesús el Cristo, se originó una
renovación espiritual, apareció una nueva forma religiosa, el cristianismo;
pero lo cierto es que los principios religiosos eran los mismos que siempre
habían existido. En el fondo, todas las religiones atesoran el mismo
conocimiento: la Verdad.
Si hacemos un estudio comparativo de las religiones de
todas las épocas observamos que las formas religiosas se han ido sucediendo
unas a otras a través de miles de años y que contienen, siempre, los mismos
principios inmutables de la Verdad.
Por ello no es de extrañar que, bajo el nombre de
“cristianismo”, se formara nuevamente la organización clerical con los mismos
atributos, ceremonias, mitras y liturgias de religiones anteriores. La forma
religiosa grecorromana se degeneró y murió pero sus principios continuaron con
el cristianismo.
En los últimos tiempos de las religiones que precedieron
al cristianismo, ya las gentes se reían de los mitrados y los sacerdotes
andaban vagabundos por las calles convertidos en titiriteros o pedigüeños,
muchos se hacían pasar por adivinos y eran apedreados en las calles. Las
multitudes no respetaban esas formas religiosas y en consecuencia
desaparecieron.
Es entonces cuando los Eternos Principios Religiosos se
revisten con nuevas formas para iniciar una nueva Era con Jesús el Cristo. Así
nació el cristianismo.
Se puede asegurar que la obra de Jesús fue una necesidad
de la época porque la antigua forma religiosa de los romanos iba hacia su
completa degeneración y muerte. Pero lo que Jesús fundó fue la Iglesia Gnóstica
no la Iglesia Católica que es una desviación, una rama desprendida de la Santa
Gnosis.
La Gnosis en el primitivo Cristianismo
Al investigar en el naciente y primitivo Cristianismo se
descubre la base gnóstica con la que se formó. Necesitamos volver al punto de
partida, regresar a la Santa Gnosis del Hierofante Jesús el Cristo, retornar al
cristianismo primitivo, al cristianismo de la Gnosis”.
La Historia nos explica de las grandes dificultades por
las que pasó el cristianismo primitivo. Dificultades externas con
persecuciones, catacumbas, martirios y luchas internas entre las distintas
corrientes, pensadores y centros cristianos.
A partir del siglo IV se impuso la secta Católica Romana
y ésta rechazó y consideró heréticas las anteriores, las primeras formas del
cristianismo, y se aleja de la primigenia y original que es el Cristianismo
Gnóstico.
La Gnosis, en los primeros tiempos de la Era cristiana,
fue aceptada y valorada muy positivamente, quedando testimonio de ello en
textos evangélicos, Hechos de los Apóstoles, escritos de los Padres de la
Iglesia, etc.
Se puede observar como el término “Gnosis” aparece
traducido como “conocimiento” o “sabiduría” en muchos versículos de los
Evangelios: “Os ha sido dado conocer los misterios del reino de los Cielos”
(Lucas 8,10). “A vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído de
mi Padre os lo he dado a conocer” (Juan 15,15). “...Y esta es la Vida Eterna:
que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero” (Juan 17,3). Etc.
Respecto a los primeros Padres de la Iglesia (Ireneo,
Orígenes, Clemente de Alejandría, etc.) la idea tan extendida de que fueron
enemigos de la Gnosis, es totalmente falsa. Al estudiar sus textos se
evidencia, con sorpresa, que unas veces hablan muy bien de la Gnosis y otras
veces parecen atacarla.
Entonces se comprende que éstos lo que predicaron fue la
verdadera Gnosis y atacaron la que se había falsificado y adulterado por
algunos neocristianos desviados. A continuación se exponen algunas frases donde
esto queda recogido:
“La verdadera Gnosis es la doctrina de los apóstoles”.
Ireneo (Adversus haereses, IV, 33. Pág. 67).
“El verdadero objeto de la fe es la Gnosis”. Clemente de
Alejandría (Stromata, II.11).
“Creer es aceptar el credo, mientras que la Gnosis
equivale a conocer a Dios por vía mística, constituyendo el perfeccionamiento o
último estadio de la vida de la fe”. Orígenes (Comentarium in Joanem. X. 3,7-
Pág.14,373)
Causa original por la que se marginó a la Gnosis
Al pasar el tiempo, parte de los primeros cristianos,
rechazaron la Gnosis porque sólo llegaron a conocer una parte simbólica,
cargada de mitos y leyendas que calificaron de fantasía, y empezaron a negar
que Jesús y sus discípulos tuvieran verdaderas enseñanzas esotéricas.
Pero al analizar los hechos se comprueba que, desde
siempre, todas las religiones, incluido el judaísmo, transmitían parte de sus
doctrinas sólo a individuos seleccionados a través de ritos sagrados, objetos
simbólicos, juramento de silencio, formación de castas privilegiadas, etc.
También el Nuevo Testamento está lleno de elementos
esotéricos (ritos antiguos, símbolos, parábolas, mantrams, milagros, etc.). Por
ejemplo en el Evangelio de Marcos (4,10) se explica la diferencia entre las
enseñanzas que Jesús daba en público y las que daba a sus discípulos más
cercanos:
“Cuando se quedó solo, le preguntaron los que estaban en
torno suyo con los doce acerca de las parábolas; y Él les dijo: A vosotros os
ha sido dado a conocer el reino de Dios, pero a los otros de fuera todo se les
dice en parábolas para que mirando, miren y no vean; Oyendo, oigan y no
entiendan...”
También, los primeros Padres de la Iglesia hablan en sus
escritos de la tradición esotérica del cristianismo:
-Orígenes (en Com. Math. XIV,2): “Los evangelistas
mantuvieron oculta (Apokryphan) la explicación que Jesús daba de la mayor parte
de las parábolas”.
-Clemente de Alejandría (Stromata 13,2;15,2) explica que
existen unas enseñanzas reservadas a unos pocos, transmitidas oralmente y que
constituían la tradición gnóstica: “A Santiago el Justo, a Juan y a Pedro,
confió el Señor, después de su resurrección, la Gnosis; éstos la comunicaron a
los demás apóstoles y los otros apóstoles la confiaron a los setenta, uno de
los cuales era Bernabé” (Hist. Eccl. II 1,3-4. Eusebio de Cesarea)
Así fue como, después de varias generaciones de
cristianos, el rechazo al esoterismo provocó que, en adelante, la Gnosis
cristiana y la enseñanza esotérica sobrevivieran disimuladas y al margen de las
instituciones oficiales de la dogmática ortodoxia romana.
Origen del Gnosticismo
Hoy, ninguna persona culta caería, como antaño, en el
error simplista de hacer surgir las corrientes gnósticas de alguna exclusiva
latitud espiritual. Es obvio que el gnosticismo es anterior a la predicación
del Evangelio y que los principios gnósticos aparecen, casi mágicamente, en
todas las grandes filosofías y religiones antiguas ya que la Gnosis es el
Divino Saber que los Dioses de la Aurora revelaron a los hombres. Por lo tanto,
la Gnosis, es un funcionalismo muy natural de la Conciencia, una “Philosophia
perennis et Universalis”.
Principales Grupos Gnósticos Cristianos del s. I y II
Según Krumm-Heller, estas sectas y escuelas, lucharon
para que el naciente cristianismo conservara todos los misterios de las
antiguas religiones. A pesar de que la Iglesia Católica, a lo largo de la
historia, los calificó de herejes y ha querido olvidarlos, hoy vuelven a
resurgir las investigaciones sacando a la luz aspectos que habían permanecido
escondidos y que nos ayudan a comprender el verdadero esoterismo de la doctrina
cristiana gnóstica.
LOS ESENIOS
Esta secta judía existía ya en el siglo II a.C. y sobre
la etimología del nombre, Filón da dos orígenes posibles, uno del griego
“Oisoi” (los santos) y otro del hebreo “Has´îm” (los silenciosos).
Hasta hace unas décadas se hablaba del “gran enigma de
los esenios” ya que los únicos datos que se conocían se encontraban en algunos
escritos de Filón, Flavio Josefo y Plinio el Viejo. Pero, cuando en 1947,
aparecieron los manuscritos de Qumran, se pudo identificar a los miembros de la
secta del Mar Muerto con los esenios por las coincidencias entre los textos
descubiertos y la documentación existente aportada por los autores antes
citados. Los esenios, ante todo, fueron sabios, en el sentido más completo de
la palabra.
De las investigaciones hechas sobre estos documentos se
puede extraer que los esenios conocieron la sabiduría antigua y se dedicaron a
trabajar sobre sí mismos desde un punto de vista psicológico, es decir, se
dedicaron a la “Muerte del Yo” hasta conseguir el despertar de la Conciencia,
practicando la alkimia sexual y conociendo que la alkimia del amor es la fuerza
maravillosa que despierta los poderes místicos del hombre. También conocían la
doctrina de la resurrección de los muertos que Jesús enseñó y demostró a la
Humanidad.
Entre los rituales que practicaban destaca el del “Ágape
Sagrado” que, posteriormente, el gran Maestro Jesús celebró con sus apóstoles
en la Última Cena. Por lo que, es obvio que Jesús, el Divino Rabí de Galilea,
fue miembro activo de esta casta de místicos que jamás se cortaban el cabello y
estudió en el convento que tenían a orillas del Mar Muerto.
El sistema de enseñanza adoptado por Jesús fue el de los
esenios y es lógico que Marcos, el gran gnóstico evangelista, perteneciera
también a esta secta y cuidara especialmente el ritual de la “Santa Unción”.
Tanto los estudiosos de la Historia, como algunos
Maestros Gnósticos, nos ratifican que los esenios fueron gnósticos al cien por
cien y que sus rituales gnósticos fueron los rituales primitivos de los
antiguos cristianos.
LOS NAZARENOS
Inicialmente, se llamó así a la nueva secta judía
seguidores de Jesús, el nazareno. Palabra derivada de “nazar” (Hombre de nariz
recta; Jesús, en lugar de la típica nariz curvada de tipo judío, tenía la nariz
recta pues por parte de padre era de raza blanca céltica).
La doctrina del nazareno nos invita a la formación de
nuestro Cristo Interior. Pablo de Tarso, gnóstico nazareno, predicó esta
enseñanza cuando llegó encadenado a Roma y la difundió por muchos puntos del
Imperio Romano.
Estudiando cuidadosamente a Pablo, se observa que
raramente alude al Cristo histórico sino que se refiere al Cristo Interior, el
que debe surgir del fondo de nuestro Espíritu, de nuestra Alma.
Pensar que el Cristo Cósmico es solamente un individuo
sagrado llamado Jesuá Ben Pandirá, que se conoció hace dos mil años y que
enseñó la doctrina de los gnósticos, realmente no es comprender a fondo los
Misterios Crísticos. Se sabe por la enseñanza gnóstica que el Cristo es una
fuerza cósmica que se encarna en todo individuo debidamente preparado, como lo
fue Jesús, y que inútilmente habría nacido, muerto y resucitado Jesús sino
naciera, muriera y resucitara en nosotros también. Esta es la doctrina, la
naturaleza del “Salvator Salvandus”.
La Gnosis, a través de los tres factores de la revolución
de la Conciencia, enseña todas las claves para comprender al Cristo, para
celebrar, algún día, la “Navidad del Corazón”.
El Maestro Huiracocha (Krumm-Heller), en su libro “La
Iglesia Gnóstica”, explica que los esenios tenían como objeto sagrado un cáliz
en el cual tomaban una mezcla de vino y agua y que jamás faltaba sobre los
altares el símbolo de la serpiente.
Los nazarenos también eran conocidos como bautistas,
sabeanos y cristianos de San Juan. Los gnósticos bautistas aseguraban que el
verdadero Mesías era Juan y que Jesús tan sólo era un iniciado que quiso
seguirlo, por lo que surgieron disputas entre bautistas, esenios y otros grupos.
El error de tales gentes consistía en la absurda creencia
de que el Kabir Jesús no era el Hijo de Dios sino sencillamente un profeta que
quiso seguir a Juan.
Orígenes explicaba: “existen algunos que dicen de Juan el
Bautista que él era el Ungido (Christus)”(Vol. II Pág.150). “Cuando las
concepciones de los gnósticos, que veían en Jesús el Logos y el Ungido,
empezaron a ganar terreno, los primitivos cristianos se separaron de los
nazarenos porque acusaban a Jesús de pervertir las doctrinas de Juan y de cambiar
por otro, el bautismo del Jordán” (Codex Nazarenus II, Pág.109).
No está de más aseverar, con gran énfasis, el hecho
transcendental de que el Bautista era también un “Christus”.
PERATAS o PERATICENOS
Se les considera como una de las escuelas o sectas de la
Gnosis de los primeros siglos. El conocimiento que se tiene de ellos es a
través de los “Philosophumena” o “Refutación de todas las herejías”, libros
atribuidos a Hipólito, aunque suelen agruparse entre las obras de Orígenes. En
estos libros se explica que el nombre de “peratas” se debía a que eran los
únicos que podían pasar (“perasai”) a través de la corrupción de la época.
La doctrina de los peratas, leída a la “letra muerta”,
resulta algo caótico y fantástico por estar llena de simbolismos y mitos. Por
medio de autores como Krumm-Heller, sabemos que estos gnósticos eran de una
alta moral y conocían los grandes secretos de la Naturaleza.
Su doctrina se basaba en la división del mundo en un
trío: la primera parte de esa tríada es la Perfección o “Dios Causa”, la
segunda es el mundo Astral y la última el mundo físico o visible. Desde el
mundo superior se esparce toda semilla para que fructifique en el mundo físico
y entre ambos mundos existe un mediador, el Crestos, por cuyo auxilio es
posible llegar a la perfección.
Este mito recuerda a muchos otros, como el utilizado por
Platón o por la Kábala hebraica que explica el origen de la vida en los Mundos
Superiores pasando por diferentes esferas hasta llegar al mundo físico y desde
el que se necesita de la Gnosis y del auxilio divinal para reconquistar aquel
mundo o estado superior del que caímos.
Los peratas cantaban a la belleza y decían que su secreto
está en lo “masculino-femenino” que, aprovechado debidamente, nos mantiene
siempre jóvenes. Afirmaban que existen dos formas de nacimientos, del primero
salen hombres condenados a muerte y del segundo, de la concepción del Espíritu
Santo, salen ángeles, por lo que consideraban que el deber del hombre es evitar
la concepción carnal y lograr la espiritual. El paso del hombre carnal al
espiritual lo relacionaban con el paso del pueblo de Israel por el Mar Rojo, a
la vez que daban gran importancia a la continuación del pasaje bíblico donde
Moisés mostraba a su pueblo la serpiente sobre una vara.
Es decir, los peratas, enseñaban a sus adeptos los
Misterios de la Serpiente, que ha de ascender por el canal medular de todo
iniciado mediante el Gran Arcano A.Z.F.
NAASENOS
Este grupo es una variante de las sectas gnósticas en los
siglos I y II, toman su nombre de la palabra hebrea “Nahas” que significa
serpiente. En griego, serpiente es “ophis, por eso los naasenos griegos se
llamaban “ophitas”.
Esta secta tuvo una considerable importancia en los
primeros siglos de nuestra Era. Adoraban a la serpiente y por este motivo se
les consideró heréticos. En sus escritos describen al hombre como un trío de
cuerpo, alma y espíritu. Resulta interesante que, en esta época tan
materialista, la antigua sabiduría nos recuerde cual es nuestra verdadera
identidad: aquello que no tiene fin, el Alma, el Espíritu. Hoy en día, es la
Gnosis de Samael y Litelantes la que nos enseña a tomar conciencia y a
desarrollar las facultades del Alma, para venerar el verdadero Espíritu, a
nuestro Dios interior.
Los naasenos tomaron la forma de su culto de los
egipcios, representando a Hermes con el título de “dador de la razón” ya que
éste comunicaba los misterios alquímicos.
Conocían el poder del sonido y lo empleaban en la magia
sacra. El antiquísimo mantram “Kawlakaw-Sawlasaw-Zeesar” era pronunciado
secretamente (Kawlakaw hace vibrar el hombre espíritu, Sawlasaw hace vibrar la
humana personalidad y Zeesar hace vibrar el astral del hombre).
Eran grandes astrólogos y representaron al dragón
(reflexión del Logos) en una constelación (Draco). Este dragón en su aspecto
superior es el “Aja” hindú, el Prometeo griego o el Lucifer cristiano; el mismo
Logos, el “nacido por sí”. Todo Hierofante (Maestro autorrealizado) es un
verdadero Dragón de la Sabiduría.
SETIANOS
Secta ofítica del siglo II de la Era cristiana. Las
referencias más antiguas de este grupo se encuentran en los escritos de
Hipólito y Epifanio.
Los setianos rendían culto a la Sabiduría Divina. Los
tres hijos de Eva (Caín, Abel y Set), formaban una tríada; donde Caín
representaba a la “carne”, Abel era el “mediador”, y Set el Dios de la
Sabiduría.
Además afirmaban que Cristo y Set eran lo mismo, puesto
que ambos eran Hijos de la Sabiduría.
En el libro bíblico del Génesis encontramos referencias
que pueden aclarar estos aspectos:
“Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un
hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha dado otro
descendiente en lugar de Abel, a quien mató Caín” (Génesis 4, 25).
Caín se alejó de la presencia del Señor y al desaparecer
Abel, quien representa al hombre justo, es sustituido por Set que da lugar a la
descendencia de hombres cumplidores de la Ley de Dios.
Los setianos adoraban la Gran Luz. Decían que el Sol, en
sus emanaciones, era sustancia divina, la cual forma nido en nosotros y constituye
la serpiente.
Ciertamente, el Cristo sin la serpiente nada podría
hacer, por ello el Señor de Perfección, el Logoi íntimo de cada cual, desciende
de su elevada esfera y se hace hijo de la Divina Madre Kundalini, la serpiente
ígnea de nuestros mágicos poderes, por obra y gracia del tercer Logos.
En su doctrina, explicaban que el hombre sólo debía temer
a la Oscuridad y que la Luz, aprisionada por las Tinieblas, trata de liberarse.
Esta lucha entre la luz y las tinieblas es una constante en las antiguas
tradiciones gnósticas y podemos comprobar en nuestras vidas, la necesidad que
tenemos de liberar la Luz de la Conciencia, embotellada en el Ego.
Los setianos representaban, en los misterios, a la Luz
por un anciano; y a la Oscuridad por una mujer joven y hermosa. Los poetas, en
sus odas, cantaban esa persecución...
Esta secta gnóstica tenía, como objeto sagrado, un cáliz
(el Santo Grial) en el cual bebían una mezcla de vino y agua. Tampoco faltaba
sobre el altar el símbolo sagrado de la serpiente y “el discurso de Set” era su
libro sagrado.
JUSTINIANOS
Grupo gnóstico formado por Justino, mártir nacido en
Samaria y del cual se dice que se convirtió al cristianismo en el año 130, tras
pasar por diversas escuelas (pitagórica, aristotélica, platónica...).
En sus enseñanzas, afirmaba que las verdades que aparecen
en la filosofía pagana, tienen su plena expresión en el cristianismo. Escribió
varias obras, muy censuradas y cambiadas por la Iglesia Católica según
Krumm-Heller. Por ser gnóstico, la Iglesia Católica quemó muchas de sus
verdaderas obras y reformó otras sustituyendo nombres, por lo que
evidentemente, la imagen que la Iglesia Católica ofrece de Justino, no tiene
nada que ver con la realidad histórica de éste.
Fue el autor del “Apocalipsis de Baruc”, que dista mucho
de ser el que actualmente se conoce (el verdadero está en poder de varias
sociedades secretas). Según Justino, Baruc fue el Ángel que inició a Jesús en
los Sagrados Misterios.
Justino fue un gran iniciado y su fama llegó a ser universal.
No pudiendo la Iglesia Católica, dada su fama, dejar de explotar su nombre,
guardó sus verdaderos libros y le atribuyó otros bien distintos que jamás
hubiera escrito.
En su escuela, se solicitaba a sus discípulos un
juramento tremendo, por el que se obligaban a no revelar jamás cuanto les era
enseñado sobre los grandes Misterios. Obviamente, Justino participaba y hacía
partícipes a sus discípulos más avanzados de la tradición esotérica gnóstica.
VALENTINIANOS
Valentín fue un gran Maestro de la Gnosis y fundó la
escuela gnóstica más conocida del siglo II. Los valentinianos fueron gentes
dedicadas a los estudios del esoterismo Crístico en todos sus aspectos.
Valentín, alcanzó gran fama en su época y fueron muy
grandes sus luchas por mantener la pureza de la Gnosis Cristiana. Sostuvo que
Jesús fue gnóstico, en toda la extensión de la palabra y que la Iglesia
Católica no podía interpretar las escrituras porque le faltaba la clave
gnóstica.
La Iglesia Católica terminó excomulgándolo por hereje.
Según Krumm-Heller, la herejía consistía en poseer un conocimiento muy profundo
y trascendente, junto con sus acreditadas virtudes; especialmente sus grandes
poderes como mago, despertaron los celos y la ira de sus adversarios.
Sus libros fueron adulterados con el fin de velar su
verdadera doctrina.
Lo más conocido entre las enseñanzas de esta escuela es
el llamado “Mito de Valentín” que sirve como modelo de mito, y queda plasmado,
de una forma más o menos manifiesta, en todo sistema gnóstico definido.
El “mito de Valentín” nos muestra a los treinta Aeones
Pleromáticos surgiendo misteriosos de entre el Espacio Abstracto Absoluto por
emanaciones sucesivas y ordenadas en parejas perfectas. Es decir, del Absoluto
emanan, en parejas perfectas, los creadores del Universo.
Estos Cosmocratores son andróginos perfectos que emanan
del “Agnostos-Theos”, del Dios desconocido que es el Absoluto. Éstos son los
Elohim de la Biblia que vienen a construir el Universo (“Elohim” se traduce
como “Dios” en las variadas versiones que existen de la Biblia, aunque la
traducción correcta sería “dioses y diosas” por ser un término femenino con
terminación plural masculina: “Y el espíritu de los principios masculino y
femenino se cernía sobre la superficie de lo informe y la creación tuvo
lugar”).
En esta escuela gnóstica también se estudiaron y
analizaron cuidadosamente los misterios del sexo. Los valentinianos conocieron
el secreto lemúrico, sublimaron la energía creadora y lograron el desarrollo de
ciertas posibilidades psíquicas que se hallan latentes en la raza humana.
Ciertamente, Valentín fue un gran Iluminado, un gran Maestro en el sentido más
completo de la palabra.
CARPOCRATIANOS
Escuela fundada por Carpócrates en Alejandría, a
principios del siglo II.
Carpócrates, fue un filósofo griego, autor de un sistema
místico-gnóstico con mezcla de elementos de la doctrina platónica y la Doctrina
Gnóstica, en el que se habla muy profundamente de la Mónada o Principio de
Vida, que da forma a todo mundo, organismo, microorganismo, etc.
En sus predicaciones, Carpócrates, aseguraba que Jesús
había desarrollado la clarividencia, de tal manera, que podía recordar todo lo
visto y vivido por él en otros mundos y en otros cielos. Esto se corresponde
con lo que Jesús le dice a Nicodemo refiriéndose a que él (Jesús) sólo habla de
las cosas terrenales o celestiales que ha visto y que los hombres no alcanzamos
a ver ni a comprender. “En verdad, en verdad te digo que nosotros hablamos de
lo que sabemos y de lo que hemos visto damos testimonio. Si hablándoos de cosas
terrenas no creéis, ¿cómo creeríais si os hablase de cosas celestiales?” (Juan
3, 11-12).
Krumm-Heller especifica que este filósofo griego fundó
las primeras escuelas místicas (conventos) del gnosticismo. Algunos de estos
conventos carpocratianos se establecieron en la Península Ibérica en los
primeros siglos.
Carpócrates fue un verdadero mago, enseñando ampliamente
en sus conventos la magia ceremonial. Algunas sociedades secretas aún conservan
conocimientos muy trascendentes de este Maestro y todavía se siguen utilizando
sus fórmulas para la preparación de medicamentos.
Como conclusión se podría decir que en todas las sectas
cristianas primitivas, se observa que brilló resplandeciente la Gnosis, la
doctrina de la síntesis. En todas ellas se estudió profundamente la doctrina
esotérica del Cristo, de la Magia Sexual y de la disolución del Yo. Se deduce
de todo esto que, si los sacerdotes del cristianismo no se hubieran apartado de
la Gnosis primitiva, el cristianismo de estos veinte siglos hubiera sido muy
diferente.
Es el momento de que la Iglesia de Cristo, la que predicó
Jesús, salga de nuevo al encuentro de la Humanidad por medio de la Gnosis del
Maestro Samael Aun Weor y la Maestra Litelantes.
Texto tomado del “Círculo de Investigación de la
Antropología Gnóstica”.
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