CAPÍTULO 11 DEL APOCALIPSIS
He estado meditando profundamente en el sentido esotérico
que encierra el Capítulo 11 del Apocalipsis: "Y me fue dada UNA CAÑA semejante
a una vara, y se me dijo: Levántate y mide el Templo de Dios, y el altar y a
los que adoran en él" (Apocalipsis XI, 1).
Que sabio resulta este versículo cuando pienso en que ese
Templo de Dios, o mejor dijera de "mi Dios" LO VA CONSTRUYENDO UNO
dentro de sus propios mundos internos, conforme el fuego del Kundalini va
subiendo por el centro de la caña semejante a una vara (la columna espinal).
Realmente el Templo del Íntimo hay que medirlo con una
caña.
Es maravilloso ver en los mundos Internos como va uno
levantando su Templo conforme EL FUEGO SAGRADO va subiendo cañón por cañón, a
lo largo de esa caña de nuestra columna espinal.
La cúpula del templo queda concluida cuando el fuego
llega a la glándula Pineal, ojo de Diamante, o centro de la polividencia, donde
reside el loto esplendoroso de los mil pétalos que resplandece como la aureola
de todos los Cristificados sobre sus cabezas.
Aquello de "los dos testigos", también me
parece muy interesante.
Estos "dos testigos" son los cordones nerviosos
llamados por los hindúes: "Ida y "Pingalá".
Estos dos cordones se relacionan con los
"ganglios", y por ellos ascienden los átomos solares y lunares de
nuestro sistema seminal.
"Estas son las dos olivas y los dos candeleros que
están delante del Dios de la tierra".
"Y si alguno les quisiera dañar, sale fuego de la
boca de ellos, y devora a sus enemigos: y si alguno les quisiera hacer daño es
necesario que él sea así muerto".
"Estos tienen potestad de cerrar el cielo, que no
llueva en los días de su profecía, y tienen poder sobre las aguas para
convertirlas en sangre y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces
quisieren" (Apocalipsis XI, 4, 5, 6).
Cuando comprendamos que el fuego sagrado se despierta con
el contacto de los átomos solares y lunares de nuestros "dos
testigos" (los dos cordones ganglionares), y que la espada flamígera es
nuestro mismo Kundalini, entonces entendemos el significado de estos versículos.
REALMENTE, LA ESPADA TIENE PODER CONTRA LOS ÁTOMOS DEL
ENEMIGO SECRETO Y CONTRA LAS POTENCIAS DEL MAL.
Cuando el profeta recibe su espada de justicia adquiere
poder sobre toda la naturaleza.
Los Señores de la justicia, tienen el poder de castigar
el mundo.
En el Edén todos los seres humanos tenían despierto el
Kundalini, y la naturaleza les obedecía, pero cuando el hombre se entregó a la
lujuria sus dos "testigos" pasaron por una muerte mística y EL HOMBRE
PERDIÓ LA ESPADA, y fue echado del Edén.
Los versículos 7, 8, 9, 10 del mismo capítulo 11 están
dedicados a cantar ese conocimiento.
"Y cuando ellos hubieren acabado su testimonio, la
bestia que sube del abismo, hará guerra contra ellos y los vencerá y los
matará".
"Y sus cuerpos serán echados en las plazas de la
grande ciudad que espiritualmente es llamada Sodoma y Gomorra, donde también
nuestro Señor fue crucificado" (Apocalipsis XI, 28).
Sodoma es fornicación por la cual nuestro Cristo, el
"Astral" está crucificado, y la gran ciudad es Babilonia la grande,
la corrompida civilización en que vivimos.
Sin embargo, nuestros "dos testigos"
resucitarán y el hombre se transformará en ángel, y adquirirá nuevamente sus
antiguos poderes.
"Y después de tres días y medio el espíritu de vida
enviado de Dios, entró en ellos y se alzaron sobre sus pies, y vino gran temor
sobre los que los vieron" (Apocalipsis XI, 11).
Los tres días y medio corresponden al tercer grado del
poder del fuego, y a la tercera Iniciación de misterios mayores.
Al llegar a la tercera gran Iniciación, el astral o
Crestos mediador adquiere todos sus poderes perdidos. (Resucita al tercer día
de entre los muertos).
"Y el Templo de Dios fue abierto en el cielo, y el
arca de su testamento fue vista en su templo, y fueron hechos relámpagos y
voces y truenos, y terremotos y grande granizo" (Apocalipsis XI, 19).
Éstas han sido hoy mis meditaciones, y pienso así:
¡Qué necios son los hombres!: si ellos supieran lo que
pierden cuando van a fornicar, en lugar de ir riendo, irían llorando.
Del libro “APUNTES SECRETOS DE UN GURÚ”. Cap. 1
Por: Samael Aun Weor
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