PURIFICACIÓN DEL CENTRO EMOCIONAL
Un hombre no puede adelantar ni un solo paso en su
desarrollo a menos que empiece a observar y luchar contra las emociones malas.
Todas las malas emociones —esto es, todas las emociones
negativas— son inútiles.
Cada una lleva su propio veneno.
En el fondo de todas esas emociones se agazapan la
violencia y la adoración de sí.
El Centro Emocional, que deberá transmitirnos las
influencias del Trabajo casi continuamente, salvo durante breves períodos que
hemos de soportar, no lo puede hacer si estamos dominados por emociones malas.
Si el Centro Emocional no produce otra cosa que estados
negativos, si nos nutre continuamente con diferentes combinaciones de esos
estados negativos, se opone a cualquier posible crecimiento de Ser de lo cual
de otro modo seriamos capaces.
Conviene hacer una lista de las emociones negativas.
En esa lista se puede incluir los diversos estados de
depresión, las distintas clases de auto-compasión, las variadas clases de
resentimiento persistente, del sentimiento de no ser bien tratado, y también es
preciso incluir las muchas clases de odio, las muchas formas desagradables de
la satisfacción de sí y del desprecio de los otros, y en especial se ha de
incluir el sentimiento de merecimiento, la menos limpia de todas las emociones
y una que tal vez cierra el camino a todas las influencias de los Centros
Superiores más que cualquier otra emoción.
En el Trabajo se hace especial hincapié en la
purificación del Centro Emocional.
Les recuerdo aquí que si bien es útil hacer una lista de
las emociones negativas, tanto las que se han observado en las otras gentes
como las que se han observado en uno mismo, la única cosa que nos puede decir
en qué momento somos negativos es la facultad que el Trabajo denomina SABOR
INTERIOR.
Cabe considerarlo como el comienzo de la Conciencia Real.
Durante mucho tiempo la gente goza de sus estados
negativos, goza del sabor de dichos estados.
A veces pasan muchos años antes que a una persona le disguste
ser negativa, aunque sea ligeramente.
Entonces empieza a saborearlos —a conocer el sabor de los
Estados negativos— y así a reconocerlos- por ese órgano interior del sabor que
no está volcado hacia la vida exterior sino hacia nuestro propio mundo
interior.
Algunas emociones negativas son muy maliciosas: tienen un
sabor muy pronunciado: conviene reconocerlas y arrancarlas de cualquier
justificación de sí que las cubre y ver así qué son en realidad.
La vida emocional de un hombre y de una mujer queda completamente
destruida por la presencia de estas diversas formas de emoción negativa.
¿Cómo se puede esperar de gentes que desde su primera
niñez han imitado y absorbido toda clase de emociones negativas el entablar
amistad?
Lo extraordinario es que a veces la gente se forja
maravillosas imágenes de sí a este respecto.
Se imaginan que son amables y tolerantes, de trato fácil,
bondadosas y magnánimas, etc.
Lo que no ven es que bajo todas esas cosas hay gran
cantidad de emociones negativas, mucha charla interior, no sólo en ellas mismas
sino también en la persona con quien creen estar en tan buenas relaciones.
Creo que esto explica las extrañas expresiones que a
veces se ven en la cara de la gente.
En otras palabras, tales gentes creen que pueden hacer, y
se atribuyen todo el mérito a sí mismas. No, es preciso confrontarse a sí mismo
con mucha más sinceridad y no dejar nuestra vida emocional en la oscuridad.
Los estados negativos surgen mecánicamente, provocados
directa o indirectamente por alguna circunstancia exterior, por algo que se
dijo o no por algún incidente trivial.
El Sr. Ouspensky nos dijo una vez dos cosas sobre las
emociones negativas que me sorprendieron mucho en aquel momento.
Dijo que la gente si tiene que hacer frente a una grave
crisis, por lo general no es negativa. Sólo las cosas sin importancia de la
vida son las que ponen de manifiesto los estados negativos.
La otra cosa que dijo es que lo que nos irrita en las
otras personas es por lo general su mecanicidad.
Al menos lo mencionó como una fuente de estados
negativos.
Dijo que olvidamos que las gentes son máquinas y hacen y
dicen constantemente las mismas cosas y se comportan de la misma manera y
expresan los mismos pensamientos, pero que no nos damos cuenta sobre todo que
nosotros mismos somos máquinas y que nuestra reacción de irritación es tan
mecánica como la cosa que en la otra persona la puso de manifiesto.
Ver a otra persona como una máquina no es suficiente. Porque
entonces sólo se ve un lado de la cuestión.
Es preciso darse cuenta de la propia mecanicidad.
¿Qué significa darse cuenta de la propia mecanicidad?
Significa un largo y continuo esfuerzo sobre sí y un
constante acrecentamiento de la memoria de Trabajo, es decir, la memoria
especial que empieza a formarse en nosotros por medio de una observación de sí
imparcial, casi podría decirse, una observación impersonal de uno mismo por uno
mismo.
Entonces se logran instantes reales de comprensión de la
propia mecanicidad, de qué clase de máquina es uno.
Esos destellos que permiten darse cuenta de la propia
mecanicidad directamente y no en teoría, esos momentos en que se ve de hecho
que uno se ha comportado de esa manera muchas veces antes, son en realidad
momentos de Recuerdo de Sí.
Algo se desprende de la máquina y está fuera de la
máquina, y es exactamente ese estar fuera de la máquina por un momento que
procura el sentimiento de Recuerdo de Sí y que en verdad nos da un ligero sabor
del "Yo" Real, porque el sí que habría que recordar, si se pudiera,
no es una máquina.
Tal vez no habría que introducir aquí la idea del
"Yo" Real porque es hablar en términos demasiado elevados.
Convendría más pensar que es un momento de plena
observación y que somos conscientes en el "Yo" Observante que está
examinando la máquina con la cual de costumbre estamos completamente
identificados.
Con todo, como es sabido, el "Yo" Observante,
que es formado por el Trabajo y sus ideas, es el comienzo de la senda vertical
que nos conduce al "Yo" Real.
Ahora bien, para regresar a las emociones negativas: las
emociones negativas son desde luego mecánicas.
Son parte de nuestra maquina tal como es, la que es a
veces llamada nuestra sucia máquina.
Nuestra tarea estriba en limpiar esta máquina sucia, y la
parte más sucia de la máquina es la parte negativa del Centro Emocional que
hemos adquirido por imitación y con la cual no hemos nacido esencialmente.
Tal como lo señaló el Sr. Ouspensky, si hubiéramos nacido
con la parte negativa del Centro Emocional no tendríamos probabilidad alguna de
separarnos de ella.
Si fuera una parte inherente a nuestra maquinaria
psicológica no podríamos arrancarla de nuestra persona.
Las emociones negativas son adquiridas y son
completamente inútiles, mientras que todo aquello con lo cual fuimos creados es
útil.
Este es el punto que es preciso recordar constantemente.
Son hasta peores que inútiles porque absorben y extraen
gran parte de nuestra fuerza ordinaria.
Todas las transformaciones más finas de los tres
alimentos —alimento común, aire e impresiones— son continuamente interrumpidas
y destruidas o mal hechas por la acción de la parte negativa del Centro
Emocional.
Intente ver por sí mismo y por una observación directa
cómo un estado negativo le extrae su fuerza e intente ver qué sucede cuando,
habiendo observado su condición, trata sinceramente de separarse de ese estado
por razones que son de su incumbencia y no por amor a las felicitaciones o al
mérito.
SI LO HACE CORRECTAMENTE SENTIRÁ UN CHOQUE, EXPERIMENTARÁ
LA SENSACIÓN DE HABER ESCAPADO REPENTINAMENTE A ALGO MALIGNO, A ALGO QUE NO SE
DABA CUENTA QUE ERA MALIGNO.
Entonces comprenderá por que se dice que podemos
descubrir la presencia de los estados negativos por medio del sabor interior.
Por cierto se puede ver el estado negativo del cual se ha
escapado porque dicho estado negativo está literalmente debajo de uno en un
nivel inferior en tales momentos.
Maurice Nicoll
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