EMOCIONES NEGATIVAS
Cuando se leyó aquí la última disertación sobre "La
diferencia que hay entre el objeto y el pensamiento del objeto", se hizo
la siguiente pregunta:
"¿Es provechoso tratar de no expresar la antipatía
que se siente por una persona aun cuando se tenga antipatía hacia ella en
nuestros pensamientos?"
Creo que sería provechoso hablar sobre este particular
una vez más.
Pero ante todo es preciso volver a examinar de qué trata
el Trabajo y qué estamos intentando hacer en el Trabajo.
Es inútil obrar sobre una frase del Trabajo a no ser que
se ENTIENDA cuál es su sentido.
Por ejemplo, ¿por qué no habría de expresar mis emociones
negativas libremente?
En la vida esta es una conducta legítima, pero en el
Trabajo no lo es.
Si está bajo la vida, con sus reducidas posibilidades de
desarrollo, donde, por así decirlo, los dados están cargados contra usted en lo
que respecta a su desarrollo interior, no hay razón ninguna para que no
reaccione mecánicamente a todo de acuerdo con su nivel de ser.
Pero si entra en el Trabajo se pone bajo otro orden de
cosas completamente diferente.
Tiene otras RESPONSABILIDADES y no puede comportarse como
le gusta.
Cuando este momento sobreviene, cuando llega a concebir
el significado del Trabajo, ya no podrá hacer las cosas como le gustaba
hacerlas desde su voluntad de sí o terquedad.
Esto quiere decir que ya no podrá reaccionar
mecánicamente como siempre lo hizo. Se siente RESPONSABLE de otro sistema de
conducta, al cual debe obedecer.
De otro modo el Trabajo no producirá ningún efecto sobre
usted.
¿Cómo pueden las ideas del Trabajo producir algún efecto
sobre usted si sigue comportándose como siempre lo hizo, lo cual significa que
reacciona mecánicamente?
El objeto que el Trabajo tiene en vista es cambiar esta
mecanicidad.
Cuando 'se tiene un objeto en el Trabajo al principio se
sentirá INCÓMODO si se comporta mecánicamente.
Esta continua reacción a todos los eventos, a toda la gente,
en suma a todo, LE DISGUSTA, y cuando esto ocurre en usted, es que está pasando
a estar bajo las leyes del Trabajo. Comprende que ya no puede vivir más como lo
hacía antes. Se da cuenta de que es preciso que usted mismo se ocupe del
asunto.
¿Qué tiene que hacer? Empeñarse en hacer lo que el
Trabajo le enseña.
Esta es una experiencia extraordinaria: no sólo debe
comportarse de una manera diferente sino que debe pensar y sentir diferentemente.
Es preciso recordar aquí que todo hombre o toda mujer CREE
que se comporta correctamente.
Se necesita bastante tiempo para darse cuenta que uno no
se comporta rectamente y de que nunca lo ha hecho, esto es, que nuestra manera
ordinaria de comportarnos interna y externamente no es lo que el Trabajo desea.
Y así se llega gradualmente al decisivo instante en que
se comprende que lo que el Trabajo siempre enseñó SE APLICA A UNO MISMO y a la
manera en que uno se comporta y piensa y siente. Tal vez pasen años antes de
que llegue ese instante de realización.
Se puede hablar sobre el Trabajo, se puede interesarse
por el Trabajo y en cierto sentido sentir que se está en el Trabajo y empero no
advertir que no se vive el Trabajo en la vida cotidiana.
Son muchas las razones y de peso por las cuales el
momento de comprensión no es alcanzado en poco tiempo.
Una de ellas es que a nadie le está permitido comprender
el Trabajo a menos de ESTAR PRONTO para comprenderlo.
Pero cuando las ideas del Trabajo se hacen emocionales y
se relacionan con usted mismo y todo cuanto ha observado en sí mismo, entonces
quizá tenga un instante de comprensión de cuánto significa el Trabajo en la
práctica.
Ahora bien, usted sabe que el Trabajo dice generalmente
que no debemos expresar nuestras emociones negativas y que cuanto más las
expresamos, más se alimentan de nosotros y son sustentadas por nosotros.
Tratemos de comprender por qué el Trabajo enseña que las
emociones negativas han de ser gradualmente ELIMINADAS.
El Trabajo dice que mientras gocemos sobre todo de las
emociones negativas estamos separados de todo contacto con los Centros
Superiores.
Les aseguro que en cierta etapa del Trabajo basta un solo
instante, de entrega a las emociones negativas hacia los otros para destruir
toda nuestra fuerza y hasta destruir por el momento todo lo que uno se proponía
en el sentido de Trabajo.
Las emociones negativas nos alejan de toda posibilidad de
ayuda.
Como se dijo una vez, llegar a ser completamente negativo
se asemeja a UNA EXPLOSIÓN en un delicado laboratorio químico debido a la cual
todo lo que se crea gradualmente es destruido.
Supongo que ya algunos saben que es preciso evitar a toda
costa las reacciones mecánicas que producen emociones negativas, los juicios
sobre las otras personas y la vanidad de sí mismo, y esto debe ser atenuado y
alejado para poder conservar la salud interior psicológica.
Ahora bien, cuando uno percibe que no puede “permitirse
el lujo” de ser negativo ya no será cuestión de obedecer un mandamiento sobre
este particular sino de profunda comprensión.
Entonces la vida será en verdad su maestra.
Ya no pensará más en obedecer algunas reglas externas,
algunos mandamientos, pero verá la razón por la cual lo hace. Y entonces
vacilará en sumergirse en la ciénaga de los estados negativos, ya sea que los
exprese externamente o no.
Citemos otra vez la pregunta con la cual iniciamos este
comentario: "¿Es provechoso tratar de no expresar la antipatía que se
siente por una persona aun cuando se tenga antipatía a esa persona en nuestros pensamientos?"
Aquí, en esta pregunta, el centro de gravedad está en la
palabra "provechoso".
¿En qué sentido es provechoso no expresar nuestras emociones
externamente?
La respuesta es que si se las expresa mecánicamente
tienden a aumentar y formar un hábito, es decir, un hábito de emociones
negativas.
Desde el punto de vista de las ideas del Trabajo y de lo
que nos proponemos, esto evidentemente puede interferir nuestra posibilidad de alcanzar
un nuevo nivel de ser.
En cuanto a la otra parte de la pregunta que se refiere a
tener antipatía a una persona en nuestros pensamientos, será la misma cosa si
seguimos siendo negativos hacia las otras gentes, aun cuando obedezcamos el
mandamiento de no expresar esos sentimientos negativos.
Pensar negativamente acerca de los otros es lo mismo que
comportarse negativamente.
Tener un enorme número de pensamientos negativos sobre
los otros y no mostrarlos externamente es una cosa conveniente a condición de
saber que nuestra tarea estriba en cambiar esos pensamientos negativos por las
buenas o por las malas.
Y esto, desde luego, es completamente imposible si se da
por supuesto, si cree tener siempre razón.
Si por una larga observación de sí ha llegado a percibir
un sinnúmero de cosas desagradables en sí mismo, estará entonces en una
posición que le permitirá neutralizar sus pensamientos negativos sobre los
otros viendo las mismas cosas en sí mismo y poniéndose así en la posición de
las otras personas.
En este momento en que escribo estas cosas advertí que
soy muy negativo hacia cierta persona, pero poniéndome en la posición de dicha
persona y viendo también lo que esta persona debe pensar de mi COMPRENDÍ que
era posible liberarse completamente de los pensamientos negativos acerca de esa
persona salvo cuando caigo dormido en mí mismo y permito que mis pensamientos
negativos mecánicos pasen por mi mente sin que nadie los detenga.
A este respecto es interesante notar cómo se puede ser
negativo con una persona —cuando se está dormido— y cómo toda la situación
cambia cuando se está despierto.
Creo que esta es una de las primeras cosas que entendemos
cuando nos TURNAMOS entre la vida y el Trabajo.
Cuando estamos en la vida las cosas aparecen de cierta
manera y cuando estamos en el sentido del Trabajo las cosas tienen un aspecto
muy diferente, a tal punto que a veces nos cuesta imaginar que nos hemos
comportado o hemos hablado o sentido como lo hicimos.
La explicación es muy sencilla: estábamos dormidos.
Ahora bien, esta es una experiencia necesaria y de hecho
nos presenta todo el método práctico del trabajo sobre sí.
Todos tenemos momentos en que somos más conscientes y
momentos en que somos más mecánicos, pero sólo es posible aprender mediante EL
CONTRASTE.
Maurice Nicoll
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