INFLUENCIAS A, B y C Parte II.
Hemos hablado la última vez de la existencia de dos
clases distintas de influencias, llamadas A y B, respectivamente.
En ese comentario, hablamos de la necesidad de relacionar
cualquier parte o detalle de este sistema con su significado íntegro.
Con el fin de obtener LA FUERZA PARA TRABAJAR, lo que
usted hace al trabajar sobre sí debe tener un significado y cuanto mayor es el
significado que el sistema le aporta, cuanto más significa para usted y cuanto
más se acrecienta su valoración tanto más fuerza obtendrá de él.
Si no lo aprecia, si prefiere dudar de él, si en verdad
nunca piensa sobre él y no ve una y otra vez su significación a medida que el
tiempo pasa, trabajando tanto a lo largo de la línea de conocimiento como a lo
largo de la línea de ser, entonces haga lo que hiciere en relación con el
trabajo no tendrá significado para usted y de este modo carecerá de fuerza.
Ya está enterado de que cuando algo tiene un intenso
significado genera fuerza en usted, y si tiene escaso significado o ningún
significado, entonces no se produce fuerza alguna.
Ahora hablaremos del significado general del trabajo en
la escala superior.
A este respecto es preciso hablar ahora de la fuente de
las influencias B.
Como hemos dicho en la Parte I, las influencias B no
surgen dentro de la vida como lo hacen las influencias A.
Tienen su origen en una fuente exterior a la vida
mecánica.
En realidad, su fuente está en las influencias C.
¿Qué significa esto?
Como es sabido, en la enseñanza de este trabajo, no se
toma a la humanidad como un ser uniforme y que está en el mismo nivel.
El hombre se divide en diferentes categorías.
Existen clases muy diferentes de hombres.
Está, antes que nada, el círculo de la humanidad
mecánica, como se la llama, en la cual existen los hombres Nº 1, Nº 2 y Nº 3.
Son respectivamente los hombres en quienes es usado
principalmente un centro: el centro instintivo motor en el caso del hombre Nº
1, el centro emocional en el caso del hombre Nº 2 y el centro intelectual en el
caso del hombre Nº 3.
Aquellos hombres, el hombre del centro instintivo motor,
el del emocional y el del intelectual, debido a que son ante todo hombres de un
"solo centro", ven todo de un modo diferente, cada uno desde un lado,
desde un centro.
Forman juntos el círculo de la humanidad mecánica que se
caracteriza por el hecho de que los hombres que pertenecen a ese círculo se
apoyan en la violencia y no se comprenden entre sí o unos a otros.
A veces se lo llama el círculo de la "confusión de
las lenguas" o de Babel, en el cual la mala inteligencia, las querellas,
las luchas, las persecuciones y las guerras de todo género han de existir
siempre sin conducir a nada diferente.
Luego viene el círculo intermedio formado por el hombre
Nº 4.
Este círculo no tiene su origen en la vida sino que es el
resultado del trabajo.
En el hombre Nº 4 están desarrollados todos los centros
ordinarios de modo que no es un hombre parcial y es llamado "hombre
equilibrado".
Los hombres Nº 4 ya comienzan a comprenderse unos a otros
y son capaces de vencer la violencia en ellos.
Luego viene el círculo consciente de la humanidad formado
por los hombres Nº 5, Nº 6 y Nº 7 que se comprenden unos a otros, que no se
apoyan en la violencia, y en quienes no están sólo desarrollados los centros
ordinarios sino que tienen el poder de ser conscientes en menor o mayor grado
del CENTRO EMOCIONAL SUPERIOR Y DEL CENTRO MENTAL SUPERIOR.
Esos centros transmiten influencias a las cuales la
humanidad mecánica —es decir, la humanidad dormida— es insensible, o más bien,
influencias que es incapaz de "oír".
Las influencias B tienen su origen en el círculo de la
humanidad consciente.
Pero se originan, no como influencias B, sino como
influencias C.
Sólo al ser sembradas en la vida mecánica se convierten
en influencias B.
Esto ocurre, debido a que, como influencias C, no pueden
existir en la vida mecánica, sino que deben ser cambiadas y alteradas de tal
modo que sólo se aproximan a su forma original.
Así como las ideas y las percepciones emocionales que
pertenecen a los centros superiores no pueden ser captadas o comprendidas por
el "centro formatorio"-parte externa del centro intelectual-, así la
enseñanza consciente no puede existir por sí misma en la esfera de la vida
mecánica.
Pero se la puede conservar viva y transmitirla por medio
de escuelas que están en relación directa con personas que han alcanzado ese
grado de evolución interior y de conciencia y que pertenecen al círculo de la
humanidad consciente.
En esas escuelas, las influencias C pueden existir y ser
transmitidas oralmente —es decir, por medio de la enseñanza oral de una persona
que comprende, a otra, que empieza a comprender, y así a otra que aún no
comprende.
Esta cadena debe existir.
Y en tal caso, estas influencias pueden ser transmitidas
oralmente como influencias C, comunicadas de una persona a otra.
Tomemos el ejemplo de los Evangelios.
Como se dijo en la primera parte de este comentario sobre
las influencias A., B y C (que hemos leído la última vez) los Evangelios
constituyen un ejemplo de las influencias B.
El reino de Dios es el círculo de la humanidad
consciente.
Significa el círculo de aquellos que han evolucionado más
allá de la violencia, de aquellos cuyo conocimiento es práctico, que lo que
conocen lo quieren, y así lo hacen; de aquellos que se comprenden unos a otros
porque hablan un lenguaje común (y recordemos que nosotros, en este trabajo,
estamos aprendiendo un lenguaje común).
Todos conocen y sienten que debe de haber algún lugar,
alguna sociedad, algunos seres que viven sin hacerse violencia mutuamente, sin
criticarse, sin antagonismo u odio.
Citaré, sobre este particular, un pasaje de la literatura
esotérica mahometana.
Un discípulo fue a ver a Mahoma para que lo instruyera.
Mahoma dijo: "¿Cuál es la sustancia de tu fe y la
realidad de tu comprensión de ella?"
El discípulo dijo: "He visto el Infierno y el Cielo
tres veces en una visión.
En el Infierno todos estaban atacando a su prójimo.
En el Cielo se visitaban los unos a los otros."
Mahoma dijo:
"Has visto la verdad."
Ya he dicho bastante en este comentario para mostrarles
cuál es el significado supremo de este trabajo.
Quienquiera que lo desee puede leer y sacar sus propias
conclusiones sobre las parábolas de los Evangelios relativas al Reino de los
Cielos, es decir, el círculo de la humanidad consciente.
Estas parábolas son muy extraordinarias cuando se piensa
en ellas a la luz del trabajo.
Porque el trabajo es necesario para comprender los
fragmentos de enseñanza dados en los Evangelios.
Entonces cabe la posibilidad de comprender por qué se
dice, en este sistema, que lo que buscamos por encima de todas las cosas es la
Luz, y la Luz significa conciencia.
Buscamos vivir más conscientemente y llegar a ser más
conscientes.
Vivimos en la oscuridad debido a la falta de luz —la luz
de la conciencia— y buscamos en este trabajo la luz sobre nosotros mismos.
Todo lo que en este sistema se refiere al trabajo sobre
sí, acerca del recuerdo de sí, acerca de la lucha con las emociones negativas,
acerca de la consideración interior, acerca de la justificación de sí, y así
sucesivamente, tiene como suprema meta hacer al hombre más consciente, dejar
que la luz se haga en él.
Y esta luz es una cosa muy extraña.
Es ante todo tener más conciencia de sí y luego más conciencia
de los otros. Esta es una extraña experiencia.
Quiero decir con ello que la dirección a que le conduce
el trabajo lo lleva a través de una conciencia siempre creciente, de una luz
siempre creciente, no es en absoluto la dirección que podría imaginar una
persona dormida, una persona que sólo conoce la conciencia ordinaria, es decir,
los dos primeros estados de conciencia en los cuales vive la humanidad.
Llegar a ser más consciente de sí es una extraña experiencia.
Llegar a ser consciente de los otros es una experiencia igualmente extraña y
aun más extraña.
La vida que se caracteriza por sus pasiones y celos, su
mezquindad, sus antipatías y odios, se hace por completo ridícula.
De hecho, se pregunta qué diablos estuvo haciendo toda su
vida.
¿Estaba loco?
Sí, exactamente.
En el profundo sueño en que vivimos, a la luz del Reino
de los Cielos, estamos todos completamente locos y no sabemos qué estamos
haciendo.
El trabajo empieza por enseñarle qué hacer.
Despertar es el objeto de este trabajo.
Y para el hombre que despierta aun a una sola cosa que el
trabajo le enseña significa que ya no es más el mismo hombre.
De este modo el trabajo nos cambia.
Pero el trabajo no puede cambiar a nadie a menos que sienta
su profunda significación.
Al comienzo sólo experimentará su significado a través de
otra persona, pero llegará el día en que lo sentirá a través de usted mismo.
Y entonces cada detalle del trabajo cobra vida porque lo
ve como un libro de instrucciones, como un plan, como un mapa, como una
brújula, que debe ser seguido si quiere despertar a otra vida y a otra manera
de vivir en esta tierra.
Basta que siga sencillamente esta sola instrucción:
No se identifique.
Siga esta instrucción.
Sígala hasta el fin y vea qué sucede y qué cambios tienen
lugar en usted y qué luz empieza a llegarle.
Pero si este trabajo no tiene significado alguno para
usted y si el significado de la vida es siempre mucho mayor y mucho más real
para usted que el significado del trabajo, entonces nunca podrá ocurrirle cambio
alguno y sólo conocerá las emociones de la vida y se quedará en el círculo de
la vida mecánica, en el círculo de la confusión, la lucha, las querellas, los desengaños,
las quejas y la guerra.
Maurice Nicoll
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