COMENTARIO SOBRE EL SER
Quienquiera que emprenda seriamente este Trabajo y reflexione
sobre su significado, por medio de esa facultad que todos poseemos pero rara
vez usamos —a saber, pensando por sí mismo— será capaz eventualmente de
penetrar conscientemente en los demás hombres y comprender su posición.
Este es un desarrollo del ser que para nosotros es
esencial en el Trabajo.
Nadie se puede desarrollar solo.
Ahora bien, las relaciones mutuas solo son posibles a través
del contacto con los mundos interiores.
Nos conocemos a través de nuestros mundos interiores.
Para comprender a otro hombre es preciso penetrar en su
mundo interior, pero esto no es posible si no se ha entrado en el propio mundo
interior.
Por lo tanto el primer paso que hay que dar para penetrar
conscientemente en otra persona y comprender su posición es penetrar en uno
mismo y comprender la posición de uno mismo, y mientras no se de ese paso, en
el mayor grado posible, la posibilidad de penetrar en otra persona y comprender
su posición es escasa o nula.
Para penetrar en uno mismo es preciso empezar con la observación
de sí y se llega a la comprensión mediante un largo estudio de si a la luz y
con el conocimiento de esta enseñanza, cuyo fin último es la gradual pero
definida transformación de uno mismo.
Por esta razón, el mero pensamiento de que se es capaz de
penetrar en otra persona y comprender su posición, y hasta ayudarla, tal como
uno es —y esta ilusión es muy común— es interpretar erróneamente la naturaleza
del contacto humano y de las dificultades universales que acompañan este
impulso, que con tanta frecuencia termina en un desastre o en alguna clase de
compromiso, que, la mayoría de las veces, es un almacigo de amarguras, de críticas
mutuas, de hostilidad y aun de peores estados emocionales y maneras de pensar.
A ningún hombre le es dado, tal como es mecánicamente —es
decir, tal como lo formaron la vida y sus influencias— penetrar en otra persona
y comprenderla, y, debido a ello, ayudarla, a menos que ya conozca por la observación
de si, por el estudio de sí y el discernimiento y trabajo sobre si, lo que hay
en la otra persona.
Solo a través del conocimiento de sí es posible el
conocimiento de los demás.
Solo viendo, conociendo y comprendiendo lo que está en
uno mismo se puede ver, conocer y comprender lo que está en otra persona.
Uno de los grandes males de las relaciones humanas es que
la gente no intenta penetrar en la posición de otra persona, sino que prefieren
criticar a unos y otros sin sujeción alguna y no poseen ningún freno interior
que detenga esta critica mecánica provocada por la ausencia de todo discernimiento
de sí y por sus patentes groserías, faltas y torpezas.
De resultas de ello no solo las personas no se ayudan
unas a otras, sino que el equilibrio normal de las cosas esta trastornado, y
con ello queremos decir que se forma diariamente una acumulación de material psíquico
equivocado o dañoso en las relaciones humanas y, de hecho, en la vida de cada persona,
que nunca existiría si se vieran a sí mismas y a los demás simultáneamente, y
de este modo neutralizaran los efectos de su conducta día tras día.
Esta falta de responsabilidad psicológica, tanto en uno
como en los otros, quizá sea una característica especial de los tiempos
modernos y es el origen de una parte de la desdicha tan difundida en la época
actual, en que, entre otras cosas, hasta la natural bondad humana está en declinación,
de lo cual resulta una dureza que es uno de los más peligrosos factores para el
futuro, y que detiene eficazmente toda posibilidad de un correcto1 desarrollo
de la vida emocional.
En este Trabajo las personas que tienen posibilidades de
desarrollarse emocionalmente, deben reparar en particular en las criticas que
hacen a las demás personas, ya sea pensándolas o expresándolas de viva voz,
pues este es en ellas un perpetuo factor equivocado, que produce continuamente
un material psíquico equivocado y se refleja genuinamente en todo lo que están haciendo.
En muchos casos, la razón fundamental de todo esto es la
estupidez, la torpeza y la ignorancia, pero existen muchas causas, tal como un
desacostumbrado grado de vanidad, de auto-satisfacción, de sentir que se tiene razón,
de auto-merecimiento, de sentimientos de virtud y superioridad, y otros
factores de esta clase, que desde luego cierran el camino a cualquier cambio
interior de sí.
Aquí menciono particularmente en lo tocante al sentimiento
mecánico del merito y de la excelencia de sí a aquellos que esperan que los demás
cambien y no empiezan por hacerlo ellos mismos, y que juzgan El Trabajo por sus
efectos en los demás sin darse cuenta al parecer de que tendrán que trabajar
mucho sobre sí mismos antes de poder juzgar a los otros, y, también, que las
otras personas los juzgan exactamente del mismo modo como ellos juzgan a los demás
—hecho que siempre los sorprende.
Criticar mecánicamente a los demás produce grandes
dificultades psicológicas en la persona que critica —es decir, "Yoes"
equivocados que obstaculizan su propio desarrollo interior y su libertad.
Quizás esto no sea muy claro.
Lo que significa es que si se permite que los
"Yoes" críticos y negativos se desarrollen libremente en sí mismo, lo
acometerán en el Trabajo e impedirán su comprensión y desarrollo.
LO QUE HACE A LOS DEMÁS, SE LO HACE A USTED MISMO.
Todo está ordenado de esta manera.
Todo lo que es equivocado reacciona gradualmente contra
usted en el Trabajo.
Al cabo de un tiempo aprenderá que no se puede permitir
el lujo de dormir demasiado y de hablar y actuar mecánicamente y dejar su vida
en manos de "Yoes" equivocados.
Empezará a darse cuenta por sí mismo de que en realidad
es preciso vivir más conscientemente en lo tocante a su mundo interior donde
todas las cuentas pasadas deben ser eventualmente saldadas.
Y para vivir más conscientemente en su mundo interior, no
tiene que permitir ante todo que los malos "Yoes" lo acompañen.
Recuerde que si esta en El Trabajo se ha puesto bajo más
leyes que las demás personas —a saber, bajo las leyes del Trabajo.
Se ha puesto en una posición en la cual es preciso OBEDECER
lo que El Trabajo le enseña.
PARTE II.
LA PURIFICACIÓN DE LA VIDA EMOCIONAL en este Trabajo se
puede dividir artificialmente en dos partes con el propósito de lograr una práctica
observación de sí.
Nos ocuparemos primero de las emociones que surgen de la
Falsa Personalidad o "Yo" Imaginario, este imaginario uno mismo sobre
el cual este Trabajo llama constantemente la atención y que debe ser una
materia cotidiana de estudio de sí y trabajo, en vista de que es el origen de
tanta mala inteligencia y desdicha y ofensas.
Esta cosa, formada por nosotros mismos y por las
influencias ambientales de nuestra crianza, y que descansa, por así decir, como
una irisada burbuja en la superficie de nuestra vida psíquica, confunde y
distorsiona todo nuestro mundo interior.
Forma parte de nuestro ser adquirido.
La causa fundamental de casi todos los conceptos falsos
que surgen en el mundo interior del Hombre, así como en la esfera de la vida común
de las gentes y en todas las relaciones humanas posibles, es el factor psíquico
llamado Falsa Personalidad, que se forma en el periodo preparatorio de la vida.
La estimulación de este factor psíquico en una persona,
tanto antes como durante el periodo de la vida responsable, da origen a las emociones
de vanidad y engreimiento de sí.
Las emociones, que surgen de la estimulación de la Falsa
Personalidad, se oponen al desarrollo normal del Centro Emocional.
Y cabe decir que se oponen asimismo a cualquier
desarrollo de la conciencia.
Impiden el Tercer Estado de Conciencia, el Estado de Percepción
de Si.
Ese grado de felicidad y de conciencia de sí que debería
existir en una persona cabal, en un hombre cabal, así como en una pacífica y común
existencia humana, depende casi por entero de la ausencia en el hombre de
vanidad y de engreimiento de sí.
Pero estas emociones suelen tomar formas muy sutiles y
requieren una larga y sincera observación interior y mucho discernimiento y una
gradual realización de sí.
Pero muchas veces las personas se imaginan que carecen de
dichas emociones, y aunque se sienten constantemente ofendidas y trastornadas
por lo que los demás dicen o por la forma en que son tratadas, no se dan cuenta
de que esto pueda tener alguna relación con su vanidad o engreimiento de sí.
Al cabo de un tiempo, cuando la oculta conciencia moral
empieza a despertar, estas emociones son sentidas por el sabor interior.
Son emociones impuras.
Este, por cierto, es el principal significado de la
impureza en las escrituras religiosas, y es lo que en los Evangelios es tan
vituperado como en el caso de los fariseos, que hacen todo para "ser vistos
de los hombres" —es decir, debido a la vanidad y al engreimiento de sí.
Es sabido que cuando se hace el bien y se siente
merecedor de crédito por haberlo hecho, es al propio amor propio a quien se
hace el bien.
Esta es la impureza en las emociones.
Pero si se hace una cosa por amor, es pura.
Desdichadamente, por lo general esto solo ocurre en la satisfacción
de nuestros apetitos.
El segundo factor, en lo tocante a la purificación de la
vida emocional, es, como todos ustedes saben, el factor de las emociones
negativas.
No me referiré ahora a ellas salvo para recordarles que
adoptan muchas formas sutiles.
Después de un tiempo es posible reconocerlas debido a su
sabor interior.
Todas ellas huelen mal.
Recuerden que al nacer no hay Falsa Personalidad.
Pero, al vivir entre gente dormida, que goza de sus
emociones negativas, el niño las adquiere, como por infección.
El placer que la gente siente en ser negativa, es imitado
por el niño, y al mismo tiempo la formación de la Falsa Personalidad en el niño
apresura el proceso porque a través de las emociones de vanidad y de
engreimiento de sí crea una infinita diversidad de recursos para mostrarse fácilmente
ofendido.
Ahora bien, nuestro nivel de ser se caracteriza por el
estado impuro de la vida emocional tal como se lo describió anteriormente.
El trabajo sobre el ser, en lo tocante al Centro
Emocional, exige por lo tanto, entre otras cosas, el esfuerzo de observar y
comprender la existencia de estas emociones en uno mismo, descubrir su origen,
el curso que siguen, y los efectos a que conducen.
Cuando tenemos plena conciencia de alguna cosa en
nosotros mismos, estamos en camino de cambiar esta cosa.
Solo la conciencia de ella, si es bastante amplia,
empezara a cambiarla.
Una vez que ha visto algo en sí mismo, en su ser,
claramente, lo conducirá a ver otra cosa.
Es preciso comprender que el ser debe cambiar y cambiar
definitivamente en todos sin excepción alguna y debe cambiar ahora y aquí.
Muy a menudo las personas religiosas suponen que
cambiaran en algún mas allá: o se imaginan que, tal como son, con el nivel de ser
que tienen, y todas sus emociones negativas, vanidad, engreimiento de sí,
charlas maliciosas, envidias, curiosidad desagradable, podrán llegar a Dios.
Y hay muchas otras ILUSIONES similares, todas las cuales
se deben a no ver nuestro nivel de ser, que en realidad determina el lugar
donde estamos situados en la escala o escalera de todas las clases de ser, que
llega al Ser Divino.
Cada cual está en algún lugar de esta escala.
Ahora bien, en este Trabajo, en su aspecto psicológico,
se le imparte conocimiento acerca de como cambiar el ser, y este conocimiento
debe ser aplicado a su propio ser a través de la observación de si de acuerdo
con lo que ese conocimiento le dice que observe.
A causa de ello, obtiene el conocimiento de su ser y
puede empezar a trabajar sobre su ser.
Si comienza a poseer un conocimiento autentico de su
propio ser y ha trabajado sobre él, será capaz de penetrar en otra persona y
comprender su posición y así ayudarla —pero solo hasta el punto en que ha llegado
al conocimiento de sí mismo y de sus propias dificultades.
Y entre otras cosas, será capaz de descubrir los momentos
en que habla a causa de la vanidad o de un sentido de superioridad, o a causa
de un sentimiento negativo, del deseo de herir, o meramente de criticar.
En suma, será capaz de distinguir mejor entre lo puro y
lo impuro en sí mismo y debido a ello podrá hablar con más pureza a los demás.
Si mientras está hablando, ve en sí lo que ve en el otro,
hablará de un modo puro o más puro, y lo que es puro en este sentido no puede
herir al otro u ofenderlo sino que lo ayudara.
Y si no sabe en el momento en que habla al otro si ha
hablado con propiedad, empero ha hablado con la doble conciencia de sí mismo y
la otra persona, lo cual es hablar en un Estado de Recuerdo de Si, a saber, contemplándose
interior y exteriormente en forma simultánea, luego lo conocerá por el sabor
que le deja.
Es decir, el Trabajo se le mostrara, porque todo lo que
haya hecho sinceramente, segun el sentimiento del Trabajo, será conservado para
usted y lo verá en su propia luz, si presta atención y no se deja vencer por el
sueño.
Maurice Nicoll
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