EL ESTUDIO DE SÍ MISMO…
LIBERTAD, LIBERACIÓN.
Ésta debe ser la meta del hombre.
Llegar a ser libre, escapar de la servidumbre —es por
esto por lo que un hombre debería luchar cuando haya llegado a ser, aunque sea
un poco, consciente de su situación.
Es la única salida para él, porque nada es posible
mientras siga siendo un esclavo interior y exteriormente.
Pero no puede dejar de ser esclavo exteriormente mientras
interiormente siga siendo un esclavo.
Por consiguiente, para llegar a ser libre tiene que
conquistar la libertad interior.
La primera razón de la esclavitud interior del hombre es
su ignorancia, y sobre todo, su ignorancia de sí mismo.
Sin el conocimiento de sí, sin la comprensión de la
marcha y de las funciones (intelectual, emocional, motriz e instintiva) de su
máquina, el hombre no puede ser libre, no puede gobernarse y seguirá siendo
siempre esclavo, y el juguete de las fuerzas que actúan sobre él.
Esta es la razón por la cual, en las enseñanzas antiguas,
la primera exigencia al comienzo del camino de la liberación, era:
«Conócete a ti mismo»."
En la reunión siguiente, Gurdjeff comentó estas palabras:
"Conócete a ti mismo".
—Esta fórmula, generalmente atribuida a Sócrates, en
realidad se encuentra en la base de muchas doctrinas y escuelas mucho más antiguas
que la escuela socrática.
Pero aunque el pensamiento moderno no desconoce la
existencia de este principio, no tiene sino una idea muy vaga de su significado
y de su alcance.
El hombre ordinario de nuestra época, aun si se interesa
en la filosofía o en las ciencias, no comprende que el principio «Conócete a ti
mismo» se refiere a la NECESIDAD DE CONOCER SU PROPIA MÁQUINA, la «máquina
humana».
La estructura de la máquina es más o menos la misma en
todos los hombres; por lo tanto es esta estructura la que el hombre debe
estudiar primeramente, es decir LAS FUNCIONES Y LAS LEYES de su organismo.
En la máquina humana todo está ligado, una cosa depende
de otra hasta tal punto que es completamente imposible estudiar cualquier
función sin estudiar TODAS las otras.
El conocimiento de una parte requiere el conocimiento del
todo.
Es posible conocer el todo del hombre, pero esto exige
mucho tiempo y mucho trabajo, exige sobre todo la aplicación del MÉTODO
CORRECTO, e igualmente la dirección justa de un Maestro.
"El principio «Conócete a ti mismo» tiene un
contenido muy rico."
En primer lugar exige, del hombre que quiere conocerse,
que comprenda lo que esto quiere decir, en qué conjunto de relaciones se
inscribe este conocimiento, y de qué depende necesariamente.
El conocimiento de sí es una meta muy alta, pero muy vaga
y muy lejana.
El hombre en su estado actual está muy lejos del
conocimiento de sí.
Por eso, estrictamente hablando, la meta del hombre no
puede ser el conocimiento de sí.
SU GRAN META DEBE SER EL ESTUDIO DE SÍ.
Para él será más que suficiente el comprender que tiene
que estudiarse a sí mismo.
La meta del hombre debe ser el comenzar a estudiarse a sí
mismo, a conocerse a sí mismo, de una manera conveniente.
El estudio de sí es el trabajo o la vía que conduce al
conocimiento de sí.
Pero para estudiarse a sí mismo es necesario ante todo
aprender cómo estudiar, por dónde comenzar, QUÉ MEDIOS emplear.
Un hombre tiene que aprender cómo estudiarse a sí mismo y
tiene que estudiar LOS MÉTODOS DEL ESTUDIO DE SÍ.
El método fundamental para el estudio de sí es LA
OBSERVACIÓN DE SÍ.
Sin una observación de sí correctamente conducida, un
hombre no comprenderá jamás las conexiones y las correspondencias de las
diversas funciones de su máquina, no comprenderá jamás cómo ni por qué en él «TODO
SUCEDE».
Pero el aprendizaje de los métodos correctos de
observación de sí y de estudio de si, requiere una comprensión precisa de las
funciones (intelectual, emocional, motriz e instintiva), de las características
de la máquina humana.
De este modo, para observar las funciones de la máquina
humana es necesario comprenderlas en sus divisiones correctas y poder
definirlas exactamente y de inmediato; además, la definición no debe ser
verbal, sino interior: POR EL SABOR, por la sensación, de la misma manera en
que nos definimos a nosotros mismos todo lo que experimentamos interiormente.
Hay dos métodos de observación de sí: el primero es el
análisis, o las tentativas de análisis, es decir las tentativas de encontrar
una respuesta a estas preguntas: ¿de qué depende tal cosa, y por qué sucede? —
y el segundo es el método de LAS CONSTATACIONES, que consiste solamente en
registrar, en grabar en la mente, en el momento mismo, todo lo que uno observa.
Sobre todo al comienzo, la observación de sí no debe
llegar a ser análisis, o tentativa de análisis, bajo ningún pretexto.
El análisis no es posible sino mucho más tarde, cuando ya
se conocen todas las funciones de la propia máquina y todas las leyes que la
gobiernan.
Al tratar de analizar tal o cual fenómeno que lo ha
impresionado fuertemente, un hombre generalmente se pregunta:
« ¿Qué es esto? ¿Por qué sucede esto así y no de otra
manera?»
Y comienza a buscar una respuesta a estas preguntas,
olvidándose de todo lo que las observaciones ulteriores podrían aportarle.
Más y más absorbido por las preguntas, pierde totalmente
el hilo de la observación de sí, y hasta llega a olvidar la idea misma.
En este caso la observación se detiene.
De este hecho resulta claro que tan sólo una cosa puede
progresar: o la observación, o bien las tentativas de análisis.
Pero aún fuera de esto, toda tentativa de análisis de
fenómenos aislados, sin el conocimiento de las leyes generales, es una pérdida
total de tiempo.
ANTES DE poder analizar los fenómenos, aun los más
elementales, un hombre debe acumular suficiente material bajo la forma de «CONSTATACIONES»,
es decir como resultado de una observación directa e inmediata de lo que pasa
en él.
Este es el elemento más importante en el trabajo del
estudio de sí.
Cuando se ha acumulado un número suficiente de
«constataciones» y cuando al mismo tiempo se ha estudiado y comprendido hasta
un cierto punto las leyes, sólo entonces se hace posible el análisis.
Desde el comienzo mismo, la observación y la constatación
se deben basar sobre el conocimiento de los principios fundamentales de la
actividad de la máquina humana.
La observación de sí no se puede conducir correctamente
si no se comprenden estos principios, y si no se les tiene siempre en cuenta en
la mente.
La observación debe comenzar con la división de las
funciones.
Toda la actividad de la máquina humana está dividida en
cuatro grupos de funciones netamente definidas.
Cada uno está gobernado por su propio «cerebro» o
«centro».
Un hombre debe diferenciar, al observarse a sí mismo, las
cuatro funciones fundamentales de su máquina: las funciones intelectual,
emocional, motriz e instintiva.
Cada fenómeno que un hombre observa en sí mismo se
relaciona con una u otra de estas funciones.
Por eso, antes de comenzar a observar, un hombre debe
comprender en qué difieren las funciones, qué significa la actividad
intelectual, qué significa la actividad emocional, la actividad motriz y la
actividad instintiva.
La observación debe comenzar por el principio.
Es necesario comenzar por el principio, es decir,
observarse a sí mismo como si no se conociese en lo más mínimo, como si aún
nunca se hubiera observado.
Cuando uno comienza a observarse, DEBE TRATAR DE
DETERMINAR AL INSTANTE A QUÉ GRUPO, A QUÉ CENTRO, pertenecen los fenómenos que
se están observando en el momento.
Algunos encuentran difícil comprender la diferencia entre
pensamiento y sentimiento, otros tienen dificultad en comprender la diferencia
entre sentimiento y sensación, entre un pensamiento y un impulso motor.
Hablando en términos muy amplios se puede decir que la
función del pensamiento siempre trabaja por medio de la comparación.
Las conclusiones intelectuales son siempre el resultado
de la comparación de dos o más impresiones.
La sensación y la emoción no razonan, no comparan,
simplemente definen una impresión dada por su aspecto, por su carácter
agradable o desagradable en uno u otro sentido, por su color, sabor u olor.
Lo que es más, las sensaciones pueden ser indiferentes —
ni calientes ni frías, ni agradables ni desagradables: «papel blanco», «lápiz
rojo».
En la sensación de lo blanco y de lo rojo no hay nada
agradable o desagradable.
En todo caso, no es necesario que haya nada agradable o
desagradable ligado a la sensación de uno u otro de estos dos colores.
Estas sensaciones, que proceden de los así llamados
«cinco sentidos», y las demás, como la sensación de calor, la del frío, etc.,
son instintivas.
Las funciones del sentimiento, o emociones, siempre son agradables
o desagradables; no hay emociones indiferentes.
La dificultad para distinguir entre las funciones se
acrecienta por el hecho de que la gente las siente de manera muy diferente.
Es esto lo que generalmente no comprendemos.
Creemos que las personas son mucho más parecidas entre si
de lo que son en realidad.
Sin embargo, de hecho hay grandes diferencias entre uno y
otro en lo que concierne a las formas o a las modalidades de sus percepciones.
Algunas personas perciben principalmente a través de su
pensar, otras a través de sus emociones, y otras a través de sus sensaciones.
La comprensión mutua es muy difícil, si no imposible,
para hombres de diversas categorías y de diversos modos de percepción, porque
todos dan nombres diferentes a una sola y misma cosa, y el mismo nombre a las
cosas más diferentes.
Además, son posibles toda clase de combinaciones.
Un hombre percibe a través de sus pensamientos y de sus
sensaciones, otro a través de sus pensamientos y de sus sentimientos, y así
sucesivamente.
Cualquiera que sea, cada modo de percepción se pone
inmediatamente en relación con una especie particular de reacción a los
acontecimientos exteriores.
Estas diferencias en la percepción y la reacción a los
acontecimientos exteriores producen dos resultados: las personas no se
comprenden entre sí y no se comprenden ellas mismas.
Muy a menudo un hombre llama sentimientos a sus
pensamientos o a sus percepciones intelectuales, y llama pensamientos a sus
sentimientos, y sentimientos a sus sensaciones.
Este último caso es el más frecuente.
Por ejemplo, dos personas perciben la misma cosa
diferentemente, digamos que una la percibe a través de sus sentimientos y la
otra a través de sus sensaciones: podrán discutir toda su vida sin comprender
jamás en qué consiste la diferencia entre sus actitudes en presencia de un
objeto dado.
En efecto, la primera lo ve bajo uno de sus aspectos y la
segunda bajo otro.
Para encontrar el método que discrimina, debemos
comprender que CADA FUNCIÓN PSÍQUICA NORMAL ES UN MEDIO O UN INSTRUMENTO DE
CONOCIMIENTO.
Con la ayuda del pensar vemos un aspecto de las cosas y
de los sucesos, con la ayuda de las emociones vemos otro aspecto y con la ayuda
de las sensaciones un tercer aspecto.
El conocimiento más completo que podríamos alcanzar de un
tema dado sólo se puede obtener SI LO EXAMINAMOS SIMULTÁNEAMENTE a través de
nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones.
Todo hombre que se esfuerza por alcanzar un conocimiento
verdadero debe dirigirse hacia LA POSIBILIDAD DE TAL PERCEPCIÓN.
Ouspensky
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