sábado, 7 de julio de 2012

EL TERCER ESTADO DE CONCIENCIA



EL TERCER ESTADO DE CONCIENCIA
Se dijo que la causa fundamental de casi todos los malentendidos que surgen en el mundo interior del Hombre, como también en la vida en común de la gente, se deben sobre todo a un factor psicológico que se encuentra en el Ser del Hombre en edad temprana y debido a una mala educación, cuyos estímulos dan nacimiento en él a los impulsos de "VANIDAD" Y "ENGREIMIENTO".

A este respecto se señalo solemnemente que LA FELICIDAD del Hombre, que depende de alcanzar al Tercer Estado de Conciencia —esto es, el Estado de Recuerdo de Si o de Conciencia de Sí, que debería ser el del hombre cabal o de la mujer cabal— depende en la mayoría de los casos de LA AUSENCIA en nosotros del sentimiento de Vanidad y Engreimiento.

Reconocemos al punto que nos referimos a la Falsa Personalidad y vemos asimismo que la actividad de la Falsa Personalidad cesa en el Tercer Estado de Conciencia hacia el cual todos nos empeñamos en despertar por nuestro trabajo sobre nosotros mismos y nuestro trabajo los unos en relación con los otros.

A veces logramos estados en los cuales la Falsa Personalidad es dejada enteramente a un lado y experimentamos una suerte de ILUMINACIÓN y felicidad que nos es completamente desconocida en los estados ordinarios de Conciencia en los cuales pasamos la mayor parte de nuestra existencia.

Todo sentido de preocupación desaparece como también los sentimientos acostumbrados de "Yo".

Todas las formas de celos, todas las formas de consideración interna se desvanecen.

Se está SOLO CONSIGO MISMO y se saborea una nueva clase de Conciencia que no está lejos de un estado de bienaventuranza.

De vez en cuando es necesario reexaminar lo que estamos haciendo y cuál es la gran idea que se oculta tras el Trabajo mismo.

Nos han enseñado que tenemos derecho al Tercer Estado de Conciencia por nacimiento, pero que lo perdemos y caemos en el Segundo Estado de Conciencia o el así llamado estado de vigilia, muy semejante a caer del cielo al infierno.

En ese Segundo Estado nos atacan por todos lados los "Yoes" malos, los malos estados de ánimo, toda la variedad de desdichados estados interiores de los cuales solo un sincero acto de Recuerdo de Si puede separarnos.

En lugar de hacerlo nos identificarnos con todo lo que nos acomete en el Segundo Estado de Conciencia —esto es, el estado de sueño en el que vive toda la humanidad y que, como un sarcasmo, es llamado plena conciencia—.

Cuando examinamos El Trabajo a esa luz vemos que tiene un propósito supremo y claro y que todo lo que se dice en El Trabajo se refiere a llevarlo a cabo, a cumplirlo.

Pero ¿cuántos entre nosotros practican todos los días la separación interior de una manera práctica en las recurrentes situaciones cotidianas de la vida?

¿No es acaso cierto que la mayoría de nosotros pierde el tiempo en estados gobernados por la Falsa Personalidad, a la cual nos aferramos?

Por eso conviene recordar que en el Tercer Estado de Conciencia la Falsa Personalidad pierde todo el poder que detenta sobre nosotros y que pasamos a un terreno enteramente nuevo de experiencias interiores y exteriores.

Por lo general vivimos en las partes equivocadas de los centros, pero es preciso comprender como un hecho personal que esto ocurre así.

Los pequeños "Yoes" se apoderan de nosotros.

Nos identificamos con ellos y exageramos su importancia y así nos mantenemos en un estado de sueño.

Ahora bien, descubrirá, si se observa a sí mismo, que muchos de esos pequeños "Yoes" están estrechamente vinculados con la Falsa Personalidad —a saber, con la Vanidad y el Engreimiento—.

Por lo tanto no logramos un recto sentimiento de "Yo", y ¿cómo puede vivir rectamente un hombre si está gobernado en todo momento por un sentimiento de "Yo" equivocado —a saber, por el "Yo" Imaginario, que tiene su origen en la Vanidad y el Engreimiento—?

¿Ha notado lo que le ocurre a usted?

¿Ha notado alguna vez en las demás gentes cómo son impulsadas a hacer para mantener su Vanidad y su Engreimiento y hasta qué punto es inútil e irreal o a menudo simplemente insensato todo ello?

Supongamos que un mago pudiera eliminar de golpe la Vanidad y Engreimiento de toda la humanidad —esto es, la Falsa Personalidad— ¿puede concebir la transformacion que tendría lugar en todo el mundo?

¿Se imagina cuántas mentiras dejarían de decirse y vivirse y cuántas actividades inútiles cesarían al punto?

Creo que no es exagerado decir que la mayor parte de la vida tal como la conocemos dejaría de existir.

Ni tampoco es una exageración que la mayoría de las gentes no sabrían que hacer si fueran purificadas así y liberadas de la Personalidad.

Pero si fueran súbitamente despertados así casi todos perderían la vida.

No sabrían que hacer o quiénes son.

Por esta razón todo despertar debe ser un proceso gradual.

El choque no ha de ser rudo sino un gradual desarrollo de la comprensión mediante la cual un hombre desecha gradualmente ciertos estados de sí y por medio de la ELECCIÓN INTERIOR prefiere otros mejores.

Esto lo conduce gradualmente al despertar y cuando ésta senda es seguida la caracteriza el hecho que una persona suele tener como por casualidad verdaderos instantes en que está muy próxima al Tercer Estado de Conciencia y reconoce que está en un estado por completo NUEVO que le es accesible y que en la vida ordinaria, cuando está enteramente identificada tanto consigo misma como con los eventos externos, no lo conoce.

La primera y principal etapa del Trabajo es despertar del sueño.

Cuando esto está firmemente establecido un hombre sabe lo que tiene que sacrificar, las cosas para las cuales ha de morir, y llega a ser capaz de sacrificarlas, de morir por ellas, y entonces comienza su re-nacimiento— esto es, la verdadera transformacion.

Pero por mucho tiempo permanece entre dos alternativas y es menester que tenga mucha PACIENCIA consigo mismo y no espere lograr aquello por lo cual aun no ha pagado el precio.

Hemos dicho una vez que LA PACIENCIA ES UNA COSA MUY CONSCIENTE y no tiene nada que ver con la resignación.

Cuando no podemos abrirnos paso a través de nuestros malos estados es preciso tener paciencia consigo mismo, pues conocemos la situación aunque por el momento nada podemos hacer para remediarla.

Citamos las palabras que Cristo dijo a sus discípulos cuando les previno lo que tendrían que soportar.

Dijo: "Con vuestra paciencia ganareis vuestras almas." (Lucas, XXI, 19), que significa nuestra vinculación con nuestro "Yo" Real.

Maurice Nicoll

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