PSICOLOGÍA DE LA POSIBLE EVOLUCIÓN DEL HOMBRE.
CONFERENCIA 2.
Continuando con nuestro estudio del hombre, debemos
hablar ahora en mayor detalle sobre los diferentes estados de conciencia.
Como ya lo he dicho, el hombre tiene posibilidad de
cuatro estados de conciencia: el sueño, la conciencia de vigilia, LA CONCIENCIA
DE SÍ, y LA CONCIENCIA OBJETIVA; pero el hombre vive sólo en dos: parte en el
sueño y parte en lo que es llamado estado de vigilia.
Es como si poseyera una casa de cuatro pisos, pero
viviera sólo en los dos inferiores.
El primero, o el estado más bajo de conciencia, es el
sueño.
Este es un estado pasivo y puramente subjetivo.
El hombre está rodeado de sueños.
Todas sus funciones psíquicas trabajan sin ninguna
dirección.
No hay lógica, no hay secuencia, ni causa, ni resultado
en los sueños.
Puramente imágenes subjetivas -ya sean reflejos de
experiencias anteriores o reflejos de percepciones vagas del momento, tales
como sonidos que llegan al hombre que duerme, sensaciones que vienen de su
cuerpo, ligeros dolores, sensaciones de tensión muscular- vuelan por su mente,
dejando una muy pequeña huella en la memoria y más frecuentemente sin dejar
ningún rastro.
El segundo grado de conciencia llega cuando el hombre
despierta.
Este segundo estado, el estado en que estamos ahora, es
decir en el que trabajamos, hablamos, imaginamos que somos seres conscientes, y
así sucesivamente, lo llamamos a menudo conciencia despierta o conciencia
lúcida, cuando en realidad debería llamarse "sueño despierto" o
"conciencia relativa".
Explicaremos más adelante este término.
Aquí es necesario comprender que el primer estado de
conciencia, esto es, el sueño, no desaparece cuando llega el segundo, es decir,
cuando el hombre despierta.
El sueño continúa, con todos sus sueños e impresiones,
sólo se le agrega una actitud más crítica hacia las propias impresiones,
pensamientos mejor hilvanados, y acciones más disciplinadas.
Y gracias a lo vivido de las impresiones sensoriales, a
los deseos, y a los sentimientos, especialmente el deseo de contradicción o de
imposibilidad cuya ausencia es total en el sueño, los sueños se vuelven
invisibles, exactamente como las estrellas y la luna se vuelven invisibles con
el resplandor del sol.
Pero están todos allí, y a menudo influyen en todos
nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, algunas veces incluso más que
la percepción real del momento.
Al respecto debo decir de inmediato que no me refiero a
lo que en la psicología moderna se llama "el subconsciente" o
"la mente subconsciente".
Estas son simplemente expresiones erróneas, términos
equivocados, que no quieren decir nada y no se refieren a ningún hecho real.
En nosotros no hay nada permanentemente subconsciente,
porque no hay nada permanentemente consciente y no hay "mente
subconsciente" por la sencilla razón de que no hay "mente
consciente".
Más adelante verán cómo se produjo este error, y cómo
apareció esta terminología equivocada que fue aceptada por doquier.
Pero volvamos a los estados de conciencia que existen en
realidad.
El primero es el sueño.
El segundo es el "sueño despierto" o
"conciencia relativa”.
Como ya dije, el primero es un estado puramente
subjetivo.
El segundo es menos subjetivo; el hombre ya distingue
entre el "yo" y el "no yo", es decir, entre su cuerpo y los
objetos que difieren de su cuerpo, y puede, hasta cierto punto, orientarse
entre ellos y conocer su posición y cualidades.
Pero no se puede decir que en este estado el hombre está
despierto, porque está muy fuertemente influenciado por los sueños, y de hecho
vive más en sueños que en la realidad.
Todos los absurdos y todas las contradicciones de la
gente, y de la vida humana en general, se pueden explicar cuando nos damos
cuenta de que la gente vive en el sueño, hace todo en el sueño, y no sabe que
están dormidos.
Es útil el recordar que este es el significado interior
de numerosas doctrinas antiguas.
La que mejor conocemos es el Cristianismo, o la enseñanza
de los Evangelios, en la cual la idea de que los hombres viven en el sueño y de
que ante todo deben DESPERTAR es la base de todas las explicaciones de la vida
humana, aunque muy raramente se la entienda como debiera ser comprendida, en
este caso literalmente.
Pero la pregunta es: ¿Cómo puede despertar un hombre?
La enseñanza de los Evangelios exige el despertar, pero
no dice cómo despertar.
No obstante el estudio psicológico de la conciencia
muestra que sólo cuando un hombre se da cuenta de que está dormido, se puede
decir que está en el camino del despertar.
Jamás podrá despertar si no se da cuenta antes de su
sueño.
Estos dos estados, sueño y sueño despierto, son los dos
únicos estados de conciencia en que vive el hombre.
Además de ellos hay dos estados de conciencia posibles
para el hombre, pero sólo le son accesibles después de dura y prolongada lucha.
Estos dos estados superiores de conciencia se llaman
"CONCIENCIA DE SÍ" Y "CONCIENCIA OBJETIVA”.
Generalmente creemos que poseemos la conciencia de sí, es
decir, que estamos conscientes de nosotros mismos, o en todo caso que podemos
ser conscientes de nosotros mismos en el momento que lo queramos; pero en
verdad "la conciencia de sí" es un estado que NOS LO ATRIBUIMOS SIN
NINGÚN DERECHO.
La "conciencia objetiva" es un estado del cual
no sabemos nada.
La conciencia de sí es un estado en el cual el hombre
llega a ser objetivo para consigo mismo, y la conciencia objetiva es un estado
en el cual entra en contacto con el mundo real, u objetivo, del cual ahora está
separado por los sentidos, sueños y estados subjetivos de conciencia.
Se puede hacer otra definición de los cuatro estados de
conciencia desde el punto de vista de LA POSIBLE COGNICIÓN DE LA VERDAD.
En el primer estado de conciencia, es decir, en el sueño,
no podemos saber nada de la verdad.
Inclusive si nos llegan algunas percepciones o
sentimientos reales, estos se mezclan con los sueños, y en el estado de sueño
no podemos distinguir entre los sueños y la realidad.
En el segundo estado de conciencia, es decir en el sueño
despierto, sólo podemos conocer la VERDAD RELATIVA, y es de allí de donde viene
el término "conciencia relativa".
En el tercer estado de conciencia, o sea en el estado de
conciencia de sí, podemos conocer toda la verdad sobre nosotros mismos.
En el cuarto estado de conciencia, es decir en el estado
de conciencia objetiva, se supone que somos capaces de conocer toda la verdad
sobre todas las cosas; podemos estudiar "las cosas en sí mismas",
"el mundo tal como es".
Esto está tan lejos de nosotros que ni siquiera podemos
pensar sobre ello de manera apropiada, y debemos tratar de comprender que hasta
los vislumbres de conciencia objetiva sólo pueden llegar en el estado
plenamente desarrollado de conciencia de sí.
En el estado de sueño podemos tener vislumbres de
conciencia relativa.
En el estado de conciencia relativa podemos tener
vislumbres de conciencia de sí.
Pero si deseamos tener períodos más prolongados de
conciencia de sí y no meramente vislumbres, tenemos que comprender que éstos no
pueden producirse por sí mismos, NECESITAN ACCIÓN VOLUNTARIA.
Esto quiere decir que la frecuencia y la duración de los
momentos de conciencia de sí dependen del dominio que uno tenga sobre sí mismo.
Quiere decir entonces que LA CONCIENCIA Y LA VOLUNTAD son
casi una sola y misma cosa, o en cualquier caso aspectos de la misma cosa.
Debemos comprender ahora que el primer obstáculo en el
camino del desarrollo de la conciencia de sí en el hombre es su convicción de
que ya la posee, o en cualquier caso, de que la puede tener en el momento en
que lo desee.
Es muy difícil persuadir a un hombre de que no está
consciente, ni de que tampoco puede ser consciente a voluntad.
Es particularmente muy difícil porque la naturaleza hace
aquí una jugarreta muy graciosa.
Si se le pregunta a un hombre si está consciente, o si se
le dice que no está consciente, contestará que si lo está, y que es absurdo
decir que no lo está, porque lo está oyendo y lo comprende.
Y tendrá toda la razón, aunque al mismo tiempo esté
totalmente equivocado.
Esta es la jugada que le hace la naturaleza.
Tendrá razón porque su pregunta o su observación lo habrán
vuelto vagamente consciente por un instante.
Un momento después la conciencia desaparecerá.
Pero recordará lo que usted le dijo y lo que él contestó,
y por supuesto considerará que está consciente.
En realidad el adquirir la conciencia de sí significa un
prolongado y duro trabajo.
¿Cómo podría un hombre estar de acuerdo con trabajar así,
si cree que ya posee exactamente lo que se le promete como resultado de un
prolongado y duro trabajo?
Naturalmente, un hombre no comenzará este trabajo ni lo
considerará necesario, hasta que no llegue a estar convencido de que no posee
ni conciencia de sí ni todo lo que esté relacionado con ella, es decir, la
unidad o individualidad, el "Yo" permanente y la voluntad.
Esto nos trae al asunto de las escuelas, ya que es sólo
en escuelas especiales donde se puede dar el desarrollo de la conciencia de sí,
de la unidad, del "Yo" permanente y de la voluntad.
Esto debe ser comprendido claramente.
Los hombres, al nivel de la conciencia relativa, no
pueden encontrar por sí mismos estos métodos; y estos métodos no se pueden
describir en libros ni enseñar en escuelas ordinarias, por la sencilla razón de
que son diferentes para cada persona y no hay un método universal que sea
igualmente aplicable a todos.
En otras palabras, esto quiere decir que quienes quieran
cambiar su estado de conciencia necesitan una escuela.
Pero antes deben darse cuenta de su necesidad.
Mientras crean que pueden hacer algo por sí mismos, no
serán capaces de hacer uso de una escuela, aunque la encuentren.
Las escuelas existen sólo para aquellos que necesitan
una, y que saben que necesitan una.
La idea de escuelas -el estudio de las clases de escuelas
que pueden existir, el estudio de los principios y métodos de escuela- ocupa un
lugar muy importante en el estudio de la psicología que está relacionada con la
idea de evolución; ya que sin una escuela no puede haber evolución.
Uno no puede ni siquiera comenzar, porque uno no sabe
cómo comenzar; mucho menos continuar o alcanzar cualquier cosa.
Esto quiere decir que habiéndose desembarazado de la
primera ilusión, la de que ya posee todo lo que uno puede tener, hay que
librarse de la segunda ilusión, la de que es posible obtener algo por uno
mismo; ya que por uno mismo no se puede conseguir nada.
Estas conferencias no son una escuela, ni siquiera el
comienzo de una escuela.
Una escuela requiere una presión de trabajo mucho mayor.
No obstante, a los que deseen escuchar puedo darles en
estas conferencias algunas ideas de cómo trabajan las escuelas, y de cómo se
las puede encontrar.
He dado antes dos definiciones de psicología.
Primero dije que la psicología es el estudio de la
posible evolución del hombre; y segundo, que la psicología es el estudio de sí
mismo.
Lo que quise decir es que sólo vale la pena estudiar la
psicología que investiga la evolución del hombre, y que la psicología que sólo
se ocupa de una fase del hombre, sin saber nada acerca de sus otras fases,
obviamente no es completa, y no puede tener ningún valor, aun desde un punto de
vista puramente científico, es decir, desde el punto de vista de la
experimentación y de la observación.
Porque la fase actual, tal como la estudia la psicología
ordinaria, no existe como algo separado, y consta de muchas subdivisiones que
van de fases inferiores a fases más altas.
Más aún, el experimento mismo y la observación muestran
que uno no puede estudiar la psicología como se estudia cualquier otra ciencia
que no está directamente conectada con uno mismo.
Uno debe comenzar el estudio de la psicología por uno
mismo.
Si juntamos, primero, lo que podamos saber sobre la
próxima fase en la evolución del hombre -es decir, qué significará adquirir la
conciencia, la unidad interior, un Yo permanente y la voluntad- y, segundo,
cierto material que podemos obtener por la observación de si -es decir, el
darnos cuenta de que no tenemos muchos poderes y facultades que nos arrogamos
llegaremos a una nueva dificultad en la comprensión del significado de la
psicología, y a la necesidad de una nueva definición.
Las dos definiciones que se han dado en la conferencia
anterior no son suficientes, porque el hombre por sí mismo no sabe qué
evolución le es posible, no ve dónde se encuentra en la actualidad, y se
atribuye rasgos que pertenecen a fases superiores de la evolución.
En efecto, no puede estudiarse a sí mismo siendo incapaz
de distinguir en sí mismo entre lo imaginario y lo real.
¿QUÉ ES MENTIR?
Como se entiende en el lenguaje ordinario, mentir quiere
decir distorsionar o en algunos casos esconder la verdad, o lo que la gente cree
que es la verdad.
Esta mentira juega un papel muy importante en la vida;
pero hay formas mucho peores de mentir, CUANDO LA GENTE NO SABE QUE MIENTE.
En la última conferencia dije que en nuestro estado
actual no podemos conocer la verdad, y que sólo podemos conocerla en el estado
de conciencia objetiva.
¿Cómo podemos mentir entonces?
Parecería que hubiera una contradicción en esto; pero en
realidad no la hay.
No podemos conocer la verdad, pero podemos PRETENDER que
la conocemos.
Y esto es mentir:
La mentira llena toda nuestra vida.
La gente pretende que sabe toda clase de cosas: sobre
Dios, sobre la vida futura, sobre el universo, sobre el origen del hombre,
sobre la evolución, sobre todas las cosas; pero en realidad NO SABE NADA, ni
siquiera sobre sí misma.
Y cada vez que habla sobre algo que no sabe como si lo
supiera, miente.
Por lo tanto el estudio de la mentira llega a ser de
capital importancia en la psicología.
Esto nos puede llevar a la tercera definición de la
psicología, que ES EL ESTUDIO DE LA MENTIRA.
La psicología se interesa particularmente en las mentiras
que el hombre dice y piensa sobre sí mismo.
Estas mentiras hacen muy difícil el estudio del hombre.
El hombre, tal cual es, NO ES UN ARTÍCULO AUTÉNTICO.
Es la imitación de algo, y hasta una muy mala imitación.
Imagínense a un científico de un remoto planeta que
reciba de la tierra muestras de flores artificiales, sin saber nada de las
flores verdaderas.
Le será extremadamente difícil el definirlas -explicar su
forma, su color, el material del que están hechas, es decir, alambre, algodón,
y papel coloreado- y el clasificarlas en cualquier forma.
La psicología se encuentra en una posición muy similar en
relación con el hombre.
Tiene que estudiar a un hombre artificial, sin conocer al
hombre real.
Ciertamente, no es fácil estudiar a un ser como el
hombre, cuando él mismo no sabe lo que es real ni lo que es imaginario en él.
Por esta razón la psicología tiene que comenzar por
separar lo que es real de lo que es imaginario en el hombre.
Es imposible estudiar al hombre como un todo, porque el
hombre está dividido en DOS PARTES: una que, en algunos casos, puede ser casi
toda REAL, y la otra parte que, en algunos casos, puede ser casi totalmente IMAGINARIA.
En la mayoría de los hombres corrientes estas dos partes
están entremezcladas, y no se pueden distinguir fácilmente, aunque ambas estén
allí, y ambas tengan su propio significado y efecto.
En el sistema que estamos estudiando, estas dos partes
son llamadas ESENCIA Y PERSONALIDAD.
La esencia es lo innato en el hombre.
La personalidad es lo adquirido.
La esencia es lo que le es propio.
La personalidad es lo que no le pertenece.
La esencia no se puede perder, no se le puede cambiar o
dañar tan fácilmente como a la personalidad.
La personalidad puede ser cambiada casi completamente con
el cambio de las circunstancias; se puede perder o dañar fácilmente.
Si trato de describir lo que es la esencia, debo decir,
ante todo, que es la base de la constitución física y mental del hombre.
Por ejemplo, un hombre es por naturaleza lo que se llama un buen marinero, otro no lo es; uno
tiene oído musical, otro no lo tiene; uno tiene capacidad para idiomas, otro
no.
Esta es la esencia.
La personalidad es todo lo que se ha aprendido de una u
otra manera; en lenguaje ordinario, “consciente” o ”inconscientemente”.
En la mayoría de los casos "inconscientemente"
significa por imitación, lo que, en efecto, desempeña un papel muy importante
en el desarrollo de la personalidad.
Aun en las funciones instintivas, las que naturalmente
deberían estar libres de personalidad, hay generalmente muchos así llamados
"gustos adquiridos", es decir toda clase de gustos y aversiones
artificiales, todos adquiridos por imitación e imaginación.
Estos gustos y aversiones artificiales desempeñan un
papel muy importante y desastroso en la vida del hombre.
Por naturaleza, al hombre le debería gustar lo que es
bueno para él y tener aversión a lo que es malo para él.
Pero esto es así sólo mientras la esencia domina a la
personalidad, como debería hacerlo; en otras palabras, cuando un hombre es sano
y normal.
Cuando la personalidad comienza a dominar a la esencia, y
cuando el hombre se vuelve menos sano, comienza a gustarle lo que es malo para
él y a disgustarle lo que le es bueno.
Esto está relacionado con la causa principal de lo que
puede estar mal en las relaciones mutuas entre la esencia y la personalidad.
Normalmente, la esencia debe dominar a la personalidad.
En ese caso la personalidad puede ser verdaderamente
útil.
Pero si la personalidad domina a la esencia, esto acarrea
pésimos resultados.
Se debe comprender que la personalidad es también
necesaria para el hombre; no podemos vivir sin la personalidad y sólo con la
esencia.
Pero la esencia y la personalidad deben crecer
paralelamente, y la una no debe desarrollarse más que la otra.
Entre personas sin cultura pueden ocurrir casos en que la
esencia se desarrolla más que la personalidad.
Los así llamados hombres simples pueden ser muy buenos, y
aun hasta hábiles, pero son incapaces de desarrollarse de la misma manera que
otros con personalidad más desarrollada.
Entre la gente más culta, a menudo se encuentran casos en
que la personalidad está más desarrollada que la esencia y en tales casos la
esencia permanece en un estado a medio crecer o a medio desarrollo.
Esto significa que con un rápido y temprano desarrollo de
la personalidad, el crecimiento de la esencia prácticamente se puede detener en
una muy temprana edad y vemos como resultado a hombres y mujeres de apariencia
adulta, pero cuya esencia permanece en la edad de diez o doce años.
En la vida moderna hay muchas condiciones que favorecen
enormemente este subdesarrollo de la esencia.
Por ejemplo, la afición por el deporte, especialmente por
LA COMPETENCIA deportiva, puede detener muy efectivamente el desarrollo de la
esencia y algunas veces a tan temprana edad que ya nunca se puede recuperar
totalmente.
Esto nos muestra que no se puede considerar a la esencia
como conectada solamente con la constitución física, en el sentido simple de
esta idea.
Con el fin de explicar más claramente lo que quiere decir
la esencia, debo regresar una vez más al estudio de las funciones.
En la última conferencia dije que el estudio del hombre
comienza con el estudio de cuatro funciones: intelectual, emocional, motriz e
instintiva.
Según la psicología ordinaria y según el pensamiento
ordinario, sabemos que las funciones intelectuales, pensamientos, etc., son
controlados o producidos por cierto centro que le llamamos "mente" o
"intelecto" o "cerebro".
Y esto es muy justo.
Sin embargo, para ser totalmente justos, tenemos que
comprender que cada una de las otras funciones es también controlada por su
propia mente o centro.
Por lo tanto, desde el punto de vista de esta enseñanza,
hay cuatro mentes o centros que controlan nuestras acciones ordinarias: mente o
centro intelectual, centro emocional, centro motor y centro instintivo.
En lo sucesivo, al referirnos a ellos, los llamaremos
siempre CENTROS.
Cada centro es totalmente independiente de los demás,
tiene su propia esfera de acción, sus propios poderes y sus propias formas de
desarrollo.
LOS CENTROS, es decir, su estructura, sus capacidades,
sus lados fuertes, y sus defectos le pertenecen a la esencia.
SU CONTENIDO, es decir, todo lo que cada centro adquiere,
le pertenece a la personalidad.
Más adelante explicaremos el contenido de los centros.
Como ya lo he dicho, la personalidad es tan necesaria
para el desarrollo del hombre como lo es la esencia, sólo que tiene que estar
en el sitio que le corresponde.
Esto es casi imposible, porque la personalidad está llena
de ideas equivocadas sobre sí misma.
No quiere ocupar el sitio que le corresponde, porque el
sitio que le corresponde es secundario y subordinado; y no quiere conocer la
verdad sobre sí misma, porque conocerla querrá decir abandonar su falsa
posición dominante, y ocupar la posición inferior que en realidad le pertenece.
El estado actual de falta de armonía del hombre está
determinado por las equivocadas posiciones relativas de la esencia y de la
personalidad.
Y el único camino para salir de este estado de desarmonía
es EL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO.
Conocerse a sí mismo...
Este fue el primer principio y la primera demanda de las
antiguas escuelas de psicología.
Todavía recordamos las palabras, pero hemos perdido su
significado.
Nosotros creemos que el conocernos a nosotros mismos
quiere decir conocer nuestras peculiaridades, nuestros deseos, nuestros gustos,
nuestras capacidades y nuestras intenciones, cuando en realidad lo que quiere
decir es CONOCERNOS A NOSOTROS MISMOS COMO MÁQUINAS, es decir, conocer la
estructura de la propia máquina, sus partes, la función de las diferentes
partes, las condiciones que rigen su trabajo, y así sucesivamente.
En forma general nos damos cuenta de que no podemos
conocer ninguna máquina sin estudiarla.
Debemos recordarlo cuando se trata de nosotros mismos y
tenemos que estudiar nuestras propias máquinas como máquinas.
El medio para este estudio es LA OBSERVACIÓN DE SÍ MISMO.
No hay otra manera y nadie puede hacer este trabajo por
nosotros.
Tenemos que hacerlo nosotros mismos.
Pero antes de ello, tenemos que aprender cómo observar.
Quiero decir, tenemos que comprender EL LADO TÉCNICO de
la observación: debemos saber que es necesario observar diferentes funciones y
distinguir una de otra, recordando, al mismo tiempo; acerca de los diferentes
estados de conciencia, acerca de nuestro sueño y acerca de los numerosos
“yoes" que hay en nosotros.
Tales observaciones darán muy pronto resultados.
Lo primero que notará un hombre es que no puede observar
imparcialmente todo lo que encuentra en sí mismo.
Algunas cosas le pueden agradar, otras le fastidiarán, lo
irritarán, hasta lo horrorizarán.
Y no puede ser de otro modo.
El hombre no se puede estudiar a sí mismo como a una
estrella remota o como a un fósil raro.
Naturalmente, le agradará en él lo que favorece su
desarrollo y le desagradará lo que hace su desarrollo más difícil, o hasta
imposible.
Esto quiere decir que inmediatamente después de empezar a
observarse a sí mismo, comenzará a distinguir RASGOS ÚTILES Y RASGOS DAÑINOS en
sí mismo, es decir, útiles o dañinos desde el punto de vista del posible
conocimiento de sí, de su posible despertar, de su posible desarrollo.
Verá en él lo que puede llegar a ser consciente y lo que
no puede llegar a ser consciente y tiene que ser ELIMINADO.
Al observarse a sí mismo, debe recordar siempre que el
estudio de sí es el primer paso hacia su posible evolución.
Debemos ver ahora cuáles son aquellos rasgos dañinos que
el hombre encuentra en sí mismo.
En términos generales, todas son MANIFESTACIONES
MECÁNICAS.
La primera, como ya se ha dicho, es mentir.
La mentira es inevitable en la vida mecánica.
Nadie puede escaparse de ella, y cuanto más uno cree que
está libre de la mentira tanto más está uno en ella.
Tal cual es la vida no podría existir sin la mentira.
Pero desde el punto de vista psicológico, la mentira
tiene otro significado.
Quiere decir hablar sobre cosas que uno no conoce, y que
inclusive no puede conocer, como si uno las conociese y como si las pudiese
conocer.
Ustedes deben comprender que no estoy hablando desde
ningún punto de vista moral.
No hemos llegado aún a la cuestión de lo que es bueno y
de lo que es malo por sí.
Hablo sólo desde un punto de vista práctico, de lo que es
útil y de lo que es dañino para el estudio de sí y para el desarrollo de sí.
Comenzando de esta manera, el hombre aprende muy pronto a
descubrir señales por las que puede conocer en sí mismo las manifestaciones
dañinas.
Descubre que cuanto más puede CONTROLAR una
manifestación, tanto menos dañina puede ser, y que cuanto menos pueda
controlarla, es decir, cuanto más mecánica sea, tanto más dañina puede llegar a
ser.
Cuando el hombre comprende esto llega a tener miedo de
mentir, repito, no por causas morales sino porque no puede controlar su
mentira, y porque la mentira lo controla a él, es decir, a sus otras funciones.
El segundo rasgo peligroso que encuentra en sí mismo es LA
IMAGINACIÓN.
Inmediatamente después de comenzar la observación de sí
llega a la conclusión de que el OBSTÁCULO PRINCIPAL para la observación es la
imaginación.
Quiere observar algo, pero en vez de ello, comienza en él
la imaginación sobre ese algo, y se olvida de la observación.
Muy pronto se da cuenta de que la gente le da a la
palabra "imaginación" un significado totalmente artificial y
totalmente inmerecido, en el sentido de facultad creativa o selectiva.
Se da cuenta de que la imaginación es una facultad
destructiva, que él nunca puede controlar, y que siempre lo arrastra lejos de
sus decisiones más conscientes en una dirección que no tenía intención de
seguir.
La imaginación es casi tan mala como la mentira; es, de
hecho, mentirse a sí mismo.
El hombre comienza a imaginar algo para darse un placer,
y muy pronto comienza a creer en lo que imagina, o al menos en parte de ello.
Además, o quizá aun antes, uno encuentra muchos efectos
muy peligrosos en la expresión de LAS EMOCIONES NEGATIVAS.
El término "emociones negativas" expresa todas
las emociones de violencia o depresión: compasión de sí mismo, cólera,
suspicacia, miedo, fastidio, aburrimiento, desconfianza, celos, etc.
Ordinariamente uno acepta la expresión de estas emociones
negativas como algo muy natural y hasta necesario.
Muy a menudo la gente la llama "sinceridad".
Por supuesto no tiene nada que ver con sinceridad; es
simplemente un signo de debilidad en el hombre, un signo de mal genio y de
incapacidad de guardar para sí los motivos de queja.
El hombre se da cuenta de esto cuando trata de OPONÉRSELES.
Y al hacerlo aprende otra lección.
Se da cuenta de que a las manifestaciones mecánicas no
basta con observarlas, es necesario RESISTIRSE A ELLAS, porque si no se les
resiste uno no puede observarlas.
Aparecen en forma tan rápida, tan habitual, y tan
imperceptiblemente, que es imposible notarlas si no se hacen esfuerzos
suficientes para CREARLES OBSTÁCULOS.
Luego de la expresión de emociones negativas uno nota en
sí mismo o en otras personas otro curioso rasgo mecánico.
ES EL HABLAR.
No hay nada dañino en el hecho mismo de hablar.
Pero en algunas personas, especialmente en aquellas que
lo notan menos, es en realidad UN VICIO.
Hablan todo el tiempo, donde quiera que estén, mientras
trabajan, mientras viajan, y hasta mientras duermen.
Nunca dejan de hablarle a alguien, si hay alguien con
quien hablar, y si no hay nadie se hablan a sí mismos.
Esto, también, no sólo debe ser observado sino RESISTIDO
tanto como sea posible.
Uno no puede observar nada si no controla su hablar, y
todos los resultados de las observaciones se evaporarán de inmediato al hablar.
Las dificultades que tiene para observar estas cuatro
manifestaciones, mentir, imaginar, la expresión de emociones negativas y el
hablar innecesario, le demuestran al hombre su total mecanicidad y la
imposibilidad que tiene hasta de luchar contra esta mecanicidad si no cuenta
con ayuda, es decir, sin un nuevo conocimiento y sin una ayuda directa.
Porque aun si un hombre ha recibido cierto material, se
olvida de usarlo, se olvida de observarse a sí mismo; en otras palabras, vuelve
a caer en el sueño y debe ser despertado siempre.
Esta "caída en el sueño" tiene ciertas
características propias definidas, desconocidas en la psicología ordinaria.
Estas características requieren un estudio especial.
Hay dos.
La primera se llama IDENTIFICACIÓN.
"Identificarse" o "la identificación"
es un curioso estado en el cual el hombre pasa más de la mitad de su vida.
Se "identifica" con todo: con lo que dice, con
lo que siente, con lo que cree, con lo que no cree, con lo que desea, con lo
que no desea, con lo que le atrae, con lo que le repele.
Todo lo absorbe, y no puede separarse a sí mismo de la
idea, del sentimiento o del objeto que lo absorbe.
Esto quiere decir que en el estado de identificación, el
hombre es incapaz de ver imparcialmente el objeto de su identificación.
Es difícil encontrar una cosa, por pequeña que sea, con
la cual el hombre no se pueda “identificar”.
Al mismo tiempo, en estado de identificación, el hombre
tiene aun menos control sobre sus reacciones mecánicas que en cualquier otro
momento.
Manifestaciones tales como el mentir, el imaginar, la
expresión de emociones negativas, y el hablar constante, necesitan de la
identificación.
No pueden existir sin la identificación.
Si el hombre pudiera liberarse de la identificación, se
liberaría de muchas manifestaciones inútiles y tontas.
En la Philokalia, que fue mencionada en la primera
conferencia, está admirablemente bien descrita la identificación, su
significado, sus causas y sus efectos.
Pero en la psicología moderna no se puede encontrar ni
rastro de esta comprensión.
Es un "descubrimiento psicológico"
completamente olvidado.
El segundo factor productor de sueño, emparentado con la
identificación, es LA CONSIDERACIÓN INTERIOR.
En realidad "considerar" es identificarse con
las personas.
Es un estado en el cual el hombre se preocupa
constantemente acerca de lo que otras personas piensan de él; si lo tratan como
se merece, si lo admiran suficientemente, etc., etc.
El "considerar" desempeña un papel muy
importante en la vida de todo el mundo, pero en algunas personas se convierte
en una obsesión.
Todas sus vidas están repletas de consideración; es
decir, de preocupación, de duda, y de sospecha, y no queda lugar para nada más.
El mito del "complejo de inferioridad" y otros
"complejos" se ha creado por los fenómenos vagamente percibidos pero
no comprendidos de la "identificación" y de la
"consideración".
Tanto la "identificación" como la
"consideración" deben ser estudiadas muy seriamente.
Sólo el conocimiento cabal de ambas puede disminuirlas.
Si uno no puede verlas en sí mismo, puede verlas
fácilmente en otras personas.
Pero se debe recordar que uno no difiere en forma alguna
de los demás.
En este sentido todas las personas son iguales.
Regresando a lo que se dijo antes, debemos tratar de comprender
más claramente cómo debe comenzar el desarrollo del hombre, y de qué manera el
estudio de sí mismo puede ayudar en este comienzo.
Desde el primer instante encontramos una dificultad en
nuestro lenguaje.
Por ejemplo, queremos hablar de un hombre desde el punto
de vista de la evolución.
Pero la palabra "hombre" en el lenguaje
ordinario no admite ninguna variación o gradación.
El hombre que nunca es consciente y que ni siquiera lo
sospecha, el hombre que está luchando para llegar a ser consciente, el hombre
que es plenamente consciente: todo es lo mismo en nuestro lenguaje.
En todos los casos es siempre el "hombre".
Con el fin de obviar esta dificultad y para ayudar al
estudiante a clasificar sus nuevas ideas, esta enseñanza divide al hombre en siete
categorías.
Las tres primeras categorías están prácticamente en el
mismo nivel.
El hombre N° 1, un hombre en el cual los centros motor e
instintivo predominan sobre el intelectual y el emocional, es decir, el hombre
físico.
El hombre N° 2, un hombre en el cual el centro emocional
predomina sobre el intelectual, el motor y el instintivo.
El hombre emocional.
El hombre N° 3, un hombre en el cual el centro
intelectual predomina sobre el emocional, el motor y el instintivo.
El hombre intelectual.
En la vida ordinaria encontramos sólo estas tres
categorías de hombre.
Cada uno de nosotros y todos los que conocemos, es un
hombre N° 1, N° 2 o N° 3.
Hay categorías superiores de hombres, pero los hombres no
nacen perteneciendo ya a estas categorías superiores.
Todos nacen N° 1, 2 ó 3, y alcanzan categorías superiores
sólo pasando a través de escuelas.
El hombre N° 4 no nace como tal.
Es el producto de una cultura de escuela.
Difiere de los hombres N° 1, 2 y 3 por el conocimiento de
sí mismo, por la comprensión de su posición y, como podríamos expresarlo
técnicamente, por haber adquirido un centro de gravedad permanente.
Esto último quiere decir que la idea de adquirir la
unidad, la conciencia, un "Yo" permanente, y la voluntad -es decir,
la idea de su desarrollo- ha llegado a ser para él más importante que sus otros
intereses.
Debemos agregar a las características del hombre N° 4,
que sus funciones y sus centros están mejor equilibrados, de una manera tal que
no podría equilibrarlos sin trabajar sobre sí mismo, de acuerdo con los
principios y métodos de una escuela.
El hombre N° 5 es un hombre que ha adquirido la unidad y
la conciencia de sí.
Es diferente del hombre ordinario, porque en él ya
trabaja uno de los centros superiores, y tiene muchas funciones y poderes que
un hombre ordinario, es decir, un hombre N° 1, 2 ó 3 no tiene.
El hombre N° 6 es un hombre que ha adquirido la
conciencia objetiva.
Otro centro superior trabaja en él.
Posee muchas más nuevas facultades y poderes, más allá de
la comprensión del hombre ordinario.
El hombre N° 7 es un hombre que ha alcanzado todo lo que
un hombre puede alcanzar.
Tiene un Yo permanente y una voluntad libre.
Puede controlar todos los estados de conciencia en sí
mismo y ya no puede perder nada de lo que ha adquirido.
De acuerdo con otra descripción, él es inmortal dentro de
los límites del sistema solar.
La comprensión de esta división del hombre en siete categorías
es muy importante, ya que la división tiene muchísimas aplicaciones en todas
las formas posibles de estudio de la actividad humana.
En manos de aquellos que la comprenden es una herramienta
o instrumento muy fuerte y muy fino para la definición de manifestaciones que,
sin ella, son imposibles de definir.
Tomen, por ejemplo, los conceptos generales de religión,
de arte, de ciencia y de filosofía.
Comenzando por la religión, podemos ver de inmediato que
debe haber una religión del hombre N° 1, esto es todas las formas de
fetichismo, no importa como se les llame; una religión del hombre N° 2, es
decir una religión emocional, sentimental, que llega algunas veces hasta el
fanatismo, hasta las formas más crudas de la intolerancia, hasta la persecución
de los herejes, y así sucesivamente; una religión del hombre N° 3, esto es, una
religión teórica, escolástica, llena de argumentos sobre las palabras, las
formas, los ritos, lo que viene a ser más importante que cualquier otra cosa;
una religión del hombre N° 4, esto es, la religión del hombre que trabaja en el
desarrollo de sí; una religión del hombre N° 5, esto es la religión del hombre
que ha alcanzado la unidad y puede ver y saber muchas cosas que los hombres N°
1, 2 y 3, no pueden ver ni conocer; luego una religión del hombre N° 6 y una
religión del hombre N° 7, sobre ninguna de las cuales podemos saber nada.
La misma división se aplica al arte, a la ciencia y a la
filosofía.
Debe haber un arte del hombre N° 1, un arte del hombre N°
2 y un arte del hombre N° 3; una ciencia del hombre N° 1, una ciencia del
hombre N° 2, una ciencia del hombre N° 3, una ciencia del hombre N° 4, y así
sucesivamente.
Ustedes deben tratar de encontrar ejemplos por su propia
cuenta.
Esta expansión de conceptos aumenta enormemente nuestra
posibilidad de encontrar soluciones adecuadas a muchos de nuestros problemas.
Esto significa que la enseñanza nos da la posibilidad de
estudiar un nuevo lenguaje, es decir, nuevo para nosotros, que nos permitirá
conectar ideas de categorías diferentes que en realidad están ligadas, y
separará ideas, aparentemente de la misma categoría, que en realidad son
diferentes.
La división de la palabra "hombre" en siete
palabras -hombre N° 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7, con todo lo que de esto se desprende-
es un ejemplo de este nuevo lenguaje.
Tenemos entonces una cuarta definición de la psicología
como el estudio de un nuevo lenguaje.
Y este nuevo lenguaje es un lenguaje universal, que la
gente a veces trata de encontrar o de inventar.
La expresión "un lenguaje universal" ó
"lenguaje filosófico" no debe ser tomada en sentido metafórico.
El lenguaje es universal en el mismo sentido que los
símbolos matemáticos son universales.
Y además contiene en sí mismo todo lo que la gente pueda
pensar de ello.
Hasta las pocas palabras que se han explicado de este
lenguaje dan la posibilidad de pensar y de hablar con mayor precisión de la que
es posible en el lenguaje ordinario que usa cualquiera de las terminologías y
nomenclaturas científicas o filosóficas existentes.
OUSPENSKY
No hay comentarios:
Publicar un comentario