VALORAR EL TRABAJO PSICOLÓGICO
En este comentario consideraremos qué es la conciencia.
Estamos estudiando el acrecentamiento de conciencia sobre
el cual tanto hincapié hace El Trabajo y en el que algunos no ven significado
alguno.
Recordemos primero que nada se puede aprender con exactitud
sin AFECTO.
Una de las manifestaciones del afecto es el INTERÉS.
A nadie le cuesta ver que es imposible aprender un tema a
menos de interesarse por él.
Por lo tanto, no veremos significado alguno en todo lo
que es enseñado acerca del acrecentamiento de conciencia en El Trabajo si el
tema no nos interesa.
En este caso, probablemente creemos en secreto que ya somos
plenamente conscientes.
Si es así, solo cabe decir que constituye un admirable
ejemplo de la adoración de sí y exige una capilla privada con un altar sobre el
cual este colocado un gran retrato de uno mismo.
Sin embargo, el problema a veces no radica en la adoración
de sí.
Se debe a veces a que una persona no entiende a que se
asemeja un acrecentamiento de conciencia.
Quiero decir, tal vez no afirme cómoda o ciegamente que está
plenamente consciente y hasta admite no estarlo, pero es incapaz de entender lo
que significa acrecentar la conciencia y se siente impotente debido a su
ignorancia.
Todos conocemos ese estado.
Ahora bien, para salir de ese estado debemos retornar a
la valoración del Trabajo y a las razones que impulsan a buscar el Trabajo.
Diré meramente que a menos de hacerlo nos quedaremos
atascados.
Todos los esfuerzos cesaran, por eso es necesario
regresar interiormente a la valoración —y revaluar el Trabajo—.
Esto libera la energía.
En términos de LA OCTAVA-TRABAJO hemos de retornar a la
nota Do y hacerla sonar con más fuerza.
Muchos "Yo" atacan esa nota y buscan extraer su
energía de vibración —"Yo" burlones, "Yo" payasos,
"Yo" feos, "Yo" crueles, "Yo" duros,
"Yo" discutidores, "Yo" denegadores, "Yo"
alborotadores—.
Todas las cosas desagradables que están en nosotros
intentan atacar esta nota inicial del Trabajo.
Lo hacen porque saben, aunque lo ignoremos, que el poder
que tienen sobre nosotros se verá amenazado por El Trabajo, que aporta valores extraños
y nuevos.
Porque la valoración del Trabajo, que es Do, radica en valorar
nuevos valores, y una constante renovación de ellos mediante la revaloración es
necesaria y no una constante revaloración de los antiguos valores.
El hombre interior ha de renovarse día tras día, tal como
lo dice San Pablo.
Le sorprenderá ver cuán tenue, cuan débil, puede llegar a
ser ese Do.
Se debe ello a que no lo renueva día tras día y permite
que el tumulto de la vida lo ahogue.
Las circunstancias pueden hacer que un Do-vida sea fácil:
un Do-Trabajo no es fácil —va en contra de la vida—.
Además de hacer sonar fuertemente la nota Do en nuestro
ser, es preciso reflexionar hondamente —esto es, en el Hombre Interior— por qué
se busca El Trabajo, porque ambos van juntos —o deberían ir—.
Si una persona carece de valoración y de propósito, ¿cómo
puede recibir alguna vez la fuerza del Trabajo?
Nada tiene con que recibirla.
Si no hay nada en ella que reciba El Trabajo, éste no
puede ayudarla.
Si no influye en su manera de pensar o sentir o actuar,
es la señal de que carece de valoración y de propósito.
Ahora bien, tal como se dijo, quizá se deba a que una
persona es incapaz de comprender qué significa el acrecentamiento de conciencia
y se siente impotente.
Ocurre así cuando dicha persona nunca pensó en la
conciencia.
No cabe duda que la daba por supuesta y nunca pensó qué
era en realidad.
Una enseñanza que le dice, que no es propiamente
consciente la desconcierta.
Maurice Nicoll
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