PSICOLOGÍA DE LA POSIBLE EVOLUCIÓN DEL HOMBRE
CONFERENCIA 4
Comenzaremos hoy con un examen más detallado de los
centros.
El centro de gravedad del centro intelectual está en el
cerebro; el centro de gravedad del centro emocional está en el plexo solar; los
centros de gravedad de los centros motor e instintivo están en la médula
espinal.
Así que el estudio de los centros, que están escondidos
de nosotros, debe comenzar por la observación de sus funciones, que están muy
abiertas a nuestra investigación.
Este es un método bastante usual.
En diferentes ciencias -física, química, astronomía,
fisiología- cuando no podemos alcanzar los hechos, o los objetos, o las
materias que deseamos estudiar, tenemos que comenzar por LA INVESTIGACIÓN DE
SUS RESULTADOS O DE SUS HUELLAS.
En este caso nos ocuparemos de las funciones directas de
los centros; de manera que todo lo que establezcamos sobre las funciones se
puede aplicar a los centros.
Todos los centros tienen mucho en común y, al mismo
tiempo, cada centro tiene sus propias características peculiares que siempre se
deben tener presentes.
Uno de los principios más importantes que se debe
comprender en relación con los centros es la gran diferencia en sus VELOCIDADES,
es decir, una diferencia en las velocidades de sus funciones.
EL MÁS LENTO es el centro intelectual.
Luego -aunque mucho más rápidos- vienen los centros motor
e instintivo, que tienen más o menos la misma velocidad.
El más rápido de todos es el centro emocional, aun cuando
en el estado de "sueño despierto" muy raramente trabaje con nada que
se aproxime a su verdadera velocidad, y por lo general trabaja a la velocidad
de los centros instintivo y motor.
Centro intelectual Cabeza
Centro emocional: Parte media del cuerpo. Pecho
Centros motor e instintivo: Parte inferior del tronco y
espalda.
Las observaciones nos pueden ayudar a establecer una gran
diferencia entre las velocidades de las funciones, pero no nos pueden dar
cifras exactas.
En realidad la diferencia es muy grande, más grande de lo
que uno puede imaginar que sea posible entre funciones del mismo organismo.
Como acabo de decir, con nuestros medios ordinarios no
podemos calcular la diferencia en la velocidad de los centros; pero si se nos
dice cuál es, podemos encontrar muchos hechos que no nos confirmarán las cifras
pero si la existencia de la enorme diferencia.
Así que, antes de dar cifras, deseo hablar sobre las
observaciones ordinarias que podemos hacer sin un conocimiento especial.
Por ejemplo, traten de comparar la velocidad de los
procesos mentales con la de las funciones motrices.
Traten de observarse cuando tienen que realizar
simultáneamente muchos movimientos rápidos, como cuando manejan un auto en una
calle congestionada, o cuando cabalgan rápido en un camino malo, o cuando hacen
cualquier trabajo que requiera juicio y movimientos rápidos.
Verán en seguida que no pueden observar todos sus
movimientos.
Tendrán que hacerlos más lentos o perder la mayor parte
de sus observaciones; de otra manera corren el riesgo de un accidente y
probablemente tengan uno si persisten en observar.
Se pueden hacer muchas observaciones similares,
especialmente en el centro emocional, que es aún más rápido.
En realidad cada uno de nosotros tiene muchas
observaciones sobre las diferentes velocidades de nuestras funciones, pero muy
rara vez reconocemos el valor de nuestras observaciones y de nuestras
experiencias.
Sólo cuando conocemos el principio es cuando comenzamos a
comprender nuestras propias observaciones previas.
Al mismo tiempo debemos decir que todas las cifras que se
refieren a estas velocidades diferentes son conocidas y están establecidas en
los sistemas de escuela.
Como lo verán luego, la relación entre la velocidad de
los centros es una cifra extraña que tiene un significado cósmico, es decir, se
encuentra en muchos procesos cósmicos o, mejor dicho, es divisor en muchos
procesos cósmicos.
Esta cifra es 30.000.
Esto quiere decir que los centros motor e instintivo son
30.000 veces más rápidos que el centro intelectual.
Y el centro emocional, cuando trabaja a su propia velocidad, es 30.000 veces más
rápido que los centros motor e instintivo. Es difícil creer en tan enorme
diferencia entre las velocidades de las funciones en el mismo organismo.
En realidad esto quiere decir que cada uno de los
diferentes centros tiene UN TIEMPO COMPLETAMENTE DISTINTO.
Los centros motor e instintivo tienen un tiempo 30.000
veces más largo que el centro intelectual, y el centro emocional tiene 30.000
veces más tiempo que los centros motor e instintivo.
¿Entienden ustedes claramente lo que quiere decir
"un tiempo más largo"?
Significa que para cada clase de trabajo que un centro
tiene que hacer tiene tanto más tiempo.
Sin embargo, por extraño que sea, la gran diferencia en
la velocidad de los centros explica gran número de fenómenos muy bien conocidos
que la ciencia ordinaria no puede explicar y, que por lo general los evade en
silencio, o simplemente rehúsa discutir.
Me refiero ahora a la asombrosa y totalmente inexplicable
velocidad de algunos procesos fisiológicos y mentales.
Por ejemplo, un hombre toma una copa de brandy e
inmediatamente, en menos de un segundo, experimenta muchos nuevos sentimientos
y sensaciones, un sentimiento de cordialidad, de relajación, de alivio, de paz,
de contento, de bienestar; o por el contrario, cólera, irritación, etc.
Lo que sienta puede ser diferente en casos distintos,
pero lo que no cambia es que el cuerpo responde al estimulo muy rápidamente,
casi de inmediato.
En realidad no hay necesidad de hablar de brandy o de
cualquier otro estimulo; si un hombre está muy sediento o muy hambriento, un
vaso de agua o un pedazo de pan producirán el mismo rápido efecto.
Por ejemplo, se pueden comprobar fenómenos similares que
evidencian la enorme velocidad de ciertos procesos, al observar los sueños.
Me he referido a algunas de estas observaciones en “Un
Nuevo Modelo del Universo”.
Existe la misma diferencia entre los centros instintivo e
intelectual, o entre los centros motor e intelectual.
Pero estamos tan acostumbrados a estos fenómenos que
raramente pensamos en qué extraños e incomprensibles son.
Por supuesto, para un hombre que nunca ha pensado en sí
mismo y nunca ha tratado de estudiarse a sí mismo, no hay nada extraño en esto
o en cualquier otra cosa.
Pero en realidad, desde el punto de vista de la
fisiología ordinaria estos fenómenos parecen casi milagrosos.
Un fisiólogo sabe por cuantos procesos complicados se
tiene que pasar entre tomar brandy o un vaso de agua y sentir sus efectos.
Cada sustancia que entra en el cuerpo por la boca tiene
que ser analizada, probada de diferentes maneras para sólo después ser aceptada
o rechazada.
Y todo esto sucede en un segundo o menos.
Es un milagro y al mismo tiempo no lo es.
Puesto que, si conocemos la diferencia de velocidad de
los centros y recordamos que el centro instintivo, que es el que tiene que
hacer el trabajo, tiene 30.000 veces más tiempo que el centro intelectual, que
es a través del cual medimos nuestro tiempo ordinario, podemos comprender como
es posible que esto pueda suceder.
Significa que el centro instintivo no tiene un segundo,
sino aproximadamente OCHO HORAS de su propio tiempo para este trabajo, y en
ocho horas se puede llevar a cabo este trabajo en un laboratorio ordinario, sin
prisa innecesaria.
Así que nuestra idea de la extraordinaria velocidad de
este trabajo es pura ilusión y la tenemos porque creemos que nuestro tiempo
ordinario, o el tiempo del centro intelectual, es el único tiempo que existe.
Más adelante volveremos al estudio de la diferencia de
velocidad de los centros.
Ahora tenemos que comprender otra característica de los
centros, la que posteriormente nos dará muy buen material para la observación
de sí y para el trabajo sobre nosotros mismos.
Se supone que cada centro está dividido en dos partes:
positiva y negativa.
Esta división es particularmente clara en el centro
intelectual y en el centro instintivo.
Todo el trabajo del centro intelectual está dividido en
dos partes: afirmación y negación; sí y no.
En cada momento de nuestro pensar, uno de los dos
prevalece sobre el otro o, en momentos de igual fuerza, llegan a la indecisión.
La parte negativa del centro intelectual es tan útil como
la positiva, y cualquier debilitamiento en la fuerza de una con respecto de
otra acarrea desórdenes mentales.
En el trabajo del centro instintivo, la división es
también bastante clara, y ambas partes, positiva y negativa, o agradable y
desagradable, son igualmente necesarias para una justa orientación en la vida.
Las sensaciones agradables de sabor, olor, tacto,
temperatura, calor, frescura, aire fresco, todas indican condiciones que son
beneficiosas para la vida; y las sensaciones desagradables de mal sabor, de mal
olor, de contacto desagradable, la sensación de calor opresivo o de frío extremo,
todas indican condiciones que pueden ser dañinas para la vida.
Se puede entonces decir definitivamente que no es posible
ninguna orientación verdadera en la vida si no se tienen ambas sensaciones: las
agradables y las desagradables.
Ellas son la verdadera guía de toda vida animal en la
tierra y cualquier falla en ellas produce una falta de orientación y por
consiguiente un peligro de enfermedad o de muerte.
Piensen en qué rápido se envenenaría un hombre si
perdiera todo sentido del sabor y del olor o si, de alguna manera no natural,
venciera su disgusto natural por sensaciones desagradables.
En el centro motor la división en dos partes, positiva y
negativa, sólo tiene un significado lógico; es decir, el movimiento en
oposición al reposo.
Para la observación práctica no tiene utilidad.
En el centro emocional, a primera vista, la división es
muy simple y obvia.
Si tomamos emociones agradables, tales como alegría,
simpatía, afecto, confianza en sí mismo, como pertenecientes a la parte positiva,
y emociones desagradables, tales como aburrimiento, irritación, celos, envidia,
miedo, como pertenecientes a la parte negativa, las cosas parecerán muy
simples; pero en realidad son mucho más complicadas.
Para comenzar, en el centro emocional no hay una parte
negativa natural.
La mayoría de las emociones negativas son artificiales;
no pertenecen al mismo centro emocional y están basadas en emociones
instintivas que les son completamente extrañas, pero que son transformadas por
la imaginación y la identificación.
Tal es el verdadero significado de la teoría de James y
Lange, muy conocidas en su época.
Ellos insistían en que todas las emociones eran en
realidad sensaciones de cambios en los órganos internos y en los tejidos,
cambios que se producían antes que las sensaciones, y que eran las verdaderas
causas de las sensaciones.
Eso quería decir que los acontecimientos exteriores y las
constataciones interiores no producían emociones. Los acontecimientos
exteriores y las constataciones interiores producían reflejos interiores que
producían sensaciones; y éstas eran interpretadas como emociones.
Al mismo tiempo, las emociones positivas tales como
"amor", "esperanza", "fe", en el sentido que se
les comprende usualmente -es decir, como emociones permanentes son imposibles
para un hombre en el estado ordinario de conciencia.
Ellas requieren estados de conciencia más elevados,
requieren la unidad interior, la conciencia de sí, un "Yo"
permanente, y la voluntad.
Las emociones positivas son emociones que no pueden
llegar a ser negativas.
PERO TODAS NUESTRAS EMOCIONES agradables tales como
alegría, simpatía, afecto, confianza en sí mismo, pueden, en cualquier momento,
convertirse en aburrimiento, irritación, envidia, miedo, etc. El amor se puede
convertir en celos o miedo a perder lo que uno ama, o en cólera u odio; la
esperanza puede convertirse en ensueño y en la expectativa de quimeras, y la fe
puede convertirse en superstición y en una débil aceptación de un reconfortante
disparate. Hasta una emoción puramente intelectual -el deseo de conocimiento- o
una emoción estética -es decir, un sentimiento de belleza o armonía- si se
llega a mezclar con identificación, se une de inmediato con emociones de orden
negativo tales como el orgullo, la vanidad, el egoísmo, la presunción, etc.
Se puede entonces decir, sin posibilidad de equivocarnos,
que no podemos tener emociones positivas.
Al mismo tiempo, en la práctica, no tenemos emociones
negativas que existan sin imaginación ni identificación.
Por supuesto que no se puede negar que además de las
muchas y variadas clases de sufrimientos físicos que pertenecen al centro
instintivo, el hombre tiene muchas clases de sufrimientos mentales que
pertenecen al centro emocional.
Tiene muchas penas, agravios, temores, aprensiones, etc.,
que no se pueden evitar y que están tan íntimamente ligados a la vida del
hombre como la enfermedad, el dolor y la muerte.
Pero estos sufrimientos mentales son muy diferentes de
las emociones negativas que están basadas en la imaginación y en la
identificación.
Estas emociones son un fenómeno terrible.
Ocupan un enorme lugar en nuestra vida.
Se puede decir de mucha gente que todas sus vidas están
reguladas y controladas, y al final arruinadas, por emociones negativas.
Al mismo tiempo las emociones negativas no desempeñan
ningún papel útil en nuestras vidas.
No nos sirven de orientación, no nos dan ningún
conocimiento, no nos guían de una manera sensible.
Por el contrario, malogran todos nuestros placeres, hacen
de la vida una carga para nosotros, e impiden muy efectivamente nuestro posible
desarrollo porque no hay nada más mecánico en nuestra vida que las emociones
negativas.
No podemos llegar a controlar nunca las emociones
negativas.
La gente que cree que puede controlar sus emociones
negativas y manifestarlas cuando quiere, simplemente se engaña a sí misma.
Las emociones negativas dependen de la identificación; si
en un caso particular se destruye la identificación, ellas desaparecen.
Lo más extraño y fantástico sobre las emociones negativas
es que la gente en realidad las adora.
Creo que para un hombre mecánico ordinario, lo que más le
cuesta advertir es que las propias emociones negativas y las de los demás no
tienen ningún valor y que no contienen nada noble, nada hermoso, ni nada
fuerte.
En realidad las emociones negativas no contienen otra
cosa que debilidad y muy a menudo el comienzo de la histeria, de la locura, o
del crimen.
La única cosa buena de ellas es que, siendo totalmente
inútiles y habiendo sido creadas artificialmente por la imaginación y por la
identificación, se pueden destruir sin que ocasionen ninguna pérdida.
Y ésta es la única posibilidad de escapar que tiene el
hombre.
Si las emociones negativas fueran útiles o necesarias
para cualquier propósito, siquiera el más pequeño, y si ellas fueran una
función de una parte del centro emocional cuya existencia fuera real, el hombre
no tendría ninguna posibilidad porque no es posible ningún desarrollo interior
mientras un hombre conserve sus emociones negativas.
En el lenguaje de escuela, sobre el tema de la lucha contra
las emociones negativas, se dice:
El hombre debe SACRIFICAR SU SUFRIMIENTO.
"¿Qué podría ser más fácil de sacrificar?",
dirá todo el mundo.
Pero en realidad la gente sacrificaría cualquier cosa
antes que sus emociones negativas.
No hay placer ni satisfacción que el hombre no estaría
dispuesto a sacrificar, incluso por razones muy triviales, pero nunca
sacrificaría su sufrimiento.
Y en cierto modo hay una razón para ello.
De manera bastante supersticiosa, el hombre espera ganar
algo al sacrificar sus placeres, pero no puede esperar nada por el sacrificio
de su sufrimiento.
Está lleno de falsas ideas sobre el sufrimiento: aún cree
que el sufrimiento le es enviado por Dios, o por los dioses, como castigo o
para su educación y hasta tendrá miedo de oír que es posible librarse de su
sufrimiento de manera tan SIMPLE.
La idea se hace todavía más difícil de comprender debido
a la existencia de sufrimientos de los cuales el hombre realmente no se puede
liberar, y de muchos otros sufrimientos que están basados enteramente en la
imaginación del hombre, y a los cuales no puede ni quiere renunciar, como la
idea de injusticia, por ejemplo, y la creencia en la posibilidad de destruir la
injusticia.
Además de esto, muchas personas no tienen otra cosa que
emociones negativas.
Todos sus "yoes" son negativos. Si se les
quitara las emociones negativas, simplemente colapsarían y se volverían humo.
¿Y qué le pasaría a toda nuestra vida, sin emociones
negativas?
¿Qué le pasaría a lo que llamamos arte, al teatro, al
drama, a la mayoría de las novelas?
Desgraciadamente no hay probabilidad de que desaparezcan
las emociones negativas.
Las emociones negativas sólo pueden ser vencidas y sólo
pueden desaparecer con ayuda del conocimiento de escuela y de los métodos de
escuela.
La lucha contra las emociones negativas es una parte del
entrenamiento de escuela y está íntimamente ligada con todo el trabajo de
escuela.
Si las emociones negativas son artificiales, anormales, e
inútiles, ¿cuál es su origen?
Como no conocemos el origen del hombre, no podemos
discutir esta cuestión, y sólo podemos hablar de las emociones negativas y de
su origen en relación con nosotros mismos y con nuestras vidas.
Por ejemplo, al mirar a los niños podemos ver cómo se les
enseña emociones negativas y cómo las aprenden ellos por sí mismos a través de
la imitación a los adultos y a los otros niños.
Si desde temprana edad se pusiera a un niño entre gente
que no tiene emociones negativas, probablemente él tampoco las tendría, o
tendría tan pocas que podrían ser fácilmente vencidas con la educación
adecuada.
Pero en la vida real las cosas suceden muy
diferentemente.
Con la ayuda de todos los ejemplos que puede ver y oír,
con la ayuda de la lectura, del cine, etc., un niño de alrededor de diez años
ya conoce toda la gama de emociones negativas y puede imaginarlas,
reproducirlas, e identificarse con ellas tan bien como cualquier adulto.
En los adultos las emociones negativas están apoyadas por
la constante justificación y glorificación que de ellas hacen la literatura y
el arte, y por la auto-justificación y auto-indulgencia personal.
Aun cuando nos cansan, no creemos que podamos librarnos
completamente de ellas.
En realidad, TENEMOS MUCHO MÁS PODER DE LO QUE CREEMOS sobre
las emociones negativas, particularmente desde el momento en que ya sabemos lo
peligrosas que son y qué inaplazable es la lucha contra ellas.
Pero les encontramos demasiadas disculpas, y nadamos en
las aguas de la autocompasión y del egoísmo, según sea el caso, encontrando
culpa en todo, excepto en nosotros mismos.
Todo lo que acabamos de decir muestra que en relación a
nuestro centro emocional nos encontramos en una situación muy extraña.
NO TIENE PARTE POSITIVA NI TIENE PARTE NEGATIVA.
La mayoría de sus funciones negativas son inventadas; y
hay mucha gente que nunca en su vida ha experimentado alguna emoción real, tan
completamente tomado está su tiempo por emociones imaginarias.
Así que no podemos decir que nuestro centro emocional
está dividido en dos partes, positiva y negativa.
Sólo podemos decir que tenemos emociones agradables y
emociones desagradables, y que todas aquéllas que no son negativas un momento
dado, se pueden tornar emociones negativas a la menor provocación y hasta sin
ninguna provocación.
Este es el verdadero cuadro de nuestra vida emocional, y
si nos miramos a nosotros mismos sinceramente debemos darnos cuenta de que
mientras cultivemos y admiremos en nosotros todas estas VENENOSAS EMOCIONES, no
podremos esperar ser capaces de desarrollar la unidad, la conciencia o la
voluntad.
Si fuera posible este desarrollo, todas las emociones
negativas entrarían en nuestro nuevo ser y llegarían a ser permanentes en
nosotros.
Esto significaría que sería imposible para nosotros
librarnos de ellas algún día. Felizmente para nosotros, tal cosa no puede
suceder.
En nuestro estado actual, lo único bueno es que no hay
nada permanente.
Si algo llegara a ser permanente en nuestro estado actual,
significaría la locura.
Sólo los lunáticos pueden tener un ego permanente.
Este hecho, por cierto, descarta otro falso término que
se había infiltrado en el lenguaje psicológico de nuestros días del así llamado
psicoanálisis: me refiero a la palabra "complejo".
En nuestra estructura psicológica no hay nada que
corresponda a la idea del "complejo".
En la psiquiatría del siglo diecinueve, lo que ahora se
llama un "complejo" era llamado una "idea fija", y las
"ideas fijas" eran consideradas signos de locura.
Y esto sigue siendo correcto.
El hombre normal no puede tener "ideas fijas",
"complejos" o "fijaciones".
Es útil recordarlo para el caso de que alguien trate de
encontrar complejos en ustedes.
Ya tenemos demasiados malos rasgos como somos, y nuestras
probabilidades son muy pequeñas aun sin los complejos.
Volviendo ahora a la cuestión del trabajo sobre nosotros
mismos, debemos preguntarnos cuáles son realmente nuestras probabilidades.
Debemos descubrir en nosotros mismos las funciones y las
manifestaciones que hasta cierto punto podemos CONTROLAR, y debemos ejercitar ESE
CONTROL, tratando de aumentarlo tanto como nos sea posible.
Por ejemplo, tenemos cierto control sobre nuestros
movimientos, y en muchas escuelas, particularmente en el Oriente, el trabajo
sobre uno mismo comienza adquiriendo tanto control sobre nuestros movimientos
como sea posible.
Pero esto requiere entrenamiento especial, muchísimo
tiempo, y el estudio de ejercicios muy elaborados.
Bajo las condiciones de la vida moderna tenemos más
control sobre nuestros pensamientos, y en relación con esto existe un método
especial que nos permite trabajar en el desarrollo de nuestra conciencia usando
el instrumento que mejor obedece a nuestra voluntad; es decir, nuestra mente, o
nuestro centro intelectual.
Para comprender más claramente lo que voy a decir, deben
tratar de recordar que no tenemos control sobre nuestra conciencia.
Cuando dije que podemos llegar a ser más conscientes, o
que por un momento se le puede hacer consciente a un hombre al preguntarle
simplemente si está consciente o no, usé la palabra "consciente" o
"conciencia" en un sentido relativo.
Hay muchos grados de conciencia y cada mayor grado de
conciencia significa "conciencia" en relación con un grado menor.
Pero si no tenemos control sobre la misma conciencia, si tenemos
cierto control sobre nuestro pensar en la conciencia.
Lo que quiero decir es que dando a nuestros pensamientos
la dirección que ellos tendrían en un momento de conciencia, podemos inducirla
de esta manera.
Traten ahora de formular lo que notaron cuando trataron
de observarse.
Notaron tres cosas.
Primero, que no se recuerdan a sí mismos; es decir, que
no se percatan de sí mismos en el momento en que tratan de observarse.
Segundo, que la observación se hace difícil por el
incesante flujo de pensamientos, imágenes, ecos de conversaciones, fragmentos
de emociones, que fluyen por su mente y muy a menudo distraen su atención de la
observación.
Y tercero, que desde el momento en que comienzan a
observarse, algo en ustedes desata la imaginación, y que la observación de uno
mismo, si realmente la tratan, ES UNA LUCHA CONSTANTE CONTRA LA IMAGINACIÓN.
Ahora bien, éste es el punto principal en el trabajo
sobre sí mismo.
Si uno se da cuenta de que todas las dificultades en el
trabajo dependen del hecho de que uno no puede recordarse a sí mismo, uno ya
sabe lo que tiene que hacer.
UNO DEBE TRATAR DE RECORDARSE A SÍ MISMO.
Para hacer esto se debe luchar contra los pensamientos
mecánicos, y se debe luchar contra la imaginación.
Si uno hace esto en forma concienzuda y persistente, verá
los resultados en un tiempo relativamente corto.
Pero no se debe pensar que es fácil ni que se puede
dominar esta práctica de inmediato.
El recuerdo de sí, como se le llama, es muy difícil de
aprender a practicar.
No debe estar basado en la expectativa de resultados, de
lo contrario uno se puede identificar con sus esfuerzos.
Debe basarse en el darse cuenta de que no nos recordamos
a nosotros mismos, pero que al mismo tiempo podemos recordarnos a nosotros
mismos, si lo tratamos con suficiente persistencia y de manera apropiada.
No podemos llegar a ser conscientes a voluntad, en el
momento en que lo queramos, porque no tenemos dominio sobre nuestros estados de
conciencia.
Pero podemos recordarnos a nosotros mismos, por un corto
período, a voluntad, porque tenemos cierto dominio sobre nuestros pensamientos.
Y si comenzamos recordándonos a nosotros mismos, mediante
una construcción especial de nuestros pensamientos -es decir, dándonos cuenta
de que no nos recordamos a nosotros mismos, de que nadie se recuerda a sí
mismo, y dándonos cuenta de todo lo que esto significa- esto nos llevará a la
conciencia.
Ustedes deben recordar que hemos encontrado el punto
débil en el muro de nuestra mecanicidad.
Este es el conocimiento de que no nos recordamos a
nosotros mismos; y el habernos dado cuenta de que podemos tratar de hacerlo.
Hasta este momento nuestra tarea sólo ha sido el estudio
de sí.
Ahora, con la comprensión de la necesidad de un cambio
real en nosotros mismos, el trabajo comienza.
Más adelante aprenderán que la práctica del recuerdo de
sí, conectada con la observación de sí, y con la lucha contra la imaginación,
no sólo tiene un significado psicológico sino que también cambia la parte más
sutil de nuestro metabolismo y que produce efectos químicos, o quizá sea mejor
decir ALQUÍMICOS, en nuestro cuerpo.
De esta manera hoy, partiendo de la psicología, hemos
llegado a la ALQUIMIA; es decir, a la idea de la transformación de los
elementos groseros en otros más finos.
Ouspensky
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