LA ILUSIÓN DE UNIDAD EN EL HOMBRE
Retornemos a la ilusión mantenida por todo hombre de que él
es uno.
Esta ilusión existe en cada uno de nosotros.
Solo se la puede descubrir gradualmente por la observación
personal.
Cada uno de ustedes se atribuye la posesión de la
individualidad y no solo de la individualidad sino de la plena conciencia y
voluntad.
Pero, como es sabido, el sistema de ideas que estamos
estudiando enseña que el hombre no es uno, sino muchos —es decir, no es un
individuo, sino muchos individuos diferentes— y también que no es propiamente consciente
sino que está casi siempre dormido, sumido en sueños, en imaginaciones, en consideraciones
interiores, en emociones negativas, y de resultas de ello no se recuerda a sí mismo
y de este modo, despilfarra y destruye su vida interior, y vive en una especie
de penumbra, y, finalmente, no posee una voluntad sino muchas voluntades
diferentes que están en conflicto una con la otra y actúan en distintas
direcciones.
Si el hombre fuera una unidad en lugar de ser una
multiplicidad, tendría verdadera individualidad.
Sería uno y así tendría una voluntad.
Por lo tanto, la ilusión que el hombre tiene de ser uno
se refiere a una posibilidad.
El hombre puede lograr la unidad de ser.
Puede lograr su verdadera individualidad.
Pero precisamente esta ilusión es la que ante todo se
opone al logro de esta posibilidad.
Porque mientras el hombre imagine que tiene algo, no se empeñara
en buscarlo.
¿Por qué el hombre habría de luchar por algo que ni
siquiera por un momento duda de poseer?
Este es uno de los efectos de la imaginación, que suple
lo que falta, y que nos hace aparecer como si fuéramos esto, o aquello, cuando
en realidad somos todo lo contrario.
En este trabajo se repite constantemente que debemos
luchar contra la fantasía, y es preciso que comprendan que esto se refiere también
a LA FANTASÍA ACERCA DE NOSOTROS MISMOS.
Es menester luchar contra LA FANTASÍA ACERCA DE NOSOTROS
MISMOS, no solo porque nos inculca falsas experiencias, emociones artificiales
y a menudo nos pone en situaciones ridículas, sino porque detiene toda posibilidad
de crecimiento interior.
Y ahora es fácil ver porque esto es así fundándonos en lo
que ya se ha dicho.
Porque si imaginamos que tenemos ya las cualidades de ser
que distamos de poseer, no hay esperanza alguna de llegar a tenerlas.
Nuestra imaginación suple esta carencia.
De hecho, nunca sabremos que nos falta algo en lo tocante
a nosotros mismos, es decir, respecto de la cualidad de nuestro ser y creeremos
que las únicas cosas que nos faltan son la estimación, la fama, el dinero, las
oportunidades u otras cosas externas, pero en cuanto a nosotros mismos en
realidad nada nos falta.
Es preciso comprender que la ilusión es algo muy real y
definido en sus efectos.
La fantasía es meramente nada, "nada sino imaginación",
como se suele decir.
Es algo muy poderoso en verdad.
Es una fuerza real que actúa universalmente sobre la humanidad
y que mantiene al hombre en estado de sueño, ya sea al hombre primitivo o al civilizado.
Y mientras un hombre no conozca que es el recuerdo de sí
—es decir, mientras no alcance el tercer estado de conciencia— la fuerza que se
manifiesta como imaginación en los dos estados inferiores de conciencia no está
correctamente encaminada y por lo tanto actúa en contra de él.
Como hemos visto, el hombre imagina que es uno y debido a
esta ilusión no puede moverse de donde está en si mismo.
Cada hombre esta, en él mismo, en cierta etapa de sí
mismo, y nadie puede salir de esa etapa donde está en él mismo a menos que VEA
muy distintamente por sí mismo que no es una y la misma persona, sino
diferentes personas y que seguir pensando que es solo uno no deja de ser una
falsa ilusión.
Esta comprensión, esta percepción interior, cambia el
sentimiento de una persona acerca de sí.
Cambia, o empieza a cambiar, su sentimiento de
"Yo".
Mientras siga viviendo en la ilusión de que es una, tiene
un sentimiento equivocado del "Yo".
Pero no lo sabe, ni tampoco sabe que a causa de ello no
solo su vida es equivocada, y sus relaciones con los demás son equivocadas, sino
que su propia evolución se vuelve imposible.
Porque un hombre no puede cambiar mientras se atribuya la
unicidad de ser, porque entonces todo en él es él mismo.
Atribuirá a si todo cuanto es bueno o malo en él mismo.
Sera responsable de cada pensamiento y de cada estado de ánimo,
por tomar todo en sí mismo como él mismo, porque si cree que todo lo que piensa
y hace y dice, lo piensa y hace y dice desde sí mismo, entonces será suyo
porque lo atribuye, todo a sí mismo.
La ilusión de que siempre es una y la misma persona y que
tiene plena conciencia de todo, y que tiene voluntad y así se controla a sí
mismo, lo dejará totalmente ciego para el hecho de que no es el origen
consciente de todo lo que piensa, dice y hace.
La observación de si le mostrará que no tiene prácticamente
control de sus pensamientos y que ni siquiera puede detener su pensamiento
aunque trate de hacerlo pues — los desee o no— pensamientos de toda clase se
suceden en su mente.
Y ocurre lo mismo con sus sentimientos y sus estados de ánimo,
y con sus palabras y sus acciones.
Pero si admite que tiene plena conciencia de todo cuanto
dice y hace y pleno control de sus pensamientos y estados de ánimo y
sentimientos y es siempre una y la misma persona, todo esto permanecerá oculto,
disimulado por el poder de su propia imaginación, y el pleno sentido de sí
mismo, el pleno sentido de "Yo", y sus relaciones con los estados
interiores, serán falsos.
Pero si un hombre, mediante la práctica y sincera observación
de si, ya no cree más que es uno y ya no atribuye a esa única persona
imaginaria todo cuanto existe y todo cuanto penetra en su mundo interior, para él
el cambio se hace posible.
Porque un hombre sólo puede ser ayudado a través de lo
que cree.
Si cree que es uno, la ayuda no puede llegarle, porque
atribuye todo a sí mismo y de este modo no solo es culpable de todo, sino que está
por completo lleno de sí mismo, y no queda lugar para otra cosa.
Pero cuando un hombre ve que no tiene derecho a pensar
sobre sí mismo como si fuera uno, y que muchas personas diferentes y algunas
muy desagradables existen en él y que en modo alguno tiene plena conciencia y además
carece de voluntad individual, aunque esto vaya en contra de su vanidad y de su
orgullo, es el punto de partida para la transformacion de su ser.
Maurice Nicoll
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