martes, 3 de julio de 2012

NOTA SOBRE LA AUTO-JUSTIFICACION



NOTA SOBRE LA AUTO-JUSTIFICACIÓN

Una de las muchas cosas definidas que este Trabajo nos dice es la de observarnos a nosotros mismos y, específicamente, la de trabajar contra la auto-justificación.

¿Qué significa la auto justificación?

Significa que usted siempre tiene razón.

Justificar nuestro actuar, por ejemplo, es vindicarse, mostrar a los otros que lo que se hace es siempre razonable, correcto, apropiado y justo.

Cuando una persona se justifica a sí misma, parte del RETRATO DE SI de ser siempre buena, honorable, justa, honrada.

Justificarse es exonerarse, EXPLICAR A LA GENTE que no se tenía la culpa, que nadie lo entiende, que se actuó por los mejores motivos, y así sucesivamente.

Si ha observado la auto-justificación, habrá notado que prodigiosa cantidad de energía psíquica utiliza en todo instante la raza humana en esta inútil actividad.

El hombre que se justifica cree que no puede equivocarse.

Esas personas creen tener siempre razón en todo lo que hacen o dicen.

Nada puede penetrar en ellas.

Nada puede despertarlas del profundo sueño en que están sumidas.

Este es uno de los mayores impedimentos si una persona desea despertar.

Ahora bien, es inútil hablar de auto-justificación a la gente que no lo ha observado en sí misma.

Supongamos que pregunta a una persona porque es tan negativa.

Es probable que niegue indignada esta acusación o diga que tiene sus buenas razones para serlo.

En los dos casos, se justifica a sí misma —esto es, justifica sus emociones negativas—.

Se puede justificar uno mismo por medio de la negación, o encontrando una excusa tal como la de echar la culpa a los otros.

Pero la raíz de la cuestión se hunde en LA IMAGEN DE TENER SIEMPRE RAZÓN y así de nunca ser culpable.

En este caso obra una fuerza muy poderosa que nos mantiene dormidos en la ilusión que nos forjamos sobre nosotros mismos.

En consecuencia, nunca podemos estar internamente en paz.

Por el contrario, estamos en pugna —con nosotros mismos—.

Porque en nosotros ALGO SABE QUE NO TENEMOS RAZÓN y algo se niega a admitirlo.

Aquí los dos Gigantes, Orgullo y Vanidad se presentan, pero me parece que quien lleva la voz cantante es el Orgullo.

Pero esta es una cuestión de observación personal.

La Vanidad forja nuestros retratos y el Orgullo los defiende.

Pero sea como fuere, queda en pie el hecho que el acto de auto-justificación está respaldado por una poderosa fuerza y que dicha fuerza no nos procura ninguna estabilidad interior y de ese modo tampoco la paz interior.

Un hombre o una mujer, digamos, se pasa la noche sin cerrar los ojos porque hay algo que no quiere admitir ni aceptar, y así se justifica a sí mismo.

Empero, un verdadero acto de OBSERVACIÓN DE SI SINCERA, imparcial, la búsqueda en los cuartos interiores de la moneda de plata que se ha perdido —esto es, la perdida verdad— aclara todo el panorama.


"¿Oh que mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?"
(Lucas XV, 8).

La tensión se relaja.

Un verdadero acto de observación de si se realizo.

ALGO QUE NO SE HABÍA ADMITIDO y de lo cual no se estaba propiamente consciente, fue llevado a la conciencia.

De pronto desaparecen toda la tensión y la tirantez interiores.

¿Por qué?

Porque en lugar de la multitud de voces de la auto justificación —y aquí se justifica uno a sí mismo— LA OBSERVACIÓN, EL RECONOCIMIENTO Y LA ACEPTACIÓN HAN SIDO LLEVADOS A CABO.

En otras palabras, un acto de verdadero trabajo se ha realizado.

Maurice Nicoll

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