jueves, 19 de julio de 2012

EL TRABAJO SOBRE SI



EL TRABAJO SOBRE SI
Es preciso trabajar sobre sí hoy.

Cada día es un epitome de nuestra vida.

Un hombre es su vida.

Un día en nuestra vida es una pequeña replica de nuestra vida.

Si un hombre no trabaja un día de su vida, no puede cambiar su vida, y si dice que quiere trabajar sobre su vida y cambiarla, y no trabaja un día de su vida, el trabajo sobre si sigue siendo puramente imaginario.

Se distrae IMAGINANDO que va a trabajar sobre su vida Y EN REALIDAD no empieza a trabajar ni un solo día de su vida.

Nuestra vida se divide en días y años.

Si un hombre no trabaja un día de su vida observándose a si mismo mediante la APLICACIÓN DE LAS IDEAS de este Trabajo, no hay PUNTO DE PARTIDA.

Tal vez diga que trabajará mañana.

Recuerden el dicho de que no hay que dejar para mañana lo que se puede hacer hoy.

Si un hombre dice: "Empezaré a trabajar sobre mi mañana", pues nunca trabajará sobre sí, porque siempre es mañana y nunca trabajará hoy.

Esto se llama a veces en el trabajo la enfermedad del mañana.

Mientras un hombre diga siempre mañana —es decir, el próximo día— nunca cambiará.

Con el fin de trabajar sobre sí es preciso circunscribir el campo de trabajo, no soñar perezosamente en trabajar en el futuro o en una oportunidad extraordinaria, sino trabajar HOY, circunscribir el trabajo practico al día de hoy, a este día mismo con todos sus sucesos, y no pensar en términos de mañana.

¿Han empezado ustedes a observarse en lo tocante al día, el ordinario día siempre recurrente, miniatura del año y de nuestra vida entera?

Todos ustedes conocen este dicho: "A cada día le basta su afán".

¿Pero han pensado alguna vez en lo que significa este dicho y han considerado el contexto en el cual Cristo hizo esta observación?

Por ejemplo, ¿qué sentido tiene cuando dice basta? ¿Basta para qué? Basta trabajar para el afán de hoy.

Si un hombre empieza a trabajar aunque sea un poco cada día sobre sus disgustos y penas, empieza entonces a trabajar prácticamente sobre sí.

Pero es preciso que conozca su día y que se conozca en relación con su día.

Hay cierto día ordinario (recurrente) que cada persona experimenta, excepto los sucesos inusitados.

Los sucesos del día ordinario tienen, como admitirán ustedes, cierta similitud recurrente para cada persona.

Ahora bien, supongamos que un hombre nunca se "da cuenta, de este particular y nunca se observa a sí mismo en conexión con los sucesos característicos del día común, ¿cómo se le puede ocurrir que está trabajando sobre sí y como puede suponer que le es posible cambiar?

El cambio de ser comienza con el cambio de las reacciones ante los verdaderos incidentes del día.

Este es el comienzo de tomar la vida de una nueva manera en un sentido verdadero y práctico.

Si ustedes se comportan de la misma forma todos los días ante los mismos sucesos recurrentes, ¿como podrán creer que es posible cambiar?

Para llegar al conocimiento de sí, empiecen por observar su conducta ante los sucesos de un solo día de su vida.

Observen cuáles son sus reacciones, es decir, observen sus reacciones mecánicas ante todos los pequeños sucesos que tienen lugar y ante la demás gente y examinen lo que dicen, sienten y piensan.

Entonces, traten de ver cómo pueden cambiar esas reacciones.

Claro está, si tienen la certidumbre de que siempre se comportan consciente y racionalmente y de que nunca están equivocados, nada cambiará en ustedes, porque nunca serán capaces de darse cuenta de que son maquinas, personas mecánicas, que siempre dicen y sienten y piensan y hacen una y otra vez cosas características con arreglo a las circunstancias cambiantes.

Pero quizá, debido a una creciente conciencia de sí, usted se da cuenta de que no es uno, que no es un individuo plenamente consciente, sino que en cierto momento es una persona mezquina, en el próximo una persona irritable, después una persona benevolente, mas tarde una persona escandalosa o calumniadora, después un santo, y luego un embustero.

Haga el ejercicio de trabajo de comportarse conscientemente durante una pequeñísima parte de un día de su vida.

Porque todo cuanto hacemos NOS AFECTA PARA SIEMPRE.

Un solo momento en que se está bastante consciente como para no comportarse mecánicamente, si se hizo voluntariamente, suele modificar muchos resultados futuros.

Si usted aprende, digamos, un poco de francés hoy, conocerá más mañana, pero si hoy no hace nada, mañana no conocerá nada.

Ocurre lo mismo con el trabajo sobre si.

Pero es preciso trabajar voluntariamente sobre si y no porque alguien le dice que debe hacerlo.

Trabajar de mala gana o para hacer meritos, es una cosa; trabajar sobre sí porque hay algo en uno que no gusta y se anhela cambiarlo, es otra cosa.

LA MANERA en que tomamos un día de nuestra vida ES EQUIVOCADA porque a causa del hábito ha llegado a petrificarse y de este modo se ha vuelto mecánico.

Luego, en verdad somos mecánicos y por eso CARECEMOS de todo SENTIMIENTO VERDADERO de lo que estamos haciendo y nuestros días pasan de una extraña manera no sentida, por ejemplo, llevamos a cabo los hábitos mecánicos del día y así no tenemos una verdadera vida y no recibimos nuevas impresiones.

"Ello" actúa, es decir, la maquina.

Pero si un hombre inicia su día conscientemente, el día entero será diferente para él.

Pero debe llegar a conocer lo que significa trabajar sobre si, tomando su vida como un día —ver, observar y comprender que es para él un día, y no creer que un día carece de importancia porque es tan habitual y que el trabajo tiene significación para el futuro— o que El Trabajo es algo "que aun no tiene oportunidad de aplicar a sí, porque esta tan ocupado con el trabajo del día", tal como alguien me lo dijo una vez con toda seriedad.

¿Cómo se levanta usted, cuál es su estado de ánimo en el desayuno, qué es lo que siempre lo trastorna, etcétera?

Le ruego no pensar que el cambio de sí significa un mero fumar menos o comer menos.

Recuerde que este trabajo es psicológico.

Nuestra vida cotidiana, nuestra profesión, nuestro negocio, nuestra ocupación, etc., no son sino un sueño con el cual nos identificamos.

Pero esta comprensión viene lentamente — cuando comprendemos mejor que significan el sueño y la mecanicidad y por qué se dice que la humanidad está dormida y la vida es mecánica.

Para trabajar sobre si, es preciso trabajar sobre la vida cotidiana y entonces comprenderá lo que significa la extraña frase: "Danos el pan nuestro de cada día", en la Oración del Señor.

Porque las palabras "cada día" significan aquí el pan supersubstancial en griego o el "pan de lo alto".

Las IDEAS de este Trabajo nos dan el pan para la vida en el doble sentido de IDEAS y FUERZAS para hacer frente a los disgustos de la vida mecánica cotidiana, nos ofrecen el "pan" supersubstancial; y nos señalan la nueva vida que comienza en uno mismo; porque en El Trabajo todos " buscan ser una nueva persona.

Ahora bien, nadie puede alterar su vida o cambiar cosa alguna respecto de las reacciones mecánicas de su vida cotidiana a menos que cuente con la AYUDA de NUEVAS IDEAS y sea ayudado por LA FUERZA proveniente de esas nuevas ideas y de los nuevos pensamientos que surgen en su mente si empieza a comprenderlas.

Es preciso recordar que la menor cosa tiene valor respecto de las reacciones mecánicas a la vida ordinaria; la más ligera reacción negativa tiene su importancia, y asimismo el menor pensamiento equivocado sobre si o sobre otra persona.

Preparar los centros inferiores para recibir las ideas y las fuerzas que siempre vienen de los centros superiores (pero que no se oyen, debido al pesado estado de sueño interior) es un trabajo largo, pero todo intento, hecho voluntariamente, para CORREGIR UNA REACCIÓN NEGATIVA o SEPARARSE de ella, todo intento de RECUERDO DE SÍ frente a una dificultad, todo acto de SINCERA OBSERVACIÓN DE SÍ, como cuando uno miente o se luce o se da demasiada importancia debido a la falsa personalidad, o se deforma la verdad para herir a otra persona, ayuda a hacer las CONEXIONES CORRECTAS en los centros inferiores y los prepara así para su unión con los centros superiores y para recibir la ayuda que proviene de ellos.

Maurice Nicoll

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