sábado, 30 de junio de 2012

EL CENTRO MOTOR - NUESTROS HÁBITOS -



EL CENTRO MOTOR - NUESTROS HÁBITOS -

¿El centro motor consta de tres partes?

Si, de hecho cada centro consta de tres partes: La parte interior, la parte media y la parte externa.

De cada centro sólo conocemos una parte.

Sin embargo, la observación de sí mismos nos demostrará muy pronto que la vida de nuestros centros es mucho más rica, o en todo caso, que contiene mucha más posibilidades de las que pensamos.

¿El centro motor está repleto de hábitos?

Los tres centros están repletos de hábitos y un hombre jamás puede conocerse hasta haber estudiado todos sus hábitos.

La observación y estudio de éstos es particularmente difícil porque para verlos y “constatarlos”, es necesario escapar  de ellos, liberarse de ellos aunque sea tan solo por un momento.

¿Un hombre puede observar un hábito?

Mientras un hombre está gobernado por un hábito determinado, no puede observarlo; pero desde su primer intento de combatirlo, por débil que éste sea, lo siente y repara en él.

Por eso para observar y estudiar los hábitos es necesario tratar de luchar contra ellos.

La lucha contra los pequeños hábitos es muy difícil y fastidiosa, pero sin ella es imposible la observación de sí.

¿Tenemos hábitos motrices?

Si, desde su primera tentativa de estudiar su actividad motriz elemental, el hombre tropieza con sus hábitos.

Por ejemplo, puede querer estudiar sus movimientos, puede querer observar como camina.

Pero nunca lo logrará por más de un instante, si sigue funcionando de la manera habitual.

En cambio, si comprende que su manera de caminar está constituida por cierto número de hábitos: pasos de cierta longitud, un cierto porte, etc. Y si trata de cambiarlos, es decir caminar más o menos rápido, alargar más o menos el paso, será capaz de ver en sí mismo y estudiar sus movimientos mientras camina.

Si un hombre quiere observar mientras escribe, debe tomar nota de la manera en que sostiene el lápiz  y tratar de tomarlo de otro modo; entonces se hace posible la observación.

¿Cómo debemos estudiar los hábitos?

Para observar un hombre debe tratar de no caminar de manera habitual, de sentarse en forma desacostumbrada, debe permanecer de pie cuando normalmente se sienta, sentarse cuando está acostumbrado a estar de pie, realizar con la mano izquierda los movimientos que acostumbraba hacer con la mano derecha y viceversa.

Todo esto le permitirá observarse y estudiar los hábitos y asociaciones con el centro motor.

¿El centro motor imita?

Una de las principales propiedades del centro motor es su capacidad de imitar.

El centro motor imita lo que ve sin razonar.

Este es el origen de las leyendas que existen sobre la maravillosa “inteligencia” de los animales, o sobre el “instinto” que reemplaza a la inteligencia para permitirles realizar toda una serie de acciones complejas y perfectamente adaptadas.

¿El hombre ordinario es esclavo de su cuerpo?

Si, es esclavo de su cuerpo aunque llegue a la conclusión de que el trabajo sobre sí es indispensable.

No solamente es esclavo de la actividad visible y reconocida de su cuerpo, sino esclavo de sus actividades invisibles y no reconocidas y son éstas las que más particularmente lo tienen en su poder.

Por consiguiente, cuando el hombre decide luchar para liberarse, debe combatir antes que nada contra su propio cuerpo.

¿Cuál es uno de los defectos del funcionamiento del cuerpo?

Les hablaré ahora de cierto defecto del funcionamiento del cuerpo que es indispensable corregir en cualquier caso.

Mientras persista no puede hacerse ninguna clase de trabajo, moral o espiritual, de manera correcta.

Recordarán que cuando hablamos del trabajo de la “fábrica de tres pisos” (que es el hombre), les explique que la mayor parte de la energía elaborada en la fábrica se DESPERDICIA totalmente, sobre todo en TENSIÓN MUSCULAR INÚTIL.

Esta tensión muscular inútil absorbe una enorme cantidad de energía.

Y en el trabajo sobre sí, primeramente se debe poner atención a esto.

Es indispensable establecer que el aumento de la producción no debe tener ningún sentido, mientras no se haya detenido EL DESPERDICIO.

Si la producción se acrecienta, sin que se frene o se haga algo para poder poner fin al desperdicio, la nueva energía producida aumentará únicamente este desperdicio inútil y hasta podrá hacer surgir fenómenos malsanos.

Previamente a todo trabajo físico sobre sí mismo, el hombre debe entonces aprender a observar y a sentir su TENSIÓN MUSCULAR; debe ser capaz de soltar los músculos cuando sea necesario, es decir, antes que nada relajar la tensión inútil de los músculos.

¿El relajamiento muscular en qué forma repercute en el sueño?

El relajamiento muscular tiene una inmensa repercusión en el sueño verdadero y a cualquiera que hiciera seriamente estos ejercicios no tardaran en darse cuenta de que dormía mucho mejor, necesitando menos horas de sueño.

¿El hombre es incapaz de cambiar la forma de su pensamiento y de su sentimiento, mientras no haya cambiado su repertorio de posturas y de movimientos?

Exacto, el hombre es incapaz de cambiar su forma de pensamiento y de sentimiento mientras no haya cambiado su repertorio de posturas y de movimientos.

Las formas de pensamiento y de sentimiento se pueden llamar las posturas y los movimientos del pensamiento y del sentimiento, y cada uno tiene un número determinado de ellos.

Todas las posturas motrices, intelectuales y emocionales están LIGADAS entre sí.

El análisis y el estudio coordinados de nuestros pensamientos y sentimientos por un lado, y de nuestras funciones motrices por el otro, muestran que cada uno de nuestros movimientos, voluntarios o involuntarios, es un pasar INCONSCIENTE de una postura a otra, ambas igualmente mecánicas.

¿Nuestros movimientos no son voluntarios?

Es una ilusión creer que nuestros movimientos son voluntarios; todos nuestros movimientos son automáticos. Y nuestros pensamientos, nuestros sentimientos también lo son.

El automatismo de nuestros pensamientos y de nuestros sentimientos corresponde de manera precisa al automatismo de nuestros movimientos.

El uno no se puede cambiar sin el otro.

De manera que si la atención del hombre se concentra, digamos, en la transformación de sus pensamientos automáticos, los movimientos y actitudes habituales intervendrán en seguida en el nuevo curso del pensamiento, al imponerle las antiguas asociaciones rutinarias.

En las circunstancias ordinarias, no podemos imaginar cuánto dependen unas de otras nuestras funciones intelectuales, emocionales y motrices, a pesar de que no ignoramos cuánto pueden depender nuestros humores y nuestros estados emocionales de nuestros movimientos y de nuestras posturas.

Si un hombre toma una postura que en él corresponde a un sentimiento de tristeza o de descorazonamiento, puede estar seguro entonces de sentirse rápidamente triste o descorazonado.

El cambio deliberado de postura puede provocar en él, miedo, nerviosismo, o por el contrario, calma.

Pero, como todas las funciones humanas –intelectuales, emocionales y motrices- tienen su repertorio bien definido y reaccionan constantemente las unas sobre las otras, el hombre nunca puede salir del círculo mágico de sus posturas.

Aun si un hombre reconoce estos vínculos y emprende la lucha para liberarse, su voluntad no es suficiente.

Debe comprender que este hombre tiene la voluntad justa para gobernar un solo centro por breve instante. Pero los otros dos centros se oponen, y la voluntad del hombre en un principio nunca es suficiente para gobernar tres centros a la vez.

Se necesitan esfuerzos conscientes y padecimientos voluntarios para gobernar en un momento dado los tres centros a la vez.

Maurice Nicoll

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