jueves, 28 de junio de 2012

EL RECUERDO DE SÍ. PARTE –VIII-



EL RECUERDO DE SÍ. PARTE –VIII-

EL CUERPO COMO ÚLTIMO GRADO DE UNO MISMO

Cuando nos tomamos a nosotros mismos como nuestros cuerpos, obtenemos una impresión equivocada de nosotros.

Esta impresión, que actúa como una causa, produce como efecto la idea que nada somos sino nuestros cuerpos.

Ahora bien, un efecto no puede persistir activamente, si cesa la causa que lo produce.

Si obtenemos otra impresión de nosotros mismos la idea que no somos solo nuestros cuerpos puede reemplazar la primera idea.

Reemplazar la primera idea por la última es importante.

En realidad, es de la mayor importancia respecto de nuestro desarrollo psicológico.

En el Trabajo, no podemos trabajar si seguimos creyendo que solo somos nuestro cuerpo manifiesto.

Seremos entonces uno con nuestro cuerpo, esto es, no tendremos sentimiento de nosotros distinto de nuestro cuerpo físico visible.

Y es extraordinario y solo se comprende gradualmente como nos aferramos a este concepto físico de nosotros mismos.

Ni siquiera cabe llamarlo un concepto.

Es una percepción.

Podemos ver nuestros cuerpos, percibirlos.

Nos miramos en el espejo y percibimos nuestro cuerpo, y así aceptamos mentalmente que somos nuestro cuerpo.

Prescindamos de una cosa insignificante, a saber, ¿que ve nuestro cuerpo en el espejo?

Si decimos:

"Vemos nuestro cuerpo" luego ¿quiere decir que el cuerpo ve el cuerpo de qué?

Parece extraño que una cosa pueda verse en un espejo sin la ayuda de otra cosa.

No creo que las sillas doradas que se reflejan de la sala pierdan el tiempo en verse a sí mismas.

¿Cómo hemos de tomar nuestro cuerpo si no lo tomamos como nosotros mismos?

Esta cuestión se relaciona con las notas en la octava, o grados, lo cual es la misma cosa.

El cuerpo físico es el grado más externo de nosotros mismos.

Esto es, es el grado más bajo o último a través del cual todos los grados superiores o más internos, tales como los que pertenecen al pensamiento, al sentimiento y la voluntad, se manifiestan.

El cuerpo no piensa.

El espíritu del Hombre piensa y se comunica a través del cuerpo.

El cuerpo está en contacto con el mundo externo y es asimismo nuestro mundo externo.

Uno parece incongruente, el otro al menos más congruente.

El mundo externo de arboles, nubes, montañas, arroyos y océanos parece ajeno e incongruente.

No se puede hacer gran cosa con un lindo paisaje.

Pero hasta nuestros cuerpos pueden parecer extraños e incongruentes, a veces —esos dedos, uñas, dientes, cara, pelo, nariz, boca, esa cabeza, esa verruga— tantas cosas que a veces en un segundo nos preguntamos si son nosotros.

A pesar de todo, somos nosotros, pero solo el más bajo y último grado de nosotros que nos permite estar en contacto con el mundo externo.

Si una persona toma el grado inferior como la totalidad de sí misma perderá, como se dijo, algo de la mayor importancia.

No será capaz de recordarse a sí misma.

No es su cuerpo.

Mira a través de su cuerpo al mundo externo que no vería si no tuviera cuerpo, porque faltaría el grado inferior o ultimo.

En este caso el grado próximo constituiría su grado más bajo o ultimo, y vería otro mundo y el lugar que ocupa en el, como es a veces posible en los sueños, o hasta por medio de la percepción directa.

Hay que tratar, pues, de sentir en ciertos momentos que no se es el propio cuerpo, pero que se está mirando a través de él y viendo cosas y gentes en este mundo por medio de él.

Esto procura un sentimiento de recuerdo de si.

¿Por qué ocurre así?

Maurice Nicoll

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