LA OBSERVACIÓN DE SI – PARTE VII -
OBSERVACION DE LOS ESTADOS DE ÁNIMO
Hablaremos hoy de los estados de ánimo y de su
observación.
Cuando usted es capaz de usar apropiadamente el Yo
Observante, posee entonces un punto de conciencia que es independiente de sus
estados de ánimo.
No llega a estar sumergido en ellos.
Lo observa desde arriba.
Ese punto de conciencia está por encima de sus estados de
ánimo.
Si observa el estado de ánimo que está en movimiento en
usted, usted no es ese estado de ánimo.
Usted no está identificado con él.
Alcanzar esa etapa señala un paso definido en el Trabajo.
Debo señalarle que si no practica la auto-observación
nunca alcanzara esa etapa.
Ni tampoco comprenderá por que el Trabajo insiste tanto
en que usted se observe a sí mismo.
Agregare también una palabra de advertencia.
No imite a las personas que hacen uso de sofismas para
explicar la auto-observación o que nunca captan que son ellas mismas a quienes
en realidad deben Observar.
Ahora bien, el proceso de auto-observación se asemeja a
separar gradualmente dos Superficies de madera que están fuertemente pegadas.
Al principio parece imposible.
No se puede encontrar la herramienta apropiada para
insertarla entre las dos superficies.
Por un momento no se descubre en que sitio insertarla.
Los dos trozos de madera forman una pieza indisoluble.
Utilizo esta grosera imagen para ilustrar como nuestra
conciencia y nuestros estados de ánimo están fusionados y parecen una y la
misma cosa.
Al parecer son indisolubles.
Este es un error.
Se pueden separar poco a poco.
La conciencia se puede sacar gradualmente de un estado de
ánimo.
Mediante la práctica puede observar su estado de ánimo
cada vez más distintamente como si fuese algo objetivo para usted.
Por medio de la práctica puede contemplar sus estados de
ánimo como contempla un estanque.
Un estanque es un objeto de los sentidos.
Es objetivo para usted.
Usted no toma un estanque como usted mismo.
Pero mientras este profundamente dormido en la vida,
mientras siga siendo el esclavo mecánico de sí mismo, tomara todo lo que sucede
dentro de sí como siendo usted.
Esto significa que su vinculación con el mundo interior
de sí mismo no está desarrollada, es infantil e imbécil, como lo sería su
vinculación con el mundo externo si pensara que un estanque o un elefante
fueran usted.
Ahora bien, un estado de ánimo es algo que pertenece a su
mundo interior.
No lo puede ver andando por el pavimento a su lado.
Es inútil buscarlo en esa dirección, aun cuando su
nodriza le dijo que era un perro negro.
Pero en lugar de ello lo puede observar en sí mismo.
¿No se ha dado cuenta que vivimos en dos mundos, uno
exterior y el otro interior?
Este Trabajo se refiere ante todo a su vinculación con el
mundo interior.
Empezamos a estudiarlo desarrollando el Yo Observante, el
cual esta vuelto hacia el interior.
Es llamado el sentido interior.
Mediante el empleo del Yo Observante a lo largo de los
anos, nuestra educación es suficiente como para permitirnos percibir una gran
comarca psicológica que está situada dentro de nosotros, invisible a los
sentidos exteriores, pero visible al sentido interior.
Esa comarca, que se revela lentamente, tiene sus ciudades
y aldeas, sus caminos y sendas, sus montes y valles.
Muchas personas viven en ella, conocidas y desconocidas.
En los sueños nos encontramos en esa comarca.
En rigor, es en esa comarca interior en la que vemos y
por la que andamos en los sueños, y no en el mundo externo.
Tiene buenos lugares, y lugares llenos de peligros en los
que moran gentes malvadas, tal como los tiene la comarca a la que están
abiertos nuestros sentidos externos.
Mientras siga totalmente dormido para consigo mismo, como
lo está si nunca se observa a sí mismo, usted tropezara ciegamente en ese país
interior, al no comprender que existe y al no darse cuenta del lugar a donde se
dirige.
Toda nuestra felicidad depende del lugar en que estamos
en ese país y también toda nuestra desdicha.
Lo que importa no es el lugar donde estamos fuera, sino
aquel donde estamos dentro.
Ahora bien, un estado de ánimo dado es un lugar dado en
esa comarca interior, donde se puede permanecer a menudo por mucho tiempo.
Pero aun cuando haya llegado a estar educado internamente
de un modo considerable y conoce algunos de los rasgos de su comarca interior y
algunos lugares malos y buenos y sus habitantes, quizá no sea capaz de observar
una cosa lenta, gradual como lo es un estado de ánimo.
Como todo aquello que tiene que ver con el péndulo de las
emociones mecánicas, los estados de ánimo están en los opuestos, y se pasa de
un estado de ánimo a un estado de ánimo opuesto.
La plena observación reside en observar los dos opuestos,
los dos extremos de la oscilación del péndulo.
Pero un estado de ánimo es una cosa lenta, no como una
emoción aguda, rápida, vivida.
Con todo, un estado de ánimo es un estado emocional y
corresponde a un lugar en nuestro mundo interior.
Las gentes con frecuencia niegan estar en un estado de
ánimo.
Pueden estar dominadas por el malhumor durante días y
negarlo con toda sinceridad.
Esto se debe en parte a que los estados de ánimo son muy
difíciles de observar.
Es difícil enfocarlos con la cámara del Yo Observante.
Empero, es de la mayor importancia observarlos porque un
estado de ánimo, como la bruma, suele persistir y extraer sutilmente la fuerza
de una persona, mostrando una fase opuesta, breve y excitante, y luego
estableciéndose de nuevo.
A veces un estado de ánimo tranquilo, desagradable, es
representado en un sueno como una niebla en medio de la cual se busca tanteando
el camino.
Ahora bien, si se puede observar un estado de ánimo no se
está completamente sumido en el.
Parte de la conciencia va entonces al Yo Observante, pero
el resto de la conciencia sigue apegada al estado de ánimo, esto es, permanece
identificada con él.
Así una persona es al mismo tiempo su estado de ánimo y
no lo es.
Esto marca el comienzo de la separación.
Si dicha persona no se deja dominar demasiado tiempo por
el sueno, la separación se hará mas amplia hasta que su conciencia pueda mirar
desde arriba al estado de ánimo que antes solía envolverla completamente.
Se parecerá entonces a una capa de bruma en un distante
valle que está por debajo de nosotros.
Dicha persona se preguntara por que solía ir tan a menudo
a ese valle y permanecer en la niebla.
Aparentemente lo creía necesario.
Cuanto más la conciencia asciende al nivel del Yo
Observante, mas se preguntara por qué vagaba por los lugares que antes solía
frecuentar.
Maurice Nicoll
No hay comentarios:
Publicar un comentario