LA CONSIDERACION EXTERNA. PARTE –V-
CONSIDERACION INTERNA Y CONSIDERACION EXTERNA V
A algunas personas les cuesta comprender lo que significa
la consideración externa y a otras lo que significa la consideración interna.
En este Trabajo es preciso hacer la consideración externa
y poner fin a la consideración interna.
La consideración externa hacia otra persona es necesaria
ante todo para colocarse en la posición de esa persona.
Para lograrlo es menester pensar en sí mismo como si
fuera la otra persona, teniendo que hacer las mismas cosas, enfrentando las
mismas dificultades, los mismos impedimentos, la misma vida.
Ahora bien, si se reflexiona sobre este paso preliminar,
se verá que la consideración externa está muy lejos de la indiferencia.
Para ponerse en la situación de otra persona es preciso
apelar a la propia comprensión.
Exige un esfuerzo dirigido de la mente y de los
sentimientos y no solo una vez sino muchas.
Y por cierto la persona siempre preocupada por sus problemas
personales y por la forma en que es tratada será incapaz de hacerlo, es decir,
si sigue tomando la vida desde el punto de vista de la consideración interior.
Recuerdo el caso de un hombre que estaba siempre inmerso
en la consideración interior, siempre sufriendo, un hombre que grabo en la
tumba de su mujer:
"De tu esposo con el corazón destrozado".
Solo podía pensar en sí mismo, en su propio sufrimiento.
Ahora bien, si se empieza a considerar exteriormente a
otra persona, durante un prolongado periodo, es preciso ponerse una y otra vez
en lugar de la otra persona.
De este modo se llega a ser más consciente.
El objeto de este Trabajo es llegar a ser más consciente.
La observación de si hace que se tenga conciencia de uno
mismo: la consideración exterior hace que se tenga también conciencia de los
otros.
A través de la consideración exterior, son reveladas las
cosas de las que antes no se tenía conciencia.
Tomemos un solo ejemplo de revelación de esta clase: hay
que ponerse en la posición de otra persona y al cabo de un tiempo uno se da
cuenta de que espera que dicha persona haga cosas que a uno nunca se le
ocurriría hacer, por ejemplo, esperar que esa persona soporte condiciones que
uno no soportaría ni un solo instante.
¿No ve que ha logrado más conciencia?
Ahora bien, si tiene una revelación de esta clase
significa que en verdad considera externamente, que comprende lo que significa
ponerse en la posición de otra persona.
Las personas muy exigentes esperan demasiado de los
otros, y si no obtienen lo que esperan, se sienten desengañadas y en cierto
modo que se les debe algo.
Es decir, en la vida de estas personas se forma un fondo
de consideración interior.
Esto las amarga.
Sienten que deben saldar cuentas.
Para una persona de esta clase la consideración exterior
se hace muy difícil.
Pero no debería ser difícil para alguien que no está
cristalizado.
Un buen punto de partida para considerar externamente a
otra persona es darse cuenta de que se espera que ella haga cosas que uno nunca
pensó en hacer.
Es un punto de partida práctico y de Trabajo.
Entonces se comprende que uno esperaba no solo que la otra
persona hiciera cosas que nunca se había pensado hacer sino que ella es
diferente de uno mismo, se comporta diferentemente, se opone a las cosas de un
modo diferente, etc.
Supongamos que siempre usted se comparo muy
favorablemente con otras personas y que tiene la seguridad de que ninguna de
las cosas desagradables que observa en la demás gente existe en usted.
Le sorprenderá mucho, pues, tener la revelación de que es
injusto y que espera que los otros hagan en el Trabajo lo que ni siquiera soñaría
en hacer.
Siempre cuesta aceptar que hay algo en uno mismo que no
anda bien.
Tal como se dijo en un comentario anterior, se suele
decir muchas veces que se tiene la culpa de algo, pero si alguien nos da la
razón, nos sorprendemos y nos sentimos ofendidos.
Si, es muy fácil fingir que se tiene la culpa.
Pero verlo, de un modo directo e inequívoco, en uno
mismo, DUELE.
Este es un sufrimiento verdadero y, debido a ello, ÚTIL,
porque todo sufrimiento verdadero purifica las emociones.
Solo dura un breve instante como todo sufrimiento
verdadero y luego es infectado por la falsa personalidad y se transforma en un
complicado estado negativo, alguna especie de desagradable autocompasión o una
interminable justificación de si, lo cual es un sufrimiento inútil.
Supongamos ahora que tiene que vivir con una persona
llamada usted mismo.
Leí una vez la historia de un hombre que había muerto y
fue al más allá donde se encontró con gran número de personas; conocía a
algunas de estas personas y les tenia simpatía y también conocía a otras pero
les tenia antipatía.
Pero había una persona a quien no conocía y a la que no
podía aguantar.
Todo cuanto decía lo enfurecía y le disgustaba —sus
maneras, sus habitos, su pereza, su falta de sinceridad al hablar, sus
expresiones faciales— y también le parecía que podía leer los pensamientos y
los sentimientos de ese hombre y todos sus secretos y, de hecho, toda su vida.
Pregunto a los otros quien era ese hombre tan
desagradable.
Le contestaron: "Tenemos aquí espejos especiales que
son muy diferentes de los de su mundo.
Este hombre es usted mismo." Supongamos, pues, que
usted esté obligado a vivir con una persona que es usted.
Quizá sea esto lo que la otra persona debe hacer.
Claro está, si no ha practicado la observación de sí, es
posible que imagine que ese mundo es encantador y que si todos fueran como
usted, el mundo seria por cierto un lugar feliz.
Ni la vanidad ni el engreimiento de si tienen límites.
Ahora bien, al ponerse usted en la posición de otra
persona se pone también en su punto de vista, en cómo lo ve a usted, y lo oye,
y lo experimenta en su conducta cotidiana. Se ve a usted mismo a través de sus
ojos.
Al faltar la observación de si no lo puede hacer porque da
simplemente por supuesto que en usted todo "anda bien".
Pero si ha llegado a un buen adiestramiento en la
observación de sí que le permite desechar las antiguas ideas que se ha forjado
sobre sí mismo y si tiene no solo una colección de instantáneas sino de
ampliaciones de usted en sus papeles más característicos, entonces el caso será
muy diferente.
Sera capaz de verse a sí mismo hasta cierto punto del
mismo modo que como lo ve otra persona y así comprenderá prácticamente cual es
la situación de la otra persona y cuales son algunas de sus dificultades y qué
sentido tendría vivir consigo mismo.
Por supuesto, la otra persona puede hacer lo mismo.
Algunos de ustedes creerán, al oír esto, que es acertado
decir que la otra persona debería darse cuenta de lo difícil que es ella.
Pero es preciso comprender que hemos empezado al revés.
Es uno mismo quien tiene que darse cuenta de lo difícil
que es para la otra persona.
Permítanme que les diga que lo que acabo de explicar no
es fácil de entender.
Quizá crean que ya lo saben.
Es posible que lo hayan oído, pero se necesita al menos
toda una vida para conocer todas sus implicaciones.
En el Trabajo, las relaciones son importantes.
Las relaciones de Trabajo son imposibles sin la
consideración exterior.
Por lo general hemos de ponernos en contacto unos con
otros por medio del Trabajo.
El Trabajo y sus enseñanzas deben estar entre uno y la
otra persona.
Es menester contemplarse los unos a los otros a través de
la ventana común del Trabajo.
Es preciso estar relacionado a través de la valoración
común del Trabajo —pero de un modo muy práctico— al trabajar.
Cuando en el Trabajo dos personas querellan, aun les
queda mucho que hacer.
Suelen no estar prontas para el trabajo, en cuyo caso se
producirán heridas, lo mismo que en la vida.
Se niegan a trabajar sobre si o en una relación común de
una con la otra: entonces las dos se entregaran a la consideración interior,
las dos creen que se les debe algo, las dos piensan que la otra debe presentar
sus excusas.
Claro es que si no se trabaja sobre si y se deja vivir y
no se hace nada de suplementario, el Trabajo nunca llegara a convertirse en la
Tercera Fuerza para uno.
La Tercera Fuerza es una fuerza relacionante.
En este caso la vida será la Tercera Fuerza y la vida
divide, mientras que el Trabajo une.
La vida divide porque en la vida la gente no se comprende
mutuamente.
No tienen una base común, un lenguaje común.
En el Trabajo hay una base común y la gente habla un
lenguaje común y así se comprenden los unos a los otros.
Pero en El Trabajo se necesita diez veces más
consideración exterior que en la vida, y de una calidad por completo diferente,
porque El Trabajo es una fuerza relacionante.
Si en El Trabajo dos personas se pelean, y están prontas
para trabajar y desean hacerlo, entonces las dos lo harán así desde sí mismas
—no reuniéndose y discutiéndolo— sino simplemente como parte del Trabajo mismo.
Cada una se pondrá en la posición de la otra y cada una
se verá a si misma desde el punto de vista de la otra persona.
La consideración exterior constituye un excelente
trabajo.
Enseña a determinar si se tiene razón o si la tiene la
otra persona.
Acrecienta la conciencia.
Incluye la primera y la segunda línea de trabajo.
Si basa su existencia en la consideración interior, su
vida terminara como la de la mayoría de la gente.
Tendrá, pues, una vida parcial, no trabajada, no
digerida, llena de cosas desdichadas dejadas a un lado, pudriéndose por así
decirlo, en el pasado, tantos sentimientos violentos o acerbos, tantos lugares
a los cuales se apego por la identificación pasada.
Por cierto todo esto sucede por no haberse dado el Primer
Choque Consciente, por no permitir que la vida recaiga en el Trabajo sobre si.
Creo que todos comprenden cuantas veces la consideración
interior ha estropeado la vida y cuan terrible es esta forma de identificación.
En realidad es como si se contemplara la vida al revés.
Y las gentes que solo son capaces de consideración
interior y que sienten que los otros han de ser diferentes, que se juzgan unos
a otros tan equivocadamente acumulan entre ellos, por así decirlo, una masa de
material pesado, denso, negativo, a la cual se apegan y que no quieren
abandonar.
Pero la consideración exterior es por entero diferente.
Limpia. Libera.
Une lo que falta descubriendo el otro lado de las cosas y
haciendo comprender el efecto de lo que se hace.
Cancela todos los sentimientos de ser acreedor uniendo el
debe y el haber de las cuentas.
Una hora de consideración exterior lo liberara de los
efectos de semanas de consideración interior.
Y cuanto más se examina uno por la observación, en este
momento mismo, más vera la clase de persona que ha sido toda la vida, mas será
capaz de considerar exteriormente en una forma correcta.
Pero es preciso recordar que la consideración exterior
solo comienza, en su aplicación práctica, cuando se pone uno en el lugar de
otra persona y se contempla, por así decirlo, desde la mente y la conciencia de
la otra persona tal como está lo ve.
Por eso no hay que creer que la consideración exterior
consiste únicamente en hacer algo para otra persona.
Maurice Nicoll
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