domingo, 3 de junio de 2012

LA OBSERVACION DE SI – PARTE III -


LA OBSERVACION DE SI – PARTE III -
Se pueden decir muchas cosas sobre la observación de sí y acerca de lo que es y lo que no es.

Todo el Trabajo deriva del hombre que empieza a observarse.

La observación de si es un medio que permite el cambio de sí.

La observación de si, seria y continua, si se hace correctamente, lleva a definidos cambios interiores en el hombre.

Ante todo, examinemos la observación de si en relación con el error que a menudo se comete a su respecto.

El error es confundir la observación de si con el conocer.

Conocer y observar no son la misma cosa.

Hablando superficialmente, se conoce que se está sentado en una silla en una habitación, pero, ¿acaso se puede decir que en realidad se la observa?

Hablando más profundamente, quizá se conozca que se está en un estado negativo, pero esto no quiere decir que se lo está observando.

Una persona en el Trabajo me dijo que alguien le era sumamente antipático.

Le dije: "Trate de observarlo".

Me replico: "¿Por qué he de observarlo?

No es preciso que lo haga.

Ya lo conozco".

En tal caso, dicha persona confunde conocer con observar —es decir, no comprende qué es la observación de sí.

Además no ha entendido que la observación de sí, que es activa, es un medio de cambio de si, mientras que el conocer, que es pasivo, no lo es.

Conocer no es un acto de atención.

La observación de si es un acto de atención dirigido hacia dentro —hacia lo que está sucediendo en uno—.

La atención debe ser activa —es decir, dirigida—.

En el caso de una persona a quien se tiene antipatía, uno advierte los pensamientos que se acumulan en la mente, el coro de voces que hablan dentro de uno, lo que están diciendo, las emociones desagradables que surgen, etc.

También se da cuenta de que está tratando interiormente muy mal a la persona a quien se tiene antipatía.

Nada de lo que se piensa o siente es demasiado malo en lo que se refiere a dicha persona.

Más para ver todo esto se necesita una atención dirigida, no una atención pasiva.

La atención proviene del lado observante, mientras que los pensamientos y las emociones pertenecen al lado observado en sí mismo.

Esto es dividirse en dos.

Hay un dicho: "Un hombre es primero uno, luego dos, y luego uno".

El lado observante, o "Yo" Observante, es interior al lado observado, o está por encima de él, pero su poder de conciencia independiente varia, porque en cualquier momento puede quedar sumergido.

En ese caso estará completamente identificado con el estado negativo.

No se observa el estado porque uno mismo es el estado.

Cabe decir que el hecho de ser negativo es conocido, pero no es observado.

Si el "Yo" Observante es respaldado por otros "Yoes" que valorizan el Trabajo y lo recuerdan y desean ser más conscientes, el flujo de las cosas negativas no podrá sumergirlo tan fácilmente.

Es entonces ayudado por —y es parte de— “El Mayordomo Delegado”.

Todo esto es por completo diferente del mero conocer que se es negativo.

Cabe decir del conocer pasivo que es mecánico en contraste con la observación de sí que es un acto consciente y no puede llegar a ser mecánica.

La observación mecánica de si no tiene nada que ver con la observación de si del Trabajo.

La gente no solo confunde el conocer con el acto continuo de la observación de si sino que toma el pensar por el observar.

Pensar es muy diferente de observarse a sí mismo.

Un hombre puede pensar todo el día acerca de su persona y no observarse a sí mismo ni siquiera una vez.

La observación de nuestros pensamientos no es la misma cosa que el pensar.

Es ahora claro que el conocer y el pensar no son la misma cosa que la observación.

Muchas veces se hace esta pregunta:

"¿Que debo observar?"

Primero, el Trabajo explica cuidadosamente que es lo que se debe empezar a observar.

Pero después un hombre debe lograr una plena observación de si mismo durante un día entero —o una semana— y verse a sí mismo como una persona exterior.

Debe pensar lo que pensaría si se encontrase consigo mismo.

Claro está que detestaría cordialmente a ese hombre que es él mismo.

Un hombre debe observar todo en él y siempre como si no fuera él sino ELLO.

Esto significa que debe decir:

"¿Qué está haciendo ELLO?", y no "¿Que estoy haciendo yo?"


Entonces ve ora los pensamientos que se suceden en él, ora las emociones, ora las comedias privadas y los dramas personales, ora las elaboradas mentiras, ora los discursos, excusas e invenciones, y así sucesivamente, que pasan a través de él, uno tras otro.

Al instante siguiente, claro está, cae otra vez en el sueño y desempeña su papel en todos ellos.

Es decir, ACTÚA EN LA COMEDIA que ha compuesto y cree que es verdadera.

Piensa que es la parte que ha inventado.

Examinemos más extensamente este punto de vista.

Es preciso que un hombre sea capaz de decir:

"ESTO NO SOY YO" a todas las piezas y canciones establecidas, a todas las representaciones que se suceden en él, a todas las voces que toma por la suya.

Sabe que a veces antes de dormirse por la noche, oye fuertes voces en la cabeza.

Son los "Yoes" que están hablando.

Durante el día, se pasan todo el tiempo hablando, solo que los toma como "Yo" —como uno mismo.

Pero justo antes de dormirse, se produce naturalmente una separación, pues las conexiones entre los centros y los "Yoes" se interrumpen con el fin de que el sueño sea posible.

Dos o más "Yoes" pueden impedir el sueño.

Por eso los oye, por así decir, como voces que hablan, solo por un momento, porque se separan de uno mediante procesos naturales.

La separación interior no significa el poder de decir meramente: "Este no es Yo", sino de llegar a percibirlo verdaderamente así —percibir que es verdad, que "este no es yo", no tratar de persuadirse de que no lo es, o decir "esto es lo que el Trabajo dice".

Cuando usted se encuentra en un estado desagradable, si se observa a si mismo durante largo rato, notara que toda clase de grupos diferentes de desagradables "Yoes" intentan uno tras otro ocuparse de esta situación y sacar provecho de ella.

Esto se debe a que los "Yoes" negativos viven siendo negativos.

Su vida consiste en pensar negativamente o en sentir negativamente —es decir, en proporcionarle pensamientos y sentimientos negativos—.

Les deleita hacerlo porque para ellos esta es la vida.

En el Trabajo, es preciso observar sinceramente el goce de los estados negativos, en especial el goce secreto de ellos.

Se debe a que si un hombre goza siendo negativo, sean cuales fueren las formas de ser negativo, y son legión, nunca podrá apartarse de ellas.

No es posible apartarse de algo por lo cual se siente un secreto afecto.

En realidad lo que ocurre es que uno se identifica con los "Yoes" negativos por medio de un afecto secreto y así siente su goce, porque sea cual fuere la cosa con la cual uno se identifica, se convierte en ella.

Dentro de sí, un hombre se está transformando continuamente en diferentes "Yoes".

No tiene nada permanente, pero por la separación puede lograr algo permanente.

La línea de separación pasa entre lo que gusta y lo que odia el Trabajo.

Ahora hablaremos otra vez de la charla.

En la práctica, todas las reglas se refieren a la charla, y a la manera de ocuparse de la charla equivocada.

Es preciso observar la charla interior y el lugar de donde proviene.

La charla interior equivocada es el almacigo no solo de muchos estados desagradables futuros, sino también de la charla exterior equivocada.

Se sabe que existe en el Trabajo lo que se llama la práctica del silencio interior.

Ese silencio interior en primer término, debe referirse a algo muy preciso y definido; y en segundo, no hay que mencionarlo siquiera.

Es decir, no se puede practicar el silencio interior de un modo vago y general, excepto quizá a modo de experimento por un tiempo.

Pero se puede practicarlo rígidamente respecto de una cosa precisa y definida, algo que se conoce y se ve muy claramente.

Alguien pregunto una vez:

"¿Practicar el silencio interior no es acaso lo mismo que impedir que algo penetre en la mente?"

La respuesta es no.

No es lo mismo.

Se practica el silencio interior acerca de algo que ya está en la mente y de lo cual se debe tener percepción, pero es preciso no tocarlo en el discurso interior, con la lengua interior.

La lengua exterior gusta tocar los lugares dolorosos, como cuando duele un diente.

Así lo hace también la lengua interior.

Pero si lo hace, la cosa dolorosa en la mente fluye en el discurso interior y se desenvuelve como charla interior por doquier.

Desde luego, ya habrán notado que la charla interior siempre se ocupa de los estados negativos y forja muchas frases desagradables, que de súbito hallan expresión en la charla exterior, quizá mucho tiempo después.

En el Trabajo se nos dice que, primero, hay que tener mucho cuidado con la charla exterior equivocada y, después, con la charla interior equivocada.

En realidad, la charla exterior equivocada se debe casi siempre a la charla interior equivocada.

La charla interior equivocada, en particular la charla interior venenosa y malévola, produce una confusión interior, como los excrementos.

Son diferentes formas de mentira, y debido a eso tienen tanta fuerza y persistencia.

La mentira es siempre más poderosa que la verdad porque puede herir.

Si observa la charla interior equivocada vera que está hecha solo de verdades a medias, o de verdades que se relacionan entre sí en un orden incorrecto, o con algo que se agrego o se omitió.

En otras palabras, es sencillamente mentirse a uno mismo.

Si dice:

"¿Es esto verdad?", tal vez lo detenga, pero encontrara otra serie de mentiras.

Con el tiempo llegara a disgustarle.

Si lo goza, nunca aflojara su poder.

No basta que le disguste gustándole:

Es preciso que le disguste absolutamente.

Todo esto pertenece a la purificación de la vida emocional.

Mecánicamente solo simpatizamos con nosotros mismos y tenemos antipatía u odio a quienes no simpatizan con nosotros.

No es posible el desarrollo del ser, y de ello no cabe la menor duda, a menos que las emociones dejen de fundamentarse únicamente en la auto simpatía.

En el Trabajo, la consideración exterior finca en ponerse uno mismo en la posición de los otros.

A ello se refieren los Evangelios:

"Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Mateo: VII, 12).

Este es uno de los postulados definidos en los Evangelios de lo que en el Trabajo se llama la Consideración Exterior.

Pero es preciso que un hombre piense profundamente lo que dice y perciba internamente lo que significa, porque tiene un significado exterior e interior.

Si dice:

"Siempre pienso en los otros", entonces obsérvelo.

Es probablemente un tope.

Quizá no se dé cuenta de que dice cosas, o escribe cosas que, si las recibiese no las toleraría un solo instante.

Esta es una forma muy interesante de observación de si e incluye la observación de la "charla interior".

En uno mismo todos los demás son impotentes.

Puede, por así decir, arrastrar una persona a la cueva de sí mismo y hacer con ella lo que se le antoje.

Quizá sea naturalmente cortes, pero en el Trabajo cuyo propósito consiste en purificar u organizar la vida interior, no basta.

Lo que verdaderamente cuenta es la manera como los hombres se comportan interna e invisiblemente los unos con los otros.

Es muy difícil comprenderlo. Tal vez se cree conocerlo ya.

Pero comprender —aun empezar a comprender— exige muchos años de trabajo.

Cuando lo interior corresponde a lo exterior y cuando lo exterior obedece a lo interior, entonces el hombre posee un "segundo cuerpo".

Tal como somos, nuestra vida exterior no corresponde a nuestra vida interior, y permitimos que esta sea controlada por aquella.

La vida interior crece al ver la bondad de algo.

Ya hemos dicho, recordando a San Casiano, que el hombre es capaz de hacer la misma cosa por diferentes motivos.

Un hombre suele obrar por temor —a las leyes, a la reputación, a la opinión—.

Entonces obra desde el exterior.

O puede obrar por ambición —y muchas otras formas similares de egoísmo—.

U obrar por el bien.

Esto desarrolla al hombre interno.

Ahora bien, todo ello puede ser materia de observación de sí.

La observación de si aun en sus primeras etapas produce algún efecto.

Permite que penetre la luz en las tinieblas de nuestra vida psíquica, y es ella la que debe preocuparnos en el Trabajo.

Todas las instrucciones se refieren a la vida psíquica, que es caótica.

De este modo, la observación de si se hace más profunda, y la valoración del Trabajo* llega a ser cada vez mas interna.

Así el Trabajo empieza a obrar sobre la Esencia —sobre la parte más verdadera de un hombre.

El Trabajo sobre si es siempre el mismo.

No importa dónde se esté.

Se estará siempre en contacto con el Trabajo si la actitud interior hacia él es correcta, y si lo es, el Trabajo ensenara lo que significa realmente el trabajo sobre si.

Si su actitud interior es equivocada, no lo puede hacer, porque ella le cierra el camino.

En toda observación de si, si ha de llegar a ser plena observación de sí, es preciso observar el ELLO.

Es decir, es preciso ver todas las reacciones a la vida y las circunstancias como ELLO en uno y no como "Yo".

Si se dice "Yo", entonces nada sucede.

El decir "Yo", el sentir "Yo", hace que el cambio sea imposible.

Si a cada estado negativo se dice "Yo", no se puede escapar.

Al principio el hombre se toma a sí mismo como uno y dice "Yo" a todo cuanto sucede en su vida psíquica.

Pero con el fin de cambiar debe llegar a ser dos.

Es preciso que se divida a sí mismo en ELLO y el "Yo" Observante —es decir, en dos—.

Luego, mas tarde, puede llegar a ser uno —una unidad—.

El instrumento de la observación de si se asemeja a un cuchillo que extirpa lo que no es nosotros.

Cuando se ve lo que significa decir:

"Este no es Yo", entonces se ha empezado a usar este instrumento.

En el momento en que alguien dice realmente:

"¿Que está haciendo ELLO?", en lugar de "¿Que estoy haciendo yo?", ya empieza a comprender el Trabajo.

Inmediatamente empiezan a establecerse una nueva serie de reacciones o más bien nuevas maneras de tomar las cosas.

Mientras se reaccione mecánicamente, no se puede cambiar.

El cambio empieza cuando se toman las cosas comunes de una nueva manera.

No se puede seguir siendo lo mismo —y cambiar—.

Si se es siempre lo mismo significa que se reacciona siempre ante la vida de la misma manera.

Se insiste en pedir la libra de carne.

La idea del cambio radica en no ser lo mismo.

La idea del Trabajo radica en el cambio de sí.

La idea de la observación de si finca en separar lo que uno era de lo que se observa.

De este modo la observación de si es un medio para el cambio de sí.

Cuando se ha empezado a formar en uno el poderoso instrumento mental de este Trabajo, sea cual fuere la dirección que se le dé, se captara nuevos significados.

El Trabajo forma en nosotros un nuevo instrumento de recepción, un nuevo aparato para recibir las impresiones, tanto del exterior como del interior.

El Trabajo proporciona piezas que es preciso unir por medio de la comprensión.

Cada pieza del Trabajo, cada idea separada, cada trocito de enseñanza, es exactamente como las piezas de un aparato de radio.

Las piezas de una radio están, desparramadas sobre una mesa y usted las ve.

Si sus conocimientos son suficientes, si comprende lo que son, puede unirlas y entonces el instrumento empieza a trabajar y oye toda clase de cosas invisibles que de otro modo no hubiera podido oír.

En el caso del Trabajo, cada pieza no es algo físico, un objeto exterior que esta sobre una mesa, sino algo psíquico —una idea, un pensamiento, una dirección, un postulado, un diagrama, etc.—.

Si todas esas piezas se unen y ajustan por medio de la comprensión y la valoración, el Trabajo forma en uno mismo un nuevo y organizado aparato.

Es decir, se produce en nosotros una reorganización.

Se tiene en si un nuevo organismo psíquico.

El Trabajo provee en realidad un organismo entero y completo que es dado poco a poco, parte tras parte, pero todas esas partes constituyen un verdadero todo.

Si el Trabajo se desarrolla así se tiene una cosa nueva, un nuevo instrumento organizado en uno.

Hasta una sola parte del Trabajo, si se la entiende con valoración y comprensión, empezara a obrar un cambio en uno porque transmitirá nuevas influencias.

Pero en el hombre debe desarrollarse el Trabajo completo.

Cabe considerarlo como la formación de otro cuerpo —otra cosa organizada en el hombre— si el hombre vive el Trabajo.

Ese nuevo organismo controlara el hombre que era.

Maurice Nicoll

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