LA OBSERVACION DE SI – PARTE III -
Todo el Trabajo deriva del hombre que empieza a
observarse.
La observación de si es un medio que permite el cambio
de sí.
La observación de si, seria y continua, si se hace
correctamente, lleva a definidos cambios interiores en el hombre.
Ante todo, examinemos la observación de si en relación
con el error que a menudo se comete a su respecto.
El error es confundir la observación de si con el
conocer.
Conocer y observar no son la misma cosa.
Hablando superficialmente, se conoce que se está sentado
en una silla en una habitación, pero, ¿acaso se puede decir que en realidad se
la observa?
Hablando más profundamente, quizá se conozca que se está
en un estado negativo, pero esto no quiere decir que se lo está observando.
Una persona en el Trabajo me dijo que alguien le era
sumamente antipático.
Le dije: "Trate de observarlo".
Me replico: "¿Por qué he de observarlo?
No es preciso que lo haga.
Ya lo conozco".
En tal caso, dicha persona confunde conocer con observar
—es decir, no comprende qué es la observación de sí.
Además no ha entendido que la observación de sí, que
es activa, es un medio de cambio de si, mientras que el conocer, que es
pasivo, no lo es.
Conocer no es un acto de atención.
La observación de si es un acto de atención dirigido
hacia dentro —hacia lo que está sucediendo en uno—.
La atención debe ser activa —es decir, dirigida—.
En el caso de una persona a quien se tiene antipatía, uno
advierte los pensamientos que se acumulan en la mente, el coro de voces que
hablan dentro de uno, lo que están diciendo, las emociones desagradables que
surgen, etc.
También se da cuenta de que está tratando interiormente
muy mal a la persona a quien se tiene antipatía.
Nada de lo que se piensa o siente es demasiado malo en lo
que se refiere a dicha persona.
Más para ver todo esto se necesita una atención dirigida,
no una atención pasiva.
La atención proviene del lado observante, mientras que
los pensamientos y las emociones pertenecen al lado observado en sí mismo.
Esto es dividirse en dos.
Hay un dicho: "Un hombre es primero uno, luego dos,
y luego uno".
El lado observante, o "Yo" Observante, es
interior al lado observado, o está por encima de él, pero su poder de
conciencia independiente varia, porque en cualquier momento puede quedar
sumergido.
En ese caso estará completamente identificado con el
estado negativo.
No se observa el estado porque uno mismo es el estado.
Cabe decir que el hecho de ser negativo es conocido, pero
no es observado.
Si el "Yo" Observante es respaldado por otros
"Yoes" que valorizan el Trabajo y lo recuerdan y desean ser más conscientes,
el flujo de las cosas negativas no podrá sumergirlo tan fácilmente.
Es entonces ayudado por —y es parte de— “El Mayordomo
Delegado”.
Todo esto es por completo diferente del mero conocer que
se es negativo.
Cabe decir del conocer pasivo que es mecánico en
contraste con la observación de sí que es un acto consciente y no puede llegar
a ser mecánica.
La observación mecánica de si no tiene nada que ver con
la observación de si del Trabajo.
La gente no solo confunde el conocer con el acto continuo
de la observación de si sino que toma el pensar por el observar.
Pensar es muy diferente de observarse a sí mismo.
Un hombre puede pensar todo el día acerca de su persona y
no observarse a sí mismo ni siquiera una vez.
La observación de nuestros pensamientos no es la misma
cosa que el pensar.
Es ahora claro que el conocer y el pensar no son la misma
cosa que la observación.
Muchas veces se hace esta pregunta:
"¿Que debo observar?"
Primero, el Trabajo explica cuidadosamente que es lo que
se debe empezar a observar.
Pero después un hombre debe lograr una plena observación
de si mismo durante un día entero —o una semana— y verse a sí mismo como una
persona exterior.
Debe pensar lo que pensaría si se encontrase consigo
mismo.
Claro está que detestaría cordialmente a ese hombre que
es él mismo.
Un hombre debe observar todo en él y siempre como si no
fuera él sino ELLO.
Esto significa que debe decir:
"¿Qué está haciendo ELLO?", y no "¿Que
estoy haciendo yo?"
Entonces ve ora los pensamientos que se suceden en él,
ora las emociones, ora las comedias privadas y los dramas personales, ora las
elaboradas mentiras, ora los discursos, excusas e invenciones, y así
sucesivamente, que pasan a través de él, uno tras otro.
Al instante siguiente, claro está, cae otra vez en el sueño
y desempeña su papel en todos ellos.
Es decir, ACTÚA EN LA COMEDIA que ha compuesto y
cree que es verdadera.
Piensa que es la parte que ha inventado.
Examinemos más extensamente este punto de vista.
Es preciso que un hombre sea capaz de decir:
"ESTO NO SOY YO" a todas las piezas y
canciones establecidas, a todas las representaciones que se suceden en él, a
todas las voces que toma por la suya.
Sabe que a veces antes de dormirse por la noche, oye
fuertes voces en la cabeza.
Son los "Yoes" que están hablando.
Durante el día, se pasan todo el tiempo hablando, solo
que los toma como "Yo" —como uno mismo.
Pero justo antes de dormirse, se produce naturalmente una
separación, pues las conexiones entre los centros y los "Yoes" se
interrumpen con el fin de que el sueño sea posible.
Dos o más "Yoes" pueden impedir el sueño.
Por eso los oye, por así decir, como voces que hablan,
solo por un momento, porque se separan de uno mediante procesos naturales.
La separación interior no significa el poder de decir
meramente: "Este no es Yo", sino de llegar a percibirlo
verdaderamente así —percibir que es verdad, que "este no es yo", no
tratar de persuadirse de que no lo es, o decir "esto es lo que el Trabajo
dice".
Cuando usted se encuentra en un estado desagradable, si
se observa a si mismo durante largo rato, notara que toda clase de grupos
diferentes de desagradables "Yoes" intentan uno tras otro ocuparse de
esta situación y sacar provecho de ella.
Esto se debe a que los "Yoes" negativos viven
siendo negativos.
Su vida consiste en pensar negativamente o en sentir
negativamente —es decir, en proporcionarle pensamientos y sentimientos
negativos—.
Les deleita hacerlo porque para ellos esta es la vida.
En el Trabajo, es preciso observar sinceramente el goce
de los estados negativos, en especial el goce secreto de ellos.
Se debe a que si un hombre goza siendo negativo, sean
cuales fueren las formas de ser negativo, y son legión, nunca podrá apartarse
de ellas.
No es posible apartarse de algo por lo cual se siente un
secreto afecto.
En realidad lo que ocurre es que uno se identifica con
los "Yoes" negativos por medio de un afecto secreto y así siente su
goce, porque sea cual fuere la cosa con la cual uno se identifica, se convierte
en ella.
Dentro de sí, un hombre se está transformando
continuamente en diferentes "Yoes".
No tiene nada permanente, pero por la separación puede
lograr algo permanente.
La línea de separación pasa entre lo que gusta y lo que
odia el Trabajo.
Ahora hablaremos otra vez de la charla.
En la práctica, todas las reglas se refieren a la charla,
y a la manera de ocuparse de la charla equivocada.
Es preciso observar la charla interior y el lugar de
donde proviene.
La charla interior equivocada es el almacigo no solo de
muchos estados desagradables futuros, sino también de la charla exterior
equivocada.
Se sabe que existe en el Trabajo lo que se llama la
práctica del silencio interior.
Ese silencio interior en primer término, debe referirse a
algo muy preciso y definido; y en segundo, no hay que mencionarlo siquiera.
Es decir, no se puede practicar el silencio interior de
un modo vago y general, excepto quizá a modo de experimento por un tiempo.
Pero se puede practicarlo rígidamente respecto de una
cosa precisa y definida, algo que se conoce y se ve muy claramente.
Alguien pregunto una vez:
"¿Practicar el silencio interior no es acaso lo
mismo que impedir que algo penetre en la mente?"
La respuesta es no.
No es lo mismo.
Se practica el silencio interior acerca de algo que ya
está en la mente y de lo cual se debe tener percepción, pero es preciso no
tocarlo en el discurso interior, con la lengua interior.
La lengua exterior gusta tocar los lugares dolorosos,
como cuando duele un diente.
Así lo hace también la lengua interior.
Pero si lo hace, la cosa dolorosa en la mente fluye en el
discurso interior y se desenvuelve como charla interior por doquier.
Desde luego, ya habrán notado que la charla interior
siempre se ocupa de los estados negativos y forja muchas frases desagradables,
que de súbito hallan expresión en la charla exterior, quizá mucho tiempo
después.
En el Trabajo se nos dice que, primero, hay que tener
mucho cuidado con la charla exterior equivocada y, después, con la charla
interior equivocada.
En realidad, la charla exterior equivocada se debe casi
siempre a la charla interior equivocada.
La charla interior equivocada, en particular la charla
interior venenosa y malévola, produce una confusión interior, como los excrementos.
Son diferentes formas de mentira, y debido a eso tienen
tanta fuerza y persistencia.
La mentira es siempre más poderosa que la verdad porque
puede herir.
Si observa la charla interior equivocada vera que está
hecha solo de verdades a medias, o de verdades que se relacionan entre sí en un
orden incorrecto, o con algo que se agrego o se omitió.
En otras palabras, es sencillamente mentirse a uno mismo.
Si dice:
"¿Es esto verdad?", tal vez lo detenga, pero
encontrara otra serie de mentiras.
Con el tiempo llegara a disgustarle.
Si lo goza, nunca aflojara su poder.
No basta que le disguste gustándole:
Es preciso que le disguste absolutamente.
Todo esto pertenece a la purificación de la vida
emocional.
Mecánicamente solo simpatizamos con nosotros mismos y
tenemos antipatía u odio a quienes no simpatizan con nosotros.
No es posible el desarrollo del ser, y de ello no cabe la
menor duda, a menos que las emociones dejen de fundamentarse únicamente en la
auto simpatía.
En el Trabajo, la consideración exterior finca en ponerse
uno mismo en la posición de los otros.
A ello se refieren los Evangelios:
"Así que, todas las cosas que queráis que los
hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Mateo:
VII, 12).
Este es uno de los postulados definidos en los Evangelios
de lo que en el Trabajo se llama la Consideración Exterior.
Pero es preciso que un hombre piense profundamente lo que
dice y perciba internamente lo que significa, porque tiene un significado exterior
e interior.
Si dice:
"Siempre pienso en los otros", entonces
obsérvelo.
Es probablemente un tope.
Quizá no se dé cuenta de que dice cosas, o escribe cosas
que, si las recibiese no las toleraría un solo instante.
Esta es una forma muy interesante de observación de si e
incluye la observación de la "charla interior".
En uno mismo todos los demás son impotentes.
Puede, por así decir, arrastrar una persona a la cueva de
sí mismo y hacer con ella lo que se le antoje.
Quizá sea naturalmente cortes, pero en el Trabajo cuyo
propósito consiste en purificar u organizar la vida interior, no basta.
Lo que verdaderamente cuenta es la manera como los
hombres se comportan interna e invisiblemente los unos con los otros.
Es muy difícil comprenderlo. Tal vez se cree conocerlo
ya.
Pero comprender —aun empezar a comprender— exige muchos
años de trabajo.
Cuando lo interior corresponde a lo exterior y cuando lo
exterior obedece a lo interior, entonces el hombre posee un "segundo
cuerpo".
Tal como somos, nuestra vida exterior no corresponde a
nuestra vida interior, y permitimos que esta sea controlada por aquella.
La vida interior crece al ver la bondad de algo.
Ya hemos dicho, recordando a San Casiano, que el hombre
es capaz de hacer la misma cosa por diferentes motivos.
Un hombre suele obrar por temor —a las leyes, a la
reputación, a la opinión—.
Entonces obra desde el exterior.
O puede obrar por ambición —y muchas otras formas
similares de egoísmo—.
U obrar por el bien.
Esto desarrolla al hombre interno.
Ahora bien, todo ello puede ser materia de observación de
sí.
La observación de si aun en sus primeras etapas produce
algún efecto.
Permite que penetre la luz en las tinieblas de nuestra
vida psíquica, y es ella la que debe preocuparnos en el Trabajo.
Todas las instrucciones se refieren a la vida psíquica,
que es caótica.
De este modo, la observación de si se hace más profunda,
y la valoración del Trabajo* llega a ser cada vez mas interna.
Así el Trabajo empieza a obrar sobre la Esencia —sobre la
parte más verdadera de un hombre.
El Trabajo sobre si es siempre el mismo.
No importa dónde se esté.
Se estará siempre en contacto con el Trabajo si la
actitud interior hacia él es correcta, y si lo es, el Trabajo ensenara lo que
significa realmente el trabajo sobre si.
Si su actitud interior es equivocada, no lo puede hacer,
porque ella le cierra el camino.
En toda observación de si, si ha de llegar a ser plena
observación de sí, es preciso observar el ELLO.
Es decir, es preciso ver todas las reacciones a la vida y
las circunstancias como ELLO en uno y no como "Yo".
Si se dice "Yo", entonces nada sucede.
El decir "Yo", el sentir "Yo", hace
que el cambio sea imposible.
Si a cada estado negativo se dice "Yo", no se
puede escapar.
Al principio el hombre se toma a sí mismo como uno y dice
"Yo" a todo cuanto sucede en su vida psíquica.
Pero con el fin de cambiar debe llegar a ser dos.
Es preciso que se divida a sí mismo en ELLO y el
"Yo" Observante —es decir, en dos—.
Luego, mas tarde, puede llegar a ser uno —una unidad—.
El instrumento de la observación de si se asemeja a un
cuchillo que extirpa lo que no es nosotros.
Cuando se ve lo que significa decir:
"Este no es Yo", entonces se ha empezado a usar
este instrumento.
En el momento en que alguien dice realmente:
"¿Que está haciendo ELLO?", en lugar de "¿Que
estoy haciendo yo?", ya empieza a comprender el Trabajo.
Inmediatamente empiezan a establecerse una nueva serie de
reacciones o más bien nuevas maneras de tomar las cosas.
Mientras se reaccione mecánicamente, no se puede cambiar.
El cambio empieza cuando se toman las cosas comunes de
una nueva manera.
No se puede seguir siendo lo mismo —y cambiar—.
Si se es siempre lo mismo significa que se reacciona
siempre ante la vida de la misma manera.
Se insiste en pedir la libra de carne.
La idea del cambio radica en no ser lo mismo.
La idea del Trabajo radica en el cambio de sí.
La idea de la observación de si finca en separar lo que
uno era de lo que se observa.
De este modo la observación de si es un medio para el
cambio de sí.
Cuando se ha empezado a formar en uno el poderoso
instrumento mental de este Trabajo, sea cual fuere la dirección que se le dé,
se captara nuevos significados.
El Trabajo forma en nosotros un nuevo instrumento de
recepción, un nuevo aparato para recibir las impresiones, tanto del exterior
como del interior.
El Trabajo proporciona piezas que es preciso unir por
medio de la comprensión.
Cada pieza del Trabajo, cada idea separada, cada trocito
de enseñanza, es exactamente como las piezas de un aparato de radio.
Las piezas de una radio están, desparramadas sobre una
mesa y usted las ve.
Si sus conocimientos son suficientes, si comprende lo que
son, puede unirlas y entonces el instrumento empieza a trabajar y oye toda
clase de cosas invisibles que de otro modo no hubiera podido oír.
En el caso del Trabajo, cada pieza no es algo físico, un
objeto exterior que esta sobre una mesa, sino algo psíquico —una idea, un pensamiento,
una dirección, un postulado, un diagrama, etc.—.
Si todas esas piezas se unen y ajustan por medio de la
comprensión y la valoración, el Trabajo forma en uno mismo un nuevo y
organizado aparato.
Es decir, se produce en nosotros una reorganización.
Se tiene en si un nuevo organismo psíquico.
El Trabajo provee en realidad un organismo entero y
completo que es dado poco a poco, parte tras parte, pero todas esas partes
constituyen un verdadero todo.
Si el Trabajo se desarrolla así se tiene una cosa nueva,
un nuevo instrumento organizado en uno.
Hasta una sola parte del Trabajo, si se la entiende con
valoración y comprensión, empezara a obrar un cambio en uno porque transmitirá
nuevas influencias.
Pero en el hombre debe desarrollarse el Trabajo completo.
Cabe considerarlo como la formación de otro cuerpo —otra
cosa organizada en el hombre— si el hombre vive el Trabajo.
Ese nuevo organismo controlara el hombre que era.
Maurice Nicoll
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