LA IDENTIFICACIÓN.
COMENTARIO
Nos han dicho en el Trabajo que una de las primeras cosas
que hemos de observar en nosotros mismos es la identificación.
Se dice que el identificarse es la más terrible fuerza
que actúa en este planeta y que mantiene a las gentes dormidas y así les impide
despertar.
Tal como somos —esto es, gentes mecánicas, que hacen todo
mecánicamente y no tienen conciencia propia— nos identificamos a cada instante.
Nos identificamos con nuestros pensamientos, con nuestros
sentimientos, y nos identificamos con lo que sucede en la vida exterior.
De este modo nos mantienen en prisión sin que nos demos
cuenta de ello —y tan solo por medio del desarrollo de la conciencia lograremos
salir de la cárcel—.
Solo pocas gentes lo desean —a saber, aquellas gentes que
poseen lo que es llamado Centro Magnético y por lo tanto sienten que debe de
haber algo diferente y tratan de hallarlo—.
Todos nosotros tenemos emociones innecesarias, cuyo
origen radica en la identificación.
Nuestro Centro Emocional, que es el centro más importante
y es eventualmente capaz de ponernos en conexión con el Centro Emocional
Superior, está en muy mal estado.
En primer lugar está lleno de emociones negativas
adquiridas que hemos imitado de los otros.
Al nacer nuestro Centro Emocional está libre de emociones
negativas y al nacer estamos ligeramente despiertos.
Hay en los niñitos una especie de inocencia que no tardan
en perder debido a la identificación.
Esta inocencia, si cabe llamarla así, pertenece a la
Esencia, pero no tarda en ser rodeada por la Personalidad y la Falsa
Personalidad, y perdemos nuestro centro de gravedad original que pasa de la
Esencia a la Personalidad.
Llegamos a ser entonces, por así decir, gentes inventadas
que llevan una vida ficticia.
Basta mirar alguna vieja revista, digamos de hace
cuarenta o cincuenta años, para notar hasta qué punto las gentes parecen
artificiales en las ilustraciones y fotografías e irreales las novelas y
cuentos.
Uno se pregunta cómo las gentes podían vestirse así,
comportarse así, hacer las cosas así, y sin embargo estamos exactamente en el
mismo estado de hipnotismo en todo momento.
Ahora bien, cuando examina esos viejos grabados, esos
viejos cuentos, y se pregunta cómo las gentes podían hacer esas cosas, lo que
examina en realidad es el poder de identificarse y el poder que la
identificación tiene sobre la humanidad.
Y empero cree que usted no está identificado en absoluto.
Como es sabido, la humanidad es mantenida dormida por
alguna razón, pero siempre cabe la posibilidad para cierto número de personas
de despertar de ese sueño que proviene en parte del identificarse.
Cada uno de ustedes está identificado en este momento.
Cada uno de ustedes tiene ciento y una emociones
innecesarias.
Cada uno de ustedes está identificado con ciento y un
pensamientos innecesarios.
Cuando un hombre está totalmente dormido está
identificado con cada pensamiento que se le presenta automáticamente y con cada
estado de ánimo que surge en el automáticamente, y con cada sentimiento.
Lo toma todo como su vida y, en efecto, aun más, lo toma
como su vida necesaria.
En el trabajo de la observación de si nos dicen en que
dirección es preciso observarse a sí mismo y la razón de ello es la capacidad
de separarse muy gradualmente de todas esas formas innecesarias de
identificarse con pensamientos transitorios, estados de ánimo y sentimientos.
Entonces ya estamos respaldados por algo.
Comenzamos a vemos a nosotros mismos, por así decir, en
la escena que se representa enfrente de nosotros.
Vemos toda suerte de diferentes "Yoes" en
nosotros, que dicen una cosa y piensan otra, que se comportan de un modo y se
expresan de otro, como algo irreal, algo que no es uno mismo, algo que no tiene
nada que ver con el "Yo" Real.
En otras palabras, empezamos a ver nuestra mecanicidad.
Esto es realizar un gran progreso y una vez que una
persona lo ha realizado ya nunca será mas la misma persona.
Pero el poder de identificarse es tan tremendo que aunque
alcancemos un estado en que estamos momentáneamente separados de nuestra
Personalidad, al momento caemos nuevamente —esto es, hemos alcanzado el estado
de ser capaces de "andar sobre las aguas" por un momento, y al
próximo momento nos hundimos.
Estamos otra vez en el pequeño teatro de nuestros síes
mecánicos que representan sus auto-dramas.
El Trabajo dice que es preciso luchar todos los días
contra el identificarse y que esta lucha adopta muchas formas y sigue distintas
direcciones.
Por ejemplo, un hombre suele, mediante la observación de
si, comprender que se identifica con alguien o con alguna forma de pensamiento
o emoción, y logra separarse momentáneamente de esa particular clase de
identificación, pero descubre que se identifica con otra cosa en mucho mayor
grado.
Al principio lo acepta y tiene a este respecto la certeza
de no estar identificado.
Luego se da cuenta de lo que sucedió.
Por eso la lucha debe proseguir a todo lo largo de la
vida.
La gente suele a veces decir:
"De seguro debemos identificarnos, pues entonces nos
sentimos vivir verdaderamente, sentimos emociones verdaderas y todo el
resto".
Esto no es exacto.
No se pueden sentir emociones verdaderas si nos
identificamos —en efecto, el Trabajo dice que tal como somos solo conocemos una
emoción o un sabor— el sabor de estar identificado.
Como es sabido, nos identificamos en particular con
nuestros estados negativos, con nuestros estados de ánimo negativos, con
nuestros pensamientos negativos.
El Trabajo apenas menciona las emociones positivas.
Y al mismo tiempo, dice que las emociones positivas son
posibles, pero que en ellas no hay rastros de identificarse, no hay sabor a
identificación.
No son auto-emociones, ni formas de auto-simpatía.
Todas las auto-emociones son formas de identificarse.
Las emociones positivas no tienen ese sabor y no son
auto-emociones.
No podemos crearlas al' presente a no ser que tratemos de
hacer el Trabajo con sinceridad, a no ser que intentemos seguir las tres líneas
del Trabajo.
La primera línea es el trabajo sobre si, que empieza con
una sincera e imparcial observación de sí que se realiza de acuerdo con lo que
el Trabajo nos ensena a observar.
La segunda línea es el trabajo en conexión con otro, es
comprendernos los unos a los otros y no reaccionar mecánicamente a las
desagradables manifestaciones de los otros en el Trabajo, es aprender un
lenguaje común y de este modo estimar a la gente externamente.
La tercera línea radica en ayudar a quienes ensenan el
Trabajo y asistirlos para que lo transmitan.
Si se siguen esas líneas, en especial la primera y la
segunda, seremos recompensados con destellos de emoción positiva cuyo sabor,
cuya calidad instantánea, es por completo diferente del de las emociones
pesadas y ordinarias entre las cuales vivimos.
Lo que podríamos llamar emociones positivas no son en
verdad emociones positivas porque se convierten muy fácilmente en sus opuestas
—a saber, en emociones negativas—.
Por ejemplo, se siente muy contento consigo mismo, se
siente feliz, lleno de bondad, y todo lo demás, y alguien le dice algo
desagradable, y al próximo momento está usted sumergido en emociones negativas.
Ahora bien, lo importante en las emociones positivas es
que nunca hay en ellas opuestos —esto es, nunca pueden convertirse en emociones
negativas—.
Suelen aparecer en un destello y luego desvanecerse, pero
no pueden transformarse en una cosa opuesta, en un estado negativo.
Y además nos hacen ver cosas que nunca habíamos visto
antes, como una visión súbita —es decir, su valor cognoscitivo es muy grande—.
Al próximo instante volvemos a caer en nuestro nivel
habitual y olvidamos lo que hemos visto y no podemos recordarlo, y empero
sabemos que hemos visto algo que nunca habíamos visto antes, algún aspecto de
la verdad, del significado.
Ahora bien, si en el pasado alguien hubiera tenido un
atisbo de emociones positivas, si alguien las hubiera tenido en el futuro, las
hubiera registrado por su elevado valor aunque no pudiera recordar exactamente
que sucedió.
Lo más desdichado es contemplarlas como algo desatinado.
Las emociones positivas no pueden llegarnos en el segundo
estado de conciencia, pero pueden llegamos en el tercer estado de conciencia
—es decir, el Recuerdo de Si o la Percepción de Si—.
Cuando un hombre se deja absorber por sus intereses
privados, por sus auto-emociones, por su vanidad, por su auto-complacencia, por
su arrogancia moral, por el sentimiento de tener siempre razón, por sus quejas,
y todo el resto —esto es, cuando un hombre está completamente identificado consigo
mismo— nunca puede tener un atisbo de emociones positivas.
Por eso es tan necesario trabajar sobre si y separarse de
uno mismo.
Cuando un hombre se recuerda a sí mismo, no está
identificado —esto es, cuando un hombre alcanza el tercer estado de conciencia
que existe en toda la humanidad y le pertenece por derecho de nacimiento— está
en un estado de conciencia en el cual puede recibir la ayuda de los Centros
Superiores —a saber, de la Humanidad Consciente— pero cuando un hombre está en
el segundo estado de conciencia está siempre en un constante estado de
identificación, de identificarse con el dinero, de identificarse con las
gentes, de identificarse con la ambición y de identificarse consigo mismo, y
así está dormido y bajo la Ley de Accidente.
En el segundo estado de conciencia, en el así llamado
estado de vigilia, nada que pertenezca a un nivel superior puede llegarnos.
Así todo sucederá en la única forma en que puede suceder
porque entonces todos los hombres son maquinas y nadie puede hacer nada.
Maurice Nicoll
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