LA SEPARACIÓN INTEIROR
"Mientras un
hombre siga considerándose como una persona nunca se podrá mover de donde
está."
Sí, pero ¿por qué?
Por estar entonces
tan completamente identificado consigo mismo.
Su trabajo sólo empieza cuando siente dos hombres en sí
mismo.
Uno de ellos es pasivo y éste es el hombre que observa:
el otro es activo y éste es el hombre observado.
El hombre activo se llama a sí mismo "Yo".
El hombre pasivo es el comienzo del camino que lleva al
verdadero "Yo".
Es débil durante mucho tiempo y no puede hacer nada.
Pero a medida que el sentimiento del "Yo" es
extraído del hombre activo, el hombre pasivo se fortalece hasta que llega el
momento en que llega a ser activo y el hombre activo, pasivo.
Es decir, tiene lugar una inversión y lo interior
controla lo exterior, no lo exterior a lo interior.
Comprendámoslo más claramente.
Mientras una persona se siga tomando como una no puede
llegar a ser diferente.
¿No ven el porqué?
No puede cambiar, porque está identificada consigo misma
y toma todo en ella como si fuera ella misma.
Sus pensamientos, opiniones, estados de ánimo,
sentimientos, sensaciones, de hecho, todo lo toma como "Yo".
Dice "Yo" a todo ELLO.
Recordarán lo que el Trabajo dice sobre la identificación.
Citaré unas pocas frases:
"La identificación es una característica tan común
que para los fines de la observación es difícil separarla de cualquier otra
cosa.
El hombre está siempre en un estado de identificación, y
por esa razón no puede recordarse a sí mismo ...
"La identificación es uno de nuestros más terribles
enemigos.
Es necesario ver y estudiar la identificación en uno
mismo hasta sus mismas raíces.
La identificación es el principal obstáculo que se opone
al recuerdo de sí.
Un hombre que se identifica con todo es incapaz de
recordarse a sí mismo.
Con el fin de recordarse a sí mismo es preciso no
identificarse.
Pero con el fin de no identificarse, un hombre ante todo
no debe estar identificado consigo mismo.
Es preciso que recuerde que hay dos en él, uno que sólo
puede observar al principio y otro que se hace cargo de él en todo momento y
habla en su nombre y se llama a sí mismo "Yo".
Es preciso que trate de no identificarse con ese otro
hombre que lo controla, y sentir que es diferente de él y que hay otro en él.
Pero a menos que esta separación se haga y se haga
continuamente, sigue siendo un sólo hombre y nada puede cambiar en él."
El Trabajo enseña que el estado del hombre es tal que se
identifica con todo.
Por ejemplo, un hombre se identifica con su conocimiento.
Una persona tiene una clase de conocimiento, tal como el
conocimiento del mundo, otra tiene el conocimiento de una ciencia, una tercera
el conocimiento de la cocina, una cuarta el conocimiento de los negocios, una
quinta el conocimiento de los libros, etc.
Pero en cada caso una persona se identificará con su
conocimiento.
Es sabido cómo choca la gente que tiene conocimientos
similares y cómo, en el llamado mundo culto, existen toda clase de celos
fundados en la identificación.
Los médicos, por ejemplo, nunca están de acuerdo los
cocineros, ni los literatos, ni los soldados, ni los pastores, de acuerdo los
cocineros, ni los literatos, ni los soldados, ni los pastores, ni las madres.
Quizá recuerde el momento, en su niñez, en que empezó a
identificarse con el conocimiento y qué contento se puso cuando le dijeron algo
que los otros no sabían y sintió como una especie de poder.
La identificación confiere un sentido de poder.
Claro está, no era el conocimiento lo que le interesaba,
sino de hecho de que podía "exhibirlo".
Consideremos ahora el tema de la identificación con el
Centro Intelectual.
Entre otras cosas existen aquí actitudes, opiniones y
pensamientos.
¿Sabe usted, o más bien ha observado, que está
identificado con sus opiniones?
Esta es otra forma de identificación consigo mismo.
Desde luego, una opinión no es uno mismo, sino algo por
completo distinto.
Pero si está identificado, el sentimiento de
"Yo" se pega a la identificación.
Quizá cree no tener opiniones.
En todo caso, todos tenemos pensamientos.
¿Puede decir "Yo" a sus pensamientos?
O más bien, ¿dice invariablemente "Yo" a sus
pensamientos?
Por cierto, si cree que todo en su mundo interior es
"Yo", no puede dejar de hacerlo.
Pero asimismo puede decir que en el mundo exterior todo
es usted mismo.
A veces se tienen pensamientos muy deprimentes y
complejos.
Si uno se identifica con ellos, ejercen todo su poder.
Entonces está uno identificado con los propios pensamientos.
Pero es muy posible no identificarse con los propios
pensamientos.
De hecho, es muy necesario aprender a hacerlo, y lo más
pronto posible.
Ayuda mucho en el trabajo sobre sí, y también en todo.
Es imposible detener los pensamientos.
Se puede intentarlo, sólo como un mero ejercicio de
observación de sí.
Pero se puede aprender a no identificarse con los
pensamientos, y es preciso empezar por la observación de ellos.
La observación de algunos pensamientos es muy
interesante, pues son pensamientos enmarañados, complejos, pesados con los
cuales es muy peligroso identificarse.
Si no se identifica con algo en sí, empieza a liberarse
del poder' de la identificación.
Tratar de detener los pensamientos; y si es sincero en lo
que respecta a esta experiencia -y no se
puede trabajar a menos de serlo-
Admitirá que no es posible detenerlos.
Pero permanecer inmóvil in mente es otra cuestión.
Se puede permanecer internamente inmóvil in mente, del
mismo modo que el cuerpo puede permanecer externamente inmóvil en el mundo.
Ahora bien, ¿qué produce la inmovilidad?
¿Qué virtud posee?
En la naturaleza se hace amplio uso de la inmovilidad con
un propósito definido.
El movimiento es la primera cosa que se nota.
El ojo percibe el movimiento antes de ver el color o la
forma.
La detención de todo movimiento es un recurso común en el
mundo animal para escapar a la atención.
Su objeto no es el de fingir la muerte, sino el de llegar
a ser invisible.
La aminoración del movimiento hace asimismo que la
detención sea más difícil, tal como ocurre cuando un gato acecha a un pájaro.
Practicar el “stop interior” en la mente se asemeja a
quedarse inmóvil en el espacio.
Uno no es observado.
Sí, -¿pero no
observado por quién?-.
En la mente uno está rodeado por diferentes “yoes”.
Cada uno de ellos desea que uno crea que es él.
Cada uno desea que uno hable en su nombre.
De pronto no nos pueden encontrar.
Nos buscan por todas partes.
Les aseguro que se puede experimentar la búsqueda y el no
encontrarnos.
…Entonces se recuerda que no se telefoneó al médico…
El efecto es similar a un súbito movimiento en la selva.
Todos los animales y aves y reptiles acuden al instante
al lugar en que nos encontramos.
Las acostumbradas preocupaciones, vanidades y ansiedades
se apoderan de nosotros una vez más.
Los animales y aves rugen y chillan y los “yoes” gritan…
…LO HEMOS ATRAPADO…
Y este es el fin de lo que se Es realmente en ese
momento.
Somos desmembrados otra vez.
Una persona que nos observa desde el exterior tendrá
conciencia de una súbita mirado de ansiedad, de un movimiento rápido, de pasos
apresurados y de una voz urgente por teléfono.
Tal vez se dé cuenta que uno estará “fuera” por el resto
del día.
Estará fuera de sí.
No exagero al decir que es lo mismo que arrojarse a los
leones o ahogarse en el mar.
Quiero decir, que es un “suicidio” y todos nos
“suicidamos” una y otra vez sin que nadie en la vida del mundo nos lo señale.
Tan sólo El Trabajo, que proviene de fuentes que están
fuera de la vida del mundo, nos lo señala.
No sólo nos señala que nos estamos “suicidando” diaria y
cotidianamente, sino que nos muestra con mucha paciencia como no hacerlo.
Maurice Nicoll
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