EL RECUERDO DE SI
PARTE III
En una conversación reciente hablamos sobre el Recuerdo
de Si.
Se ha dicho a menudo que a menos de creer en algo superior
es imposible recordarse a sí mismo.
Con el recuerdo de sí siempre se relaciona cierto SENTIMIENTO
EMOCIONAL.
No se puede a sangre fría recordarse a sí mismo.
Es necesario entrar en cierto estado, desde el cual sea
posible observarse a sí mismo.
Por medio del recuerdo de sí nos ponemos bajo nuevas
influencias que de otra manera no podrían alcanzarnos.
Si siente la extraordinariedad de su propia existencia,
si siente el milagro de su cuerpo, de su conciencia, del mundo que lo rodea, si
empieza a preguntarse quién es, entonces esta en el estado necesario para el recuerdo
de sí.
Por otra parte, si está completamente identificado
consigo mismo y da todo por sentado, su actitud no es la adecuada para el acto
de recuerdo de sí.
Muchas veces les dije en el pasado cosas tales como
"Miren sus manos, ¿saben qué son o cómo se mueven?" o "Mire los
arboles y pregúntese como es que puede verlos", y muchas otras cosas
similares.
En nosotros esta el misterio, EL SENTIDO DE LO MILAGROSO.
No es necesario ir al Tíbet para hallar lo milagroso.
Se lo puede hallar aquí, en este mismo momento.
¿Cómo oye las palabras que alguien le lee en alta voz?
¿Cómo tiene conciencia de lo que significan; y como está
sentado aquí escuchándolas?
Pero no nos hacemos generalmente estas extrañas
preguntas, y hasta las creemos absurdas, o nos imaginamos que fueron explicadas
por la ciencia mientras que en realidad nada fue explicado por ella.
A no ser que mire la vida de otro modo no podrá
recordarse a sí mismo.
Una forma del recuerdo de sí es recordar que uno está en El
Trabajo Psicológico y que es preciso tomar todo de una manera diferente con
arreglo a los significados e instrucciones del Trabajo.
Esta es una forma muy poderosa de recuerdo de sí que se
puede practicar muy a menudo.
La vida penetra por medio de sus sentidos en HACES y
paquetes (materias-energías) a cada instante, pero, ¿cómo reacciona usted a
ella?
¿Acaso el Trabajo está entre usted y la vida externa o
está usted inmerso, dormido, en la vida externa y sus aconteceres?
Si es así, no se recuerda a sí mismo.
Es entonces lo que el Trabajo llama un hombre mecánico
arrastrado por la vida como una maquina es puesta en movimiento por una correa
de transmisión.
Mantenerse erguido en la vida y tener un claro sentido de
si mismo experimentando la vida, y notando las propias reacciones ante ella,
sentir que se está viviendo la vida y no que la vida nos está viviendo —todo
ello pertenece a la idea del recuerdo de sí—.
Pero si usted cree que la naturaleza se creó a sí misma,
que la materia creo a la materia, entonces no podrá recordarse a sí mismo.
Por otra parte si muchas veces piensa internamente acerca
del Rayo de la Creación que desciende de lo alto o acerca de la octava lateral
del Sol desde la cual fuimos creados, y si ya no piensa más que tales ideas
carecen de importancia sino que son absolutamente necesarias para un
ordenamiento correcto de nuestros pensamientos, entonces quizá tenga un
instante de recuerdo de sí y una vislumbre de lo que significa.
Es tan solo a través del sentimiento de algo superior
como uno se puede separar de algo inferior y, al cabo de un tiempo, cuando se
experimentó lo que esto significa, se hará lo imposible para guardar vivo el
sentimiento de algo superior en uno mismo y se aborrecerán aquellos periodos en
que se está totalmente identificado con las cosas externas.
Aquí tenemos una etapa definida en el Trabajo.
Entonces conocemos hasta en pequeñísimo grado lo que es
estar despierto y por contraste conocemos lo que es estar dormido, y por mucho
tiempo esta etapa permanece en nosotros de modo tal que conocemos cuando estamos
más despiertos y cuando estamos más dormidos.
Entonces llega a ser una cuestión de PERCEPCIÓN INTERIOR,
y esta etapa dura inevitablemente mucho tiempo.
Esta etapa es por así decirlo, una prolongada prueba que
depende enteramente de uno mismo, a condición de que le recuerden a uno
constantemente el Trabajo y sus ideas.
Por esta razón es necesario encontrar una persona que le
enseñara a uno El Trabajo y seguirá recordándoselo, y esa persona debe conocer El
Trabajo y pensar incesantemente en él y ser capaz de aplicarlo.
Sin embargo, como dije, esta etapa depende finalmente de
uno mismo.
Porque El Trabajo busca hacer un nuevo ordenamiento de
nuestra mente y solo puede hacerlo si se le permite entrar en la mente de una
persona.
Pero ello no ocurrirá a no ser que se sienta afecto por
esa cosa, el deseo de ella.
Y esto significa cabalmente que a no ser que uno tenga en
sí mismo "Yoes" que desean trabajar, "Yoes" que siempre
sintieron que había otra cosa, "Yoes" capaces de escuchar el Trabajo,
no meramente por medio de los oídos, sino por medio de la mente y la
comprensión, a no ser que existan tales "Yoes" el Trabajo nunca podrá
entrar, pero si llega a entrar es entonces una cuestión de ELECCIÓN.
Siempre se puede acompañar a los malos "Yoes" y
hasta pasar toda la vida con ellos o se puede preferir llegar a conocer los
malos "Yoes" por un lento y gradual DISCERNIMIENTO y NO ENTREGARSE A
SU PODER.
Es en este SENTIMIENTO DE ELECCIÓN, de preferir los
mejores "Yoes", donde empieza el Recuerdo de Si.
Por una curiosa clase de acto mental, o si se prefiere,
de acto de voluntad, es posible separarse de la inmensa ciénaga de
"Yoes" negativos y, por así decirlo, mantenerse erguido.
Esta es la elevación de si mismo sobre sí mismo, pero,
como se dijo, es imposible a menos que se conozca con certeza que hay en uno
mismo mejores y peores estados.
No es una cuestión de creencia teórica el creer que hay
algo superior, sino de la actual PERCEPCIÓN de ello en sí mismo, en ese extraño
y complejo ser que es el sujeto de este Trabajo.
A menudo se observa una horda de pequeños
"Yoes" desagradables y mezquinos que nos rodean y tratan de
arrastrarnos a su nivel, a su manera de tomar todas las cosas.
Y el acto de transformacion consiste, en percibirlo y no
identificarse porque se puede recordar que hay maneras muy diferentes de tomar
las cosas, aun cuando por el momento no se pueda entrar en los "Yoes"
que saben lo que conviene hacer.
¿Por qué creen, por ejemplo, que las cosas han de salir
siempre bien y cuando no ocurre así se sienten desorientados?
¿Por qué nunca recordamos la Segunda Fuerza?
La razón es que solo los "Yoes" que están en el
Trabajo pueden recordar tales cosas y que en nosotros vive una vasta multitud
de "Yoes" que nunca han oído hablar del Trabajo y simplemente toman
las cosas segun su parecer.
Tal vez suene extraño que tengamos en nosotros multitud
de "Yoes" que nunca han oído hablar del Trabajo Psicológico.
Suena extraño porque seguimos tomándonos a nosotros
mismos como una unidad y hallamos las mayores dificultades en alejarnos del
poder de esa ilusión y en lograr una vislumbre de la multiplicidad de nuestro
ser.
Aun tal vislumbre es llamada en El Trabajo un instante de
recuerdo de sí porque es un instante en que nos damos cuenta de nuestra
mecanicidad.
Al darse cuenta emocionalmente de la propia mecanicidad
lo llamamos un momento de recuerdo de sí, mientras que al estar identificado
con la propia mecanicidad, con cada "Yo" que se hace cargo de uno
mismo, lo llamamos el estado de sueño.
Además, darse cuenta de lo que El Trabajo enseña cuando
dice que todo sucede, lograr un atisbo del significado de esta frase, suele
constituir un momento de recuerdo de si, esto es, un momento en que mediante EL
SABOR INTERIOR se percibe que uno HA ROTO con su acostumbrado estado de
identificación.
Basta reflexionar sobre lo que significa el que
"todo suceda" y pensar cuan completamente contraria es esta manera
ordinaria de pensar con respecto a la idea de que se puede actuar, y que la
vida es inteligentemente dirigida.
Creo que en la época actual es una de las formas más
útiles de pensar.
AI menos impide un total desconcierto cuando las cosas no
salen como lo esperábamos, o cuando nos vemos enfrentados con una cosa
desdichada, insoluble.
¿Cuál es la solución?
La solución está en la dirección del recuerdo de sí.
Dr. Maurice Nicoll
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