sábado, 2 de junio de 2012

LA PRISIÓN DE LAS EMOCIONES NEGATIVAS

LA PRISIÓN DE LAS EMOCIONES NEGATIVAS

En la enseñanza esotérica siempre nos dicen que estamos en una prisión.

Nadie ve la prisión.

Para la mente sensual una prisión debe tener muros, cerrojos y barrotes.

La prisión en la cual estamos no tiene ninguna de esas cosas.

Está hecha principalmente de estados.

En el Trabajo los estudiamos.

Todas las emociones equivocadas nos mantienen en la prisión.

Hay muchos grados de emociones negativas, del mismo modo que hay grados de Infierno.

El cambio de las emociones no negativas a las negativas es tan definido como un cambio químico de una sustancia alcalina a una ácida.

Eventual­mente llegamos a conocerlo al darnos cuenta que estamos en una prisión.

Las emociones negativas parecen mucho más inteligentes que las emociones no negativas.

Parecen más fértiles, más interesantes, más ingeniosas.

Esto es porque mienten.

Como todos los mentirosos tratan de persuadirnos.

El objeto de las emociones negativas no es sólo el de destruir la verdad sino el de dañar.

Todo lo malo trata de dañar.

Es extraordinariamente fácil dañar.

No es fácil saber cómo hacer el bien a los otros pero saber herirlos es mucho más fácil.

Hay un placer distinto en dañar.

Consideremos el placer de la calumnia.

En la raíz de las emociones negativas está la violencia.

Hay grados de emociones negativas —tanto grados continuos como discontinuos—.

Un estado negativo particular puede aumentar o disminuir; o puede llegar a ser más profundo y peligroso.

En lo que respecta a las emociones negativas se necesita una disciplina.

Debe empezar con la auto-observación.

Es preciso saber y reco­nocer en qué momento se es negativo.

La gente no lo hace.

Una disciplina nunca debe convertirse en un fin.

Es un medio para llegar a un fin.


LA DISCIPLINA QUE TIENE QUE VER CON LOS ESTADOS NEGATIVOS TIENE COMO FIN EL GRADUAL DEBILITAMIENTO DE SU PODER PARA ENCARCELARNOS.


Es parte de la técnica general del Trabajo que se refiere a ESCAPAR de la prisión.

Es necesario hallar e in­ventar todos los métodos posibles para prevenir que los eventos recurrentes nos hagan negativos.

No es cuestión de armadura sino de conocimiento de sí, acompañado por una destreza similar a la que mostró la Mujer sirio-fenicia en la respuesta que dio cuando se la comparó a un perro.

No se volvió negativa.

Cuando le pidió a Cristo que sanara a su hija.

El dijo:

"Dejad primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija"
(Marcos, VII, 27-29).

El Trabajo enseña que las emociones negativas gobiernan el mundo.

Son extremadamente infecciosas.

Un hombre puede hacer que mil personas se vuelvan negativas.

Una persona negativa puede convertir una casa en un Infierno.

Esta habilidad de afectar a los otros da a la persona negativa un sentido de poder.

Es un poder maligno.

Las emociones negativas parecen destruir todo sentido de humor en las personas.

Leí que los cuentos de hadas de Grimm iban a ser reescritos.

El Hada Buena es descrita como una "desviacionista". ¿Puede una persona reír sinceramente si es negativa? No de sí misma, en todo caso.

Quizá nunca nos reímos de nosotros mismos, sino que fingimos hacerlo.

Gran parte de la vida es fingimiento y aun cuando lo sepamos, lo tomamos seriamente.

Porque hay alguna fuerza invisible que nos ata y se mezcla con todo cuanto hacemos —como una cuerda que hubié­ramos debido cortar con un cuchillo afilado hace mucho tiempo—.

El Tra­bajo denomina identificar los efectos de esa cuerda no cortada.

Estar identi­ficado es la fuente de las emociones negativas.

Aquí está usted, por ejemplo, muy satisfecho de algo que acaba de hacer, mezclándose usted con la tarea y la tarea con usted mismo, y luego aparece un idiota y enciende el fuego con ello.

Tiene que ser muy diestro para impedir volverse negativo.

Pero si usted estuviese despierto habría observado cómo se estaba identificando mientras realizaba su tarea y esto lo habría ayudado a no reaccionar tan negativamente.


SI NUNCA SE IDENTIFICARA, NO MEZCLARÍA LO QUE NO DEBE SER MEZCLADO CON LO QUE HACE, Y NO SERÍA NEGATIVO.


Si siempre se recordara a sí mismo, nunca se identificaría, y si nunca se identificara nunca sería negativo.

Esto significa simplemente que si viviéramos en el nivel del Tercer Estado de Conciencia nunca nos identificaríamos y nunca seríamos negativos.

Pero el Hombre está dormido.

La gente vive en el Segundo Estado de Conciencia —el así llamado Estado de Vigilia— y no sabe que esta es la prisión dentro de la cual vive sin saberlo, quizá desconcertada por lo que sucede, pero sin ver la causa de todo lo que ocurre.

Pensar acerca de la vida de esa manera activa según lo que enseña el Trabajo en lugar de hacerlo de la otra manera, nos hace ver que luchar fragmentariamente con ésta o aquella emoción negativa es lo mismo que tratar de leer un diario en un huracán.

En la atmósfera que rodea la tierra por encima de cierta altitud no hay tormentas.

Ocurre lo mismo con nosotros.

Si pudiéramos alcanzar la altitud de conciencia perte­neciente al estado de Recuerdo de Sí, de Conciencia de Sí y de Percepción de Sí, se viajaría por encima de las inevitables y naturales tempestades que pertenecen al nivel inferior de conciencia.

Ser negativo es pecar contra el Tra­bajo.

Es no dar en el Blanco.

¿Lo siente así?

Puede, y por cierto debe hallar e inventar para usted mismo maneras de cercar con artificio las emociones negativas.

Hallar algo que requiera una atención dirigida es una manera, si es capaz de hacerlo.

Otra es rememorar y recordar y retroceder en el tiempo a similares ocasiones previas —a condición de tener una memoria-Trabajo basada en una genuina auto-observación y no la mera y acostumbrada memoria ilusoria y embustera—.

Vigilar un estado es siempre útil —si se puede hacerlo sin unirse a dicho estado—.

Otra manera es ver lo que nos hizo negativos —si se puede hacerlo—.

Esa clase de esfuerzos nos hacen más conscientes y esto siempre ayuda porque nos pone en las mejores partes de los centros, en lugares menos bajos en la ciudad interior de uno mismo.

Es preciso sentir que se está equivocado si uno es negativo —sentirlo realmente— no porque nos lo dijeron sino porque se lo ve por sí mismo.

Sin ese sentimiento todo lo que se hace es inútil y meretricio y artificial.

El verdadero Camino para escapar a esto es el Recuerdo de Sí.


Maurice Nicoll

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