sábado, 2 de junio de 2012

EL DESPERTAR Y EL “AMOR DE SI”…

EL DESPERTAR Y EL “AMOR DE SI”…

Para despertar, una persona debe ver cada vez más claramente a qué se asemeja.

Esto es doloroso.

Pero nos da coraje para "morir" para nosotros mismos y nuestro “amor de sí”.

Cuando el “amor de sí” es fuerte impide la auto-observación.

Una persona cuando se le dice que es difícil, lerda, satisfecha de sí, perezosa, presumida, vanidosa, etc., no puede ver simplemente lo que ello significa.

El “amor de sí” no lo quiere aceptar.

Suele ir a la violencia.

Si no puede ver mediante la auto-observación, llevada a cabo paso a paso, por un tiempo prolongado y acumulativo, a qué se asemeja, no podrá despertar a lo que ES en realidad, y así nunca deseará morir a lo que es.

Su conciencia de sí no mostrará acrecentamiento alguno.

Y a no ser que despierte a lo que es, el “amor de sí” seguirá manteniendo un poder pleno e indisputado sobre él.

Pensará, desde luego, que tiene poder sobre sí mismo.

Estará dolorosa, trágicamente equivocado.

Será su orgullo, su engreimiento, su vanidad, y el enojo o violencia que siente cuando éstos son heridos por el poder que tienen sobre él.

Es la idea de su propio encanto y excelencia, de su “auto-estima”, auto-adulación, auto-importancia, su cortés superioridad, y el desprecio a los otros, que lo orientan.

Es su indiferencia interior y su categórico egoísmo y mezquindad, su envidia, celos y deseos de poder, que lo dominarán.

Todos esos gigantes, la progenie del “amor de sí”, tienen poder sobre él, no él sobre ellos.

El pequeño y tonto “yo” Imaginario, aquella cosa imaginaria a la que llama “yo”, le hace imaginar que anda por la vida en la multitud de su propia inteligencia y fuerza, y esto es lo trágico en todos nosotros.

No, aquellos implacables y duros gigantes lo obligan a andar.

Si, aquellos gigantes son señores crueles.

El hombre que está  bajo el mando de su vanidad, digamos, sufre muchas veces y sin utilidad alguna dicho gigante.

Por eso se siente perplejo, a menudo herido.

Como dije recientemente, es lo mismo que llevar un cilicio sin conocer la razón de su incomodidad.

P.-¿Cómo se disminuye el “amor de sí”?

Todos los aspectos que asume el “amor de sí” nos atormentan y nos hacen sufrir de centenares y centenares de maneras, todas inútiles.

Destruyen nuestra vida.

Por lo tanto debemos observar, y observar nuevamente, nuestro “amor de sí”, y llevarlo a la percepción consciente y reconocerlo.

A esto lo llamaría el método directo.

O debemos observar una y otra vez a qué nos asemejamos.

Esto disminuye constantemente el “amor de sí”.

Empezamos por perder nuestra admiración y “amor de sí” a medida que observamos nuestra conducta y lo que está en nosotros.

A esto lo llamo el método indirecto.

En ciertos puntos los dos métodos se mezclan.


ES PRECISO OBSERVAR TAMBIÉN DE QUÉ MODO UNO SE JUSTIFICA A SÍ MISMO.

Quiero decir, es preciso incluir en nuestra observación de algo en nosotros mismos aquellos que lo justifica para lograr una observación completa.

Maurice Nicoll

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