LA CONSIDERACION EXTERNA. PARTE -VI-
CONSIDERACION INTERNA Y CONSIDERACION EXTERNA VI
Mientras se siga considerando externamente a otra persona
con el fin de cambiarla —es decir, mientras se siga pensando que la otra
persona debiera ser diferente— no se está considerando externamente, sino que
se lo está haciendo interiormente.
La consideración interna se basa en el pensamiento de que
los otros debieran ser diferentes, y de ello deriva el "pedir
cuentas" a los otros.
Es preciso entender claramente este punto.
Usted siente que otra persona no debiera tratarlo como lo
hace, o no debiera molestarlo, o no debiera ser como es.
¿Tiene exigencias o no?
Desde luego las tiene.
Ahora bien, en la verdadera consideración externa no se
puede empezar desde este punto.
Parte de la idea de que tiene razón y que la otra persona
está equivocada.
Y porque piensa que tiene razón y los otros no la tienen,
siente que falta algo que deberían haber hecho, que le deben una conducta,
ideas de los otros deberían corresponder a las suyas y porque no lo hacen siente
que falta algo que deberían haber hecho, que le deben una conducta recta, segun
sus normas privadas de lo que es justo y de lo que es injusto.
No entiende que todo esto significa colocarse en la
posición de juez.
Está juzgando a la otra persona segun sus ideas
preconcebidas acerca de cómo debe ser esa persona.
Este es el origen de la consideración interior en cuanto
al aspecto que se llama "pedir cuentas" a los demás.
En suma, siente que la otra persona le debe algo.
Ahora bien, si trata de considerar exteriormente a otra
persona partiendo de la idea de que la otra persona debería ser diferente, su
consideración exterior no será otra cosa que consideración interior.
No hace intento alguno para partir de la base correcta de
la consideración exterior, que es ponerse en la situación de la otra persona.
Por el contrario, parte de su propia situación.
Y si se la compara con la verdadera consideración
exterior, esto no es sino una forma de hipocresía y es probable que termine por
encogerse de hombros y diga:
"Pues bien, hice todo lo que pude por esa persona y
no pude hacer mas."
De este modo se lavara las manos sintiéndose lleno de
merito y virtud.
Pero le aseguro que la consideración exterior en el
sentido del Trabajo no se asemeja en absoluto a este proceder.
Tome un hombre mecánico ordinario, es decir, una persona
ordinaria.
Está lleno de limitaciones, prejuicios, actitudes
negativas, imágenes de si, vanidad, discos típicos de gramófono.
Supongamos que intente, tal como es, considerar
exteriormente, ponerse realmente en la vida de otra persona, en su situación,
en su mente.
¿Cree usted que será capaz de hacerlo?
Por supuesto no.
Si no se ve a sí mismo, ¿cómo podría ver a otra persona?
Y si no ve a la otra persona, ¿cómo se puede poner en la
posición de otra persona?
Por eso se dice que antes de empezar a considerar
exteriormente, es preciso haber llegado a cierto grado de observación de sí y
solo segun el grado de observación y de conocimiento de si le será posible
considerar exteriormente a otra persona.
Hasta el punto en que se conoce a sí mismo, así conocerá
a la otra persona: hasta el punto en que se ve a sí mismo, así podrá ver a los
otros.
¿Acaso cada uno de ustedes sabe hasta qué punto suele ser
cansador, difícil, desagradable, lleno de prejuicios, exigente?
¿Se han dado cuenta de ello?
Si lo han hecho, entonces están en una mejor posición
para considerar exteriormente a la demás gente, porque al ver los defectos de
los otros verán también sus propios defectos.
Pero en la forma en que estamos hechos, miramos al
exterior desde nuestros sentidos, y no nos miramos interiormente, vemos
únicamente los defectos de las otras personas, y para saldar las cuentas se
necesita una vida entera de trabajo y discernimiento.
Todos nos hacemos imágenes de nosotros mismos; todos
somos, de un modo u otro, relamidos.
Permítanme que les dé la definición de la palabra
relamido.
Se aplica a una persona afectada, demasiado pulcra,
pagada de sí, que "se afana en guardar la apariencia de respetabilidad,
que es absurdamente satisfecha de sí y complaciente".
Una cosa es muy cierta, y es que, cuanto más sinceramente
nos observamos a nosotros mismos y lo que está en nosotros, tanto menos
relamidos seremos.
Y de ahí se sigue que creer conocer lo que debería ser la
otra persona ya no nos satisface.
Así juzgaremos menos y en consecuencia nos será más fácil
ponernos en la posición de otra persona.
Recordaran los dos ejemplos de oración en los Evangelios,
el hombre que rogaba a Dios agradeciéndole por no ser como los demás hombres, y
el hombre que se golpeaba el pecho y decía que era un pecador.
¿Cuál de estos dos hombres sería el más capaz de consideración
exterior?
¿Y por cuál de esos dos hombres preferirían ustedes ser
juzgados?
En el Trabajo hay una frase que habrán oído más de una
vez y es que, a menos que un hombre se dé cuenta de su propia nadidad, no podrá
hacer El Trabajo.
No saltara para apoderarse de la cuerda que de lo alto
bajan para salvarlo.
Pero todo esto requiere tiempo: y es preciso tomar el
Trabajo etapa tras etapa, en una comprensión gradual.
Nadie puede adelantarse a sí mismo, es decir, a su nivel
de ser.
Así como cambia el ser, así cambia la comprensión.
Ahora bien, la consideración exterior es trabajar sobre
el ser, como ya se dijo.
El ser es por lo general la manera de tomar las cosas.
En la vida, en realidad, las personas no se consideran
exteriormente las unas a las otras debido a su nivel de ser.
Si en realidad la gente se considerase exteriormente una
a otra la guerra sería imposible.
Pero la guerra es posible porque el nivel de ser del
Hombre, tal como es solo permite la consideración interior, la sed de venganza,
etc.
Así comprenderán que considerar exteriormente en el
sentido de trabajo es dar un paso más allá del común nivel de ser.
O, para decirlo de otro modo, si en realidad se puede
considerar exteriormente, el nivel de ser será diferente.
Ahora bien, toda la consideración exterior, en el sentido
de Trabajo, exige esfuerzo, mientras que la consideración interior es fácil,
mecánica, desenfrenada.
El sabor de las dos es muy diferente.
Un esfuerzo consciente tiene un sabor muy distinto de una
reacción mecánica y automática.
Ofenderse es extremadamente fácil.
Es una reacción mecánica.
No exige ningún esfuerzo consciente.
No ofenderse, o transformar el estar ofendido, es
difícil.
Requiere un esfuerzo consciente.
Exige que se piense mucho, que los reajustes interiores
sean múltiples, que se recuerde muchas veces a que se asemeja uno mismo, etc.,
para transformar el primer impacto de estar ofendido.
Pero este es un verdadero trabajo sobre si.
¿Desea en verdad pertenecer a la espantosa cadena de
causa y efecto que constituye la humanidad mecánica o desea escapar a ella?
Si desea esto último, debe trabajar sobre sus reacciones
mecánicas.
Si sigue la ley de "ojo por ojo, diente por
diente", entonces se quedara para siempre en el círculo de la humanidad
mecánica que no conduce a parte alguna.
El esoterismo trae una nueva ley —la ley de la no
identificación, la ley de la observación de si—, de hecho, la aplicación del
Trabajo mismo a la vida cotidiana.
Este Trabajo es el Cristianismo Esotérico.
Cristo dijo: "Os traigo una nueva ley".
El Trabajo dice la misma cosa.
¿No ven acaso como El Trabajo les trae nuevas leyes de
conducta, interior y exterior?
¿Cómo pueden decir entonces que no saben lo que significa
pensar desde LAS IDEAS DEL TRABAJO?
Ahora bien, la consideración exterior a una persona en El
Trabajo, o en la vida, como se prefiera, puede constituir un fin.
Cabe agregar, es preciso practicar la consideración
exterior en el Trabajo, pero si esto no es posible —o, digamos, por el momento
no es fácil— entonces es preciso hacer lo mismo en la vida.
La vida puede convertirse en UNA MAESTRA.
Se convierte en una maestra tan pronto como se empieza a
trabajar desde uno mismo, desde un genuino deseo de trabajar, lo cual significa
una valoración del Trabajo.
Recuerde que El Trabajo suele convertirse en algo muy
frio y distante si uno no lo mantiene vivo y no lo mantendrá vivo si no lo ama.
Considerar exteriormente a una persona en la vida es la
misma cosa que hacerlo en el Trabajo, solo que no será ayudado necesariamente
por la otra persona, y por eso sus intentos de consideración exterior se podrán
convertir fácilmente en una forma acrecentada de consideración interior.
Es preciso tener en cuenta la segunda fuerza, es decir,
las dificultades.
Sera inútil, desde luego, si parte de una posición
superior y trata de poner a la otra persona en el buen camino.
Recuerde que cuando se siente ofendido empieza a
considerar interiormente.
Es preciso mostrar una completa pasividad hacia la otra
persona y trabajar sobre sí mismo todo el tiempo, si es posible, y no
ofenderse.
Si su propósito es sincero, es probable que lo lleve a
cabo.
Nunca se debe desaprobar, o mostrar que se desaprueba.
Es preciso estar pronto para soportar acusaciones falsas.
Y por supuesto debe estar pronto para soportar las
desagradables manifestaciones de la otra persona y no perder los estribos y
empezar a cantar: "Aquí me tiene, haciendo todo lo posible para ser agradable",
una vez que esto empieza, significa que se entrego usted a la consideración
interior.
Y si lo hace, parte de una base muy endeble, es decir, su
propósito no es verdadero, ni maduro.
Y considerar exteriormente una persona en la vida, quiere
decir que debe cambiar, que debe saber lo que significa ser "todas las
cosas para todos los hombres".
Debe ser capaz de comer y beber y hacer bromas y escuchar
y charlar sin que haya vestigio alguno del Trabajo tras suyo.
Quizá se le ofrezca la oportunidad de decir algo, y quizá
no.
No importa.
Una persona en el Cuarto Camino del Trabajo debe ser
capaz de comportarse en la vida de un modo muy natural.
Ninguna clase de superioridad, ninguna indirecta, ninguna
persuasión, ninguna observación oscura debe aparecer.
Si trabaja sobre sí mismo, cuando la otra persona se pone
difícil, eso hará que ella perciba que usted es diferente.
Pero no debe mostrarlo abiertamente.
Cuando la vida se convierte en maestra, entonces se llega
al trabajo superior.
Y en tal caso se está bien adentrado en el Cuarto Camino.
Pero es difícil —!oh, qué difícil!— y exige un arduo y
largo trabajo sobre si y una paciente comprensión.
Es preciso, por así decirlo, ser capaz de sufrir toda
clase de cosas por parte de los demás y empero seguir trabajando.
Pero si considera exteriormente a una persona en la vida,
sintiéndose superior, y de este modo juzga constantemente y lo muestra con
franqueza, no está trabajando.
Esto no conduce al Cuarto Camino.
Llegar a ser pasivo hacia otra persona en el sentido del
Trabajo exige un arduo trabajo interior, en especial para una persona que está
en la vida.
De alguna manera, es más fácil que ser pasivo hacia una
persona en el Trabajo.
Pero es preciso que comprendan por sí mismos, por la
experiencia lo que quiero decir.
Ya saben ustedes como en la vida las gentes siempre
tratan de enmendarse censurándose unas a otras, criticando siempre a los demás.
Es totalmente inútil y lleva a una inacabable lucha en la
vida.
En cambio, ser pasivo hacia una persona y trabajar sobre
si desde esta base —porque el ser pasivo requiere un constante trabajo interior
sobre si— esto, tengan la seguridad, produce un cambio en la otra persona,
porque el trabajo deja lugar en ella para que pueda producirse el cambio.
Pero si usted reacciona siempre mecánicamente no deja
lugar a la otra persona para que pueda moverse y cambiar.
Al no reaccionar mecánicamente, si se lo permite.
En lo concerniente a la consideración externa hacia una
persona en la vida, recuerde que debe proponérselo realmente.
¿Lo desea verdaderamente o no?
Es menester que tenga un propósito genuino, maduro,
consciente, surgido a la luz del Trabajo y al cual pueda aferrarse cada vez que
se recuerde a sí mismo y cada vez que piense en lo que está haciendo
prácticamente en el Trabajo.
Solo en este caso El Trabajo lo ayudara.
Maurice Nicoll
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