LA OBSERVACION DE SI - PARTE II -
Al cabo de un tiempo en el Trabajo, una persona debería
ser capaz de reconocer muy claramente uno o dos "Yoes" en sí misma.
Sera, claro está, incapaz de hacerlo si aun sigue
enteramente bajo la influencia del "Yo" Imaginario, porque en este
caso se hará la ilusión de que es el único 'Yo', una persona solida, un ego permanente.
Ello le impedirá empezar a buscar seriamente los 'Yoes'
en sí mismo.
Pero, como es sabido, el Trabajo enseña que la
Personalidad está compuesta de gran numero de egos, que se llaman todos a sí
mismos 'Yo' y se hacen cargo de nosotros en distintos momentos.
De este modo nuestra vida está en manos de muchas gentes
a quienes no conocemos, que viven en y sobre nosotros, de los cuales algunos
son deseables pero la mayoría son indeseables.
Por lo general no vemos a esas gentes, porque las tomamos
por nosotros mismos.
Esta es una curiosa ilusión, si se repara en ella.
En realidad habría que pensar constantemente sobre este
particular y observar como obra.
Entonces se podrá descubrir la trampa, y ver cuán
inteligente y sencilla es.
Algunos de los egos que están en nosotros son muy
peligrosos y nunca habría que permitirles que hablaran por nuestro intermedio o
que se llamaran "Yo".
Sin embargo, esto es fácil de decir y muy difícil de
hacer.
Algunos son peligrosos en cierto modo, otros lo son de
otro modo.
Ocupémonos de los "YOES" RECELOSOS, como
ejemplo extremo.
Estos "Yoes" son, en nosotros, los más
peligrosos de todos.
Poseen un extraordinario poder para atar un hombre a su
influencia.
Su acción radica en transformar las cosas o más bien
en conectarlas de otro modo.
Están representados en el Centro Intelectual de un modo
muy sutil.
Transponen los hechos para que se conformen con su teoría principal —es decir,
con la naturaleza de su sospecha.
Cambian la disposición de las cosas en la memoria y en el
pensamiento de modo que todo parece corroborar y confirmar todo lo demás.
De este modo, construyen un sistema mental organizado —no
de verdades sino de falsedades.
En el centro emocional dan origen a sentimientos
peculiares que se distinguen de los celos, la envidia, el desquite y el odio, y
producen una curiosa excitación como todas las emociones destructivas.
La acción de los "Yoes" recelosos es tal que en
breve tiempo se extienden en todas direcciones como un fermento dentro de
nosotros y asientan o fijan los materiales de la mente y las emociones como si
las coagularan.
Actúan también en el centro motor, dando origen a la
cautela, a extraños silencios de los movimientos corporales, etc.
La sospecha se hace cargo de todo en el plano inferior y
a consecuencia de ello está estrechamente relacionada con el "pecado
contra el Espíritu Santo", mencionado en los Evangelios y que se refiere a
ver el peor lado de todo y de todos.
Los "Yoes" recelosos gustan de las
conversaciones en voz baja, si se los observa en la acción.
Ahora bien, el Trabajo se propone que un gran
"Yo" Observante permanezca fuera de la Personalidad y tome
fotografías de todos los "Yoes" en la Personalidad.
Cuanto más fotografías se "loman, mas fuerte llegara
a ser el "Yo" Observante y mayores serán las probabilidades de entrar
en una nueva vida Ubre de las compulsiones y habitos de la antigua vida.
Pero, además del hecho de que es sumamente difícil tomar
fotografías, por lo menos al comienzo, después se hace evidente que algunos
"Yoes" son excepcionalmente difíciles de fotografiar.
Se debe ello al poder hipnótico que ejercen sobre
nosotros.
Es preciso recordar que todos los "Yoes" están
especializados —es decir, son de diferente clase.
Uno gusta de esto, el otro de aquello.
Uno gusta decir o hacer una cosa, el otro decir o hacer
otra cosa, etc.
Algunos de esos "Yoes" nos atraen con más
fuerza que los otros.
Su poder hipnotizante interior es mayor.
Esto se aplica particularmente a los "Yoes"'
recelosos.
Estos "Yoes", que están presentes en todas las
personas, a veces solo representan un pequeño papel, o se arrogan papeles mucho
más importantes.
Están entre los más subjetivos de los "Yoes" y
suelen emplear eventualmente el poder razonante del centro formatorio para sus
propios' fines, de modo que una persona empieza a vivir en otro mundo interior
inventado por ella, muy distinto de la situación objetiva o real.
Cada "Yo" forma, por así decirlo, un pequeño
mundo momentáneo en el cual penetramos cuando nos identificamos con él, pero
los "Yoes" recelosos, si la voluntad" los acepta y los alimenta,
invaden toda la vida interior y la organizan en otro mundo infernal permanente.
El poder que posee el "Yo" Observante de no
identificarse con lo que observa varía con la clase de "Yo" que
observa.
Todos han debido Notarlo.
El poder hipnotizante de los "Yoes", recelosos
así como el de los "Yoes" celosos, vengativos o envidiosos es tan
fuerte que el poder independiente del "Yo" Observante es muchas veces
vencido.
Es decir, el "Yo" Observante se identifica con
lo que observa.
Esto no suele ocurrir tan fácilmente si el "Yo"
Observante tiene tras sí muchos pensamientos fuertes -sobre el Trabajo —es
decir, algunos "Yoes" definidos del Trabajo —y también fuertes
sentimientos.
Cuando la gente toma el Trabajo y, por cierto, toda la
idea del esoterismo de una manera imperfecta o trivial, y por lo tanto le
presta escaso valor, en tal caso el "Yo" Observante es muy débil y
carente de apoyo y fácilmente zozobra, como un barquichuelo que no tiene
quilla, ni timón, ni velas, ni brújula, ni piloto.
Un "Yo" observante débil es consecuencia de no
ver a que se refiere el Trabajo, y si no se ve a que se refiere el Trabajo
significa que no se intenta pensar acerca de él.
El esoterismo, a lo largo de las edades, es algo muy
importante.
No se puede llegar a poseerlo con los pequeños
"Yoes" triviales.
Es preferible no intentarlo.
Agregaremos algo más acerca del ejemplo extremo que dimos
al referirnos a los "Yoes" recelosos.
Cuanto menos comprendamos nuestra falsedad mas tendremos
tendencia a sospechar de los demás.
La clave finca en ver que son "Yoes", formados
por un prolongado habito, de los cuales es preciso separarse y no acompañarlos
—no creer en ellos— ni ceder a ellos.
Desde luego, si se cede a cada "Yo" momentáneo
en uno, no se está trabajando, ni tampoco se comprende que significa el trabajo
sobre si.
El trabajo sobre si significa que se entra en una nueva
manera de vivir —de vivir conscientemente dentro de sí mismo en lugar de
hacerlo mecánicamente.
Quiere decir que es preciso trabajar contra los modos
mecánicos de reaccionar a todo.
El trabajo sobre si significa simplemente Trabajar sobre
sí mismo.
Se inicia cuando uno se observa a sí mismo y comienza a
ver los diferentes "Yoes" que han hecho presa de uno y lo han
esclavizado toda la vida.
Pero todo esto es imposible si uno se imagina que es una
sola persona.
Otra serie de "Yoes" se basa en LA CALUMNIA.
Su actividad y, de hecho, el deleite de esos
"Yoes" radica en diferentes formas de difamación o calumnia o
tergiversación.
Constituye en el Trabajo una mala forma de charla equivocada,
en general.
Su fuerza varia con las diferentes personas.
Cuando son marcados, es preciso que una persona luche
para verlos y separarse de ellos con todo lo que queda de voluntad y deseo.
Son 'Yoes' muy peligrosos porque actúan eventualmente
contra la misma persona —es decir, se vuelven contra sí mismo y lo difaman y lo
arrastran interiormente y así le impiden comprender, al difamar todo cuanto se
hace, aun con la mayor sinceridad.
Recuerde que hay una razón por la cual el Diablo fue
llamado el Difamador en los Evangelios. Intente observarse cuando esta
calumniando, tanto mentalmente como de palabra, y advierta y trate de entender
que son ciertos "Yoes" en usted los que lo hacen y repare en lo que
dicen y en lo que les produce placer, y en como suelen despertarse en usted y
ponerse en actividad.
Es preciso luchar hasta el último día de la vida con los
"Yoes" que pertenecen al dominio de la sospecha, la difamación, el
odio, la venganza, la envidia, los celos, etc.
Entender que no hay que acompañar a esos diversos 'Yoes'
habituales es la aurora de una nueva vida.
Es el comienzo de la comprensión de lo que significa el
Trabajo personal.
Si, en realidad es así.
No hay nada de sentimental o de insensato en lo que se
dice aquí.
Pero el alba no ha de despuntar mientras uno se acepte a
sí mismo como una sola persona y viva bajo el poder hipnótico del "'Yo'
Imaginario" que es un disfraz para todos los diferentes 'Yoes'.
Recuerde que el secreto radica en ver a esos 'Yoes' como
si no fueran usted —o más bien, como no-'Yo'.
Si los acepta como "Yo", luego nada puede
hacerse.
Está de pie en la tabla que trata de levantar —y esto es
imposible.
Es usted un obstáculo en su propio camino.
Hablemos ahora de las diferentes clases de 'Yoes', de los
cuales algunos suelen ser muy importantes.
Hace algún tiempo hable de la preocupación y de los
'Yoes' de la preocupación.
Forman un poderoso grupo de 'Yoes' en la mayoría de la
gente.
Es muy interesante observar su actividad.
Su único fin es trastornar y deprimir o, en suma,
preocupar.
No llevan a ninguna otra parte.
Son completamente inútiles, como lo son muchos 'Yoes' en
nosotros.
Pero es preciso que advierta por sí mismo, por una
observación de si directa y sostenida, lo que hacen y dicen y cuál es su
principal objeto.
Los 'Yoes' de la preocupación actúan de dos maneras
preponderantes.
Todos ustedes tienen 'Yoes' que se preocupan —unos por
otros, por los negocios, por el dinero, por su estado de salud, etc.
Y también tienen que hacer frente a los 'Yoes' que se
preocupan de las otras personas.
Observe distintamente aunque sea un solo 'Yo' de la
preocupación en sí mismo, estúdielo, observe como le gusta agotarlo y como no
lleva a ninguna parte.
Entonces podrá ver los otros. Y examine como algunos de
esos 'Yoes' preocupantes se ponen en relación con el Trabajo.
Empieza a preocuparse por el Trabajo de un modo u otro,
aunque esté trabajando.
Son como las moscas y se posan en todas partes.
Son todos pequeños 'Yoes' que viven en pequeñas partes de
los centros.
Se detienen cuando se logra dirigir la atención.
Imaginemos que los "Yoes" del último minuto,
como una vez los llamo el Sr. Ouspensky, los que les asignan sus tareas.
Si no puede ver sus propios 'Yoes' preocupantes, preste
atención a los de las demás personas —observe que en cuanto termina una
preocupación se las arreglan para tener otro motivo de preocupación.
Esos 'Yoes' dispersan las fuerzas y agotan a la gente y
provocan enfermedades.
Por así decirlo, proliferan en la gente de Occidente.
Ocupémonos ahora de los 'Yoes' que gustan complicar y
enmarañar las cosas.
Forman un grupo considerable de 'Yoes' y son en cierto
modo variados.
Su objeto, claro está, no es el de ayudarlo sino de hacer
que todo le sea extraordinariamente difícil.
Se deleitan en falsear todo, en despertar la atención por
algo carente de importancia, en demorarlo —especialmente los 'Yoes' del último
minuto, como una vez los llamo el Sr. Ouspensky, los 'Yoes' que aparecen en
escena en el momento mismo en que tiene que ir a algún lugar o tomar un tren.
Ahora, ocupémonos de los 'Yoes' sensacionalistas —los
'Yoes' que gozan en hacer una escena, en excitarse, y que conducen a veces
hasta el histerismo.
Su objeto es el exagerar todo y cuando se expresan en el
Centro Motor, les gusta gritar o hacer violentos movimientos.
En el Centro Intelectual profieren "oraciones de
gramófono", tales como: "Yo no puedo aguantarlo más", o
"Esto ya es demasiado".
Producen estados frenéticos, los cuales a su vez agotan y
vacían el sistema nervioso.
Son nuestros propios enemigos.
Pero la gente gusta de ellos.
Es preciso comprender que muchos 'Yoes' —en realidad, la
mayoría— están en contra de nosotros y desean destruirnos de diversas maneras,
francamente o de un modo más solapado.
Es por eso por lo cual tenemos que estar despiertos hacia
nosotros mismos.
Ahora bien, en cuanto a los 'Yoes' negativos, que a
menudo son excepcionalmente sutiles y peligrosos, no pienso hablar de ellos en
esta disertación.
Solo diré que los 'Yoes' negativos forman una parte muy
importante de nuestra vida interior y que siempre carcomen nuestra fuerza y nos
debilitan, tanto para la vida como para el Trabajo.
Hay una sola cosa que puede luchar por nosotros aquí y
esta es el Trabajo mismo —y luchara por nosotros solo en relación con la
valoración que nos hagamos del Trabajo.
Los 'Yoes' negativos son creados por la vida, tal como
los otros 'Yoes'.
La vida como tercera fuerza los mantiene vivos.
El Trabajo es una tercera fuerza antagónica que debilita
a todos los 'Yoes' formados por la vida, salvo aquellos que pueden comprender
las ideas esotéricas —es decir, aquellos que empiezan a comprender que hay otra
manera de vivir y pensar y valorar y sentir y obrar, y desean reinterpretar
todo cuanto sucede en nosotros en términos de otra serie de ideas.
Luego, otra vez, es preciso advertir los 'Yoes' que
gustan estar enfermos y atraer la enfermedad.
El habito de la enfermedad suele formarse temprano y
significa que se ha formado un grupo de 'Yoes' que desean ocupar la escena toda
vez que les sea posible.
Desean que nos enfermemos. Nos fue ensenado (por
Gurdjeff) que el 80 % de nuestras enfermedades son producidas por esta clase de
causa psicológica —esto es, se deben a los "Yoes", del mismo modo que
si se forma el habito de tomar alguna droga, los "Yoes" formados y
alimentados por ella buscaran dominarnos y destruirnos.
Ahora bien, es menester examinar las diferentes clases de
"Yoes" y tratan de observarlos prácticamente.
Todos los "Yoes" están especializados.
Los "Yoes" más o menos similares forman grupos
y estos suelen formar "personalidades".
Por ejemplo, los "Yoes" médicos de un doctor
serán variados pero formaran una "personalidad" dentro de la
Personalidad en general.
O los "Yoes" sociales de una persona harán lo
mismo, etc.
A menudo hay en nosotros "Yoes" útiles que se
han formado en época temprana y que luego dejamos de alimentar.
Este es un grave error.
La gente abandona muchas veces a sus mejores
"Yoes" muy temprano.
Quedan sepultados por la vida y sus exigencias y la gente
no se esfuerza en conservar lo que ha logrado.
En tal caso se asemejan a un jardín invadido por la
maleza —es decir, con "Yoes" inútiles, pobres o negativos.
Todo en la naturaleza tiene que luchar, tiene que
esforzarse.
Los animales y las plantas no pueden, por lo que sabemos,
hacer esfuerzo psicológico alguno.
Pero nosotros sabemos que podemos hacerlo.
Todo el Trabajo es esfuerzo —no un esfuerzo como el de
levantar un peso, sino un esfuerzo psicológico en el mundo interior que
llamamos el sí.
Tenemos "Yoes" especializados formados por
intereses previos y la educación.
A un "Yo" le gusta la poesía, a otro las
matemáticas, a otro más la musica, a aquel escribir, a otro leer, y así
sucesivamente.
Cuando la primera educación termina, muy a menudo esos
"Yoes" se desvanecen, y se debilitan porque no están alimentados por
la atención —es decir, dejamos de esforzamos por ellos.
Para dirigir la atención consciente sobre algo se
requiere un esfuerzo.
Este es el esfuerzo psicológico.
La atención, la voluntad y la conciencia están
estrechamente vinculadas.
Una vez que empezamos nuestra segunda educación —esto es,
el Trabajo— deberíamos conocer en qué momento es preciso esforzarse en relación
con los 'Yoes' útiles.
Si usted ha advertido que no lo hace trate de observar
cuales son los "Yoes" que se lo impiden.
Esto es ver la "segunda fuerza" en sí mismo —es
decir, la fuerza de resistencia al esfuerzo.
Cuando dejamos de frecuentar por demasiado tiempo a los
"Yoes" buenos y útiles, se desaniman, por así decirlo.
Esto tiene lugar tanto dentro como fuera.
Lo que quiero decir es que, respecto a los diferentes
"Yoes" en uno mismo, es preciso trabajar también sobre los
"Yoes" buenos.
No se trata solo de trabajar sobre los "Yoes"
malos.
El Trabajo tiene dos facetas.
Anda sobre dos piernas.
Cuando se observa genuinamente los "Yoes"
buenos y útiles que quieren conocer, que quieren que se les enseñe más, es
preciso no descuidarlos.
Y esto se aplica a los "Yoes" del Trabajo.
No es posible trabajar sobre los "Yoes" malos,
si se descuida los "Yoes" del Trabajo —es decir, si no se los
mantiene vivos por el pensamiento y el sentimiento y el esfuerzo.
Es menester fortalecer los "Yoes" del Trabajo
no solo recordando lo que se está haciendo sino re comprendiendo las ideas
esotéricas del Trabajo una y otra vez, re-aprendiendo y reviendo constantemente
la significación del Trabajo hasta que forme el propio cielo.
Fortalece esto el lado del "Yo" Observante y
posibilita que se mantenga fuera y resista la influencia de lo que observa.
Toda vida nueva y vigor interior se forman en torno del
"Yo" Observante lo cual lo lleva finalmente al "Yo Real".
Cuando se lo alcanzo, entonces este mundo que, es en
realidad, una escuela, ha cumplido su tarea, y se ha cumplido la tarea respecto
de él.
Pero, ahora, la meta esta aun muy lejos.
Ahora bien, en lo que respecta a la pregunta que se hizo
al final del comentario leído la última vez:
"¿Cómo se puede hacer uso de las observaciones
realizadas sobre nosotros mismos?"
Ante todo es preciso entender que sin observación, de si
ningún cambio es posible.
La observación de si debe preceder todo cambio en uno
mismo.
No se puede cambiar lo que no se observa.
Observar una cosa en sí mismo es conocerla.
Así empieza el conocimiento de sí y el primer paso en el
conocimiento de si es comprender que no se es una unidad.
Si no se conoce nada sobre uno mismo y los numerosos
"Yoes" ¿cómo es posible cambiar?
Es menester entender claramente el sentido de lo que se
dice aquí.
Luego volveremos a discutir este punto.
Citare ahora cinco respuestas que fueron dadas a la
pregunta anteriormente mencionada cuando se leyó dicho comentario el jueves
último:
1) La observación que hemos hecho nos ayuda a tener un
propósito. Nos fortalece para que prosigamos trabajando.
2) Nuestra observación empieza a crear la memoria de
Trabajo. Hace que suene la campanilla del despertador la próxima vez que un
evento tiene lugar. Nos permite observar la próxima vez la misma cosa más
profundamente. Acrecienta la conciencia.
3) La observación de si reúne los "Yoes" en
torno del "Yo" Observante. Es un paso hacia la separación interior.
(Esta respuesta es oscura.)
4) Nuestras observaciones nos ayudan a ser menos
mecánicos la próxima vez.
5) Nuestras observaciones nos ayudan a ver nuestro ser.
Maurice Nicoll
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