sábado, 2 de junio de 2012

LOS CUATRO ESTADOS DE LA CONCIENCIA

LOS CUATRO ESTADOS DE LA CONCIENCIA
Continuando con nuestro estudio del hombre, debemos hablar ahora en mayor detalle sobre los diferentes estados de conciencia.

Como ya lo he dicho, el hombre tiene posibilidad de cuatro estados de conciencia: el sueño, la conciencia de vigilia, la conciencia de sí, y la conciencia objetiva; pero el hombre vive sólo en dos: parte en el sueño y parte en lo que es llamado estado de vigilia.

Es como si poseyera una casa de cuatro pisos, pero viviera sólo en los dos inferiores.

El primero, o el estado más bajo de conciencia, es el sueño.

Este es un estado pasivo y puramente subjetivo.

El hombre está rodeado de sueños.

Todas sus funciones psíquicas trabajan sin ninguna dirección.

No hay lógica, no hay secuencia, ni causa, ni resultado en los sueños.

Puramente imágenes subjetivas -ya sean reflejos de experiencias anteriores o reflejos de percepciones vagas del momento, tales como sonidos que llegan al hombre que duerme, sensaciones que vienen de su cuerpo, ligeros dolores, sensaciones de tensión muscular- vuelan por su mente, dejando una muy pequeña huella en la memoria y más frecuentemente sin dejar ningún rastro.

El segundo grado de conciencia llega cuando el hombre "despierta".

Este segundo estado, el estado en que estamos ahora, es decir en el que trabajamos, hablamos, imaginamos que somos seres conscientes, y así sucesivamente, lo llamamos a menudo "conciencia despierta o conciencia lúcida", cuando en realidad debería llamarse "sueño despierto" o "conciencia relativa".

Explicaremos más adelante este término.

Aquí es necesario comprender que el primer estado de conciencia, esto es, el sueño, no desaparece cuando llega el segundo, es decir, cuando el hombre "despierta".

El sueño continúa, con todos sus sueños e impresiones, sólo se le agrega una actitud más crítica hacia las propias impresiones, pensamientos mejor hilvanados, y acciones más disciplinadas.

Y gracias a lo vivido de las impresiones sensoriales, a los deseos, y a los sentimientos, especialmente el deseo de contradicción o de imposibilidad cuya ausencia es total en el sueño, los sueños se vuelven invisibles, exactamente como las estrellas y la luna se vuelven invisibles con el resplandor del sol.

Pero están todos allí, y a menudo influyen en todos nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, algunas veces incluso más que la percepción real del momento.

El primero es el sueño.

El segundo es el "sueño despierto" o "conciencia relativa”.

Como ya dije, el primero es un estado puramente subjetivo.

El segundo es menos subjetivo; el hombre ya distingue entre el "yo" y el "no yo", es decir, entre su cuerpo y los objetos que difieren de su cuerpo, y puede, hasta cierto punto, orientarse entre ellos y conocer su posición y cualidades.

Pero no se puede decir que en este estado el hombre está despierto, porque está muy fuertemente influenciado por los sueños, y de hecho vive más en sueños que en la realidad.

Todos los absurdos y todas las contradicciones de la gente, y de la vida humana en general, se pueden explicar cuando nos damos cuenta de que la gente vive en el sueño, hace todo en el sueño, y no sabe que están dormidos.

Es útil el recordar que este es el significado interior de numerosas doctrinas antiguas.

La que mejor conocemos es el Cristianismo, o la enseñanza de los Evangelios, en la cual la idea de que los hombres viven en el sueño y de que ante todo deben despertar es la base de todas las explicaciones de la vida humana, aunque muy raramente se la entienda como debiera ser comprendida, en este caso literalmente.

Pero la pregunta es: ¿Cómo puede despertar un hombre?

La enseñanza de los Evangelios exige el despertar, pero no dice cómo despertar.


No obstante el estudio psicológico de la conciencia muestra que sólo cuando un hombre se da cuenta de que está dormido, se puede decir que está en el camino del despertar.


Jamás podrá despertar si no se da cuenta antes de su sueño.

Estos dos estados, sueño y sueño despierto, son los dos únicos estados de conciencia en que vive el hombre.

Además de ellos hay dos estados de conciencia POSIBLES para el hombre, pero sólo le son accesibles después de dura y prolongada lucha.

Estos dos estados superiores de conciencia se llaman "conciencia de sí" y "conciencia objetiva”.

Generalmente creemos que poseemos la conciencia de sí, es decir, que estamos conscientes de nosotros mismos, o en todo caso que podemos ser conscientes de nosotros mismos en el momento que lo queramos; pero en verdad "la conciencia de sí" es un estado que nos lo atribuimos sin ningún derecho.

La "conciencia objetiva" es un estado del cual no sabemos nada.

La conciencia de sí es un estado en el cual el hombre llega a ser objetivo para consigo mismo, y la conciencia objetiva es un estado en el cual entra en contacto con el mundo real, u objetivo, del cual ahora está separado por los sentidos, sueños y estados subjetivos de conciencia.

Se puede hacer otra definición de los cuatro estados de conciencia desde el punto de vista de LA POSIBLE COGNICIÓN DE LA VERDAD.

En el primer estado de conciencia, es decir, en el sueño, no podemos saber nada de la verdad.

Inclusive si nos llegan algunas percepciones o sentimientos reales, estos se mezclan con los sueños, y en el estado de sueño no podemos distinguir entre los sueños y la realidad.

En el segundo estado de conciencia, es decir en el sueño despierto, sólo podemos conocer la verdad relativa, y es de allí de donde viene el término "conciencia relativa".

En el tercer estado de conciencia, o sea en el estado de conciencia de sí, podemos conocer toda la verdad sobre nosotros mismos.

En el cuarto estado de conciencia, es decir en el estado de conciencia objetiva, se supone que somos capaces de conocer toda la verdad sobre todas las cosas; podemos estudiar "las cosas en si mismas", "el mundo tal como es".

Esto está tan lejos de nosotros que ni siquiera podemos pensar sobre ello de manera apropiada, y debemos tratar de comprender que hasta los vislumbres de conciencia objetiva sólo pueden llegar en el estado plenamente desarrollado de conciencia de sí.

En el estado de sueño podemos tener vislumbres de conciencia relativa.

En el estado de conciencia relativa podemos tener vislumbres de conciencia de sí.

Pero si deseamos tener períodos más prolongados de conciencia de sí y no meramente vislumbres, tenemos que comprender que éstos no pueden producirse por sí mismos, necesitan acción voluntaria.

Esto quiere decir que la frecuencia y la duración de los momentos de conciencia de sí dependen del dominio que uno tenga sobre sí mismo.

Quiere decir entonces que la conciencia y la voluntad son casi una sola y misma cosa, o en cualquier caso aspectos de la misma cosa.

Debemos comprender ahora que el primer obstáculo en el camino del desarrollo de la conciencia de sí en el hombre es su convicción de que ya la posee, o en cualquier caso, de que la puede tener en el momento en que lo desee.

Es muy difícil persuadir a un hombre de que no está consciente, ni de que tampoco puede ser consciente a voluntad.

Es particularmente muy difícil porque la naturaleza hace aquí una jugarreta muy graciosa.

Si se le pregunta a un hombre si está consciente, o si se le dice que no está consciente, contestará que si lo está, y que es absurdo decir que no lo está, porque lo está oyendo y lo comprende.

Y tendrá toda la razón, aunque al mismo tiempo esté totalmente equivocado.

Esta es la jugada que le hace la naturaleza.

Tendrá razón porque su pregunta o su observación lo habrá vuelto vagamente consciente por un instante.

Un momento después la conciencia desaparecerá.

Pero recordará lo que usted le dijo y lo que él contestó, y por supuesto considerará que está consciente.

En realidad el adquirir la conciencia de sí significa un prolongado y duro trabajo.

¿Cómo podría un hombre estar de acuerdo con trabajar así, si cree que ya posee exactamente lo que se le promete como resultado de un prolongado y duro trabajo?

Naturalmente, un hombre no comenzará este trabajo ni lo considerará necesario, hasta que no llegue a estar convencido de que no posee ni conciencia de sí ni todo lo que esté relacionado con ella, es decir, la unidad o individualidad, el "Yo" permanente y la voluntad.
 
Quienes quieran cambiar su estado de conciencia necesitan una escuela.

Pero antes deben darse cuenta de su necesidad.

OUSPENSKY

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