CAMBIO DE MENTE…
Muchas cosas se han dicho sobre el cambio de mente —sobre
μετάνοια (METANOIA) en los Evangelios (tan equivocadamente traducido por
arrepentimiento) que sólo significa cambio de mente— y mucho se ha dicho acerca
de que el Trabajo puede suscitar en nosotros una nueva manera de pensar.
A aquellos que no comprenden que el Trabajo puede
suscitar en ellos una nueva manera de pensar, les aconsejo que reflexionen
sobre lo que el Trabajo dice.
¿Entienden lo que quiero decir?
¿Lo que dice el Trabajo?
Les aconsejaría que PENSARAN SOBRE SÍ MISMOS y sobre lo
que el Trabajo dice sobre nosotros mismos, y sobre la enseñanza que el Trabajo
imparte acerca de las cosas contra las cuales debemos luchar y cuál es el
objeto de esta lucha.
Por mucho tiempo el Trabajo permanece como algo externo,
en el pizarrón de la memoria.
Pero al cabo de un tiempo una persona suele darse cuenta
de que es muy cierto que está DORMIDA y tiene emociones negativas, etc.
O se da cuenta de otra cosa, de alguna otra IDEA que el Trabajo
enseña.
El Trabajo nos pide que PENSEMOS DESDE ÉL MISMO, que
tengamos una mente de Trabajo, una mente formada por las ideas del Trabajo,
para ver las cosas desde lo que enseña el Trabajo sobre NOSOTROS MISMOS, LOS OTROS Y LA VIDA.
Cuando el Trabajo se vuelve emocional y deja de estar en
el pizarrón, se encuentra uno confrontado con él.
Se presentan preguntas como ésta:
"¿He hablado equivocadamente?
¿He perdido mi día en la consideración interna?
¿Me he recordado a mí mismo?
¿Estoy identificado?
¿He hecho hoy algún esfuerzo de Trabajo?
¿Me he observado a mí mismo?
¿He salvado mis deudas?
¿He recordado mi propósito?"
Todas estas preguntas y muchas otras se levantan enfrente
de uno —entre uno y la vida externa—.
Se empieza a comprender entonces lo que significa pensar
de una manera nueva, tener otra mente.
Tener otra mente significa que las ideas del Trabajo
empiezan a levantarse entre usted y la vida.
Recuerde que pensamos desde nuestras ideas.
Significa que empezamos a percibir otra disciplina de
ideas, que se empiezan a sentir las influencias provenientes, del Trabajo y no
de la vida.
Todo esto comienza a mostrarnos cómo se puede tener una
mente de vida y una mente de Trabajo y que son dos cosas distintas.
Las dos son necesarias, pero son dos clases diferentes de
mente.
Durante mucho tiempo tenemos que tomar algunas cosas de
una manera y otras de otra manera.
Si se piensa desde el Trabajo acerca de alguna situación
se verá que se piensa de una manera por completo diferente de la que se
pensaría si se lo hiciera desde la vida.
Aquí, en este punto, empieza el Trabajo.
COMENTARIO SOBRE LA MENTE
Se hizo recientemente una pregunta acerca de la
importancia que se da a algo, y de la diferencia que existe entre no dar
importancia y ser indiferente. Repetiré la pregunta:
"Si no se da importancia a las cosas, éstas no nos
hieren. Al cabo de un tiempo, quizás, aprendamos esta importante lección
correctamente. Pero la mayoría de la gente cree que no dar importancia equivale
a ser indiferente. Hace mucho tiempo Ouspensky, en una reunión, dijo que ser
indiferente era uno de los peores estados de sueño en que se podía estar. ¿Qué
diferencia existe entre 'no dar importancia' y 'estar indiferente'?"
Nos han dicho que una de las peores cosas es ser
indiferente y el quid de la cuestión es establecer la distinción entre 'no dar
importancia' y 'ser indiferente'.
Ahora bien, damos importancia a las cosas según nuestra
mente.
El objeto del Trabajo es el de cambiar nuestra mente.
¿Qué es nuestra mente?
Imaginamos quizá que nuestra mente es infinitamente
flexible.
Sin embargo, nuestra mente tal como es, es una cosa
prefabricada, adquirida.
Por ejemplo, por medio de la educación nos dicen que
debemos pensar o imitar esto o aquello, y todo esto forma nuestra mente, la
mente con la cual andamos por la vida.
En este sentido, la mayoría tiene una mente rígida.
Nuestra mente adquirida es parte de nuestra Personalidad,
es decir, del lado adquirido de nuestra psicología.
Ahora bien, debemos comprender que este Trabajo comienza
con el cambio de la mente y esto significa cambiar nuestra manera de pensar sobre
todas las cosas.
Tal vez les hayan enseñado que deben preocuparse por
algo, y esto forma parte de su mente adquirida, y por lo tanto cuando sucede
esto o aquello le darán importancia, porque esto es su forma de mente.
Sentirán que deben darle importancia porque su mente fue
formada por lo que les han enseñado en cuanto a esto o aquello.
Así cuando una impresión cualquiera proveniente de la
vida exterior les golpea la mente, le darán importancia.
Pensarán en ello con arreglo a la mente que fue
establecida en ustedes, y de este modo no verán otra manera de encarar el
incidente que les ha sucedido, esto es, otra manera de darle importancia.
De hecho, nunca se les ocurrirá que no se necesita dar
importancia a una cosa de la manera en que lo hacen.
Digamos, por ejemplo, que les han dicho que cierta
persona es muy mala; entonces siempre se cuidarán de esa persona porque su
mente adquirida ha establecido en ella esa manera de darle importancia, esa
manera de tomar a la gente y de pensar sobre ella.
Ahora bien, uno de los grandes objetos del Trabajo es
hacer que pensemos de una nueva manera sobre todas las cosas, incluso sobre
nosotros mismos.
El Sr. Ouspensky acostumbraba a decirnos continuamente
que en cierto momento el objeto del Trabajo es hacernos pensar de una nueva
manera.
Esto quiere decir, tener una mente diferente.
Ahora bien, para pensar de una nueva manera es preciso
tener una nueva mente y esto significa que si pensamos de una nueva manera no
daremos importancia a las mismas cosas que antes.
El cambio de mente constituye la base de toda la
enseñanza esotérica que pertenece al período posterior a Cristo.
Hablando con mayor profundidad, ello se debe a que el
Hombre está tan encerrado, tan próximo a la muerte, tan dormido, que la única
cosa dejada abierta al esoterismo para que pueda ponerse en contacto con él es
el camino que conduce a la mente.
Por esta razón Cristo enseñó la μετάνοια (metanoia) o
cambio de mente, como punto de partida de su enseñanza esotérica, y cabe decir
en general que hoy nadie tiene posibilidad alguna de despertar o de
transformarse interiormente o de sentir nuevas influencias, si no es por la
senda de la mente.
La mente debe cambiar, es decir, la manera de dar
importancia a las cosas debe cambiar.
Por consiguiente conviene observar DE QUÉ MODO SE DA IMPORTANCIA A LAS COSAS porque la importancia que se da o deja de dar a las
cosas depende de la forma en que la mente las toma, ya sea por lo que nos han
enseñado, por los prejuicios y las actitudes admitidas, etc.
No obstante tomamos todo lo que ha sido fijado en la
mente como algo muy real, muy verídico y, de hecho, como única mente posible.
Pero mientras lo sigamos haciendo, nuestra mente no
cambia ni puede cambiar.
Cada persona tiene ciertos puntos de vista, ciertos
prejuicios mentales, ciertas ideas inculcadas acerca de lo que es justo y de lo
que es injusto, y mientras todas esas ideas permanezcan sin ser puestas en tela
de juicio por la persona misma mediante una atenta observación de sí —mientras
no sean observadas— dicha persona seguirá dando importancia a las cosas siempre
de la misma manera y no se dará cuenta de que las ideas del Trabajo intentan
cambiar su mente petrificada y hacer que el hombre piense de una manera por
completo nueva.
Porque si la mente está petrificada, nadie puede pensar
de una manera nueva.
Pensamos según la forma de nuestra mente.
Supongamos ahora que usted tiene una mente fija y
limitada; luego, observará las cosas de un modo fijo y limitado.
Por ejemplo, encontrará justo preocuparse por esto o
enojarse por aquello, o sentirse deprimido por otra cosa, y así sucesivamente.
Dará importancia a todas esas cosas.
¿Por qué les da importancia?
Les da importancia porque su mente trabaja de este modo.
Les da importancia porque le han enseñado esas cosas, esa
manera de dar importancia a las cosas.
Ahora bien, la mente es una cosa infinita, y esa cosa a
la que llamamos mente y que Vd. ha adquirido, no es en absoluto la mente total.
Se asemeja más bien a un montoncito de piedras en una
extensa llanura.
Es algo muy pequeño y arbitrario, una cosa adquirida sin
haberlo pensado por sí mismo.
Una de las piedras puede ser suya, pero el resto fue
adquirido.
Nos han enseñado a hacer un montoncito de piedras y a
considerarlo como si fuera toda la mente con todas sus infinitas posibilidades
de comprensión y discernimiento.
Cuando la mente es herida por algo que no podemos tomar
en consideración, decimos:
"¡Basta!" o nos enfurecemos porque sólo
dejamos penetrar a través de una pequeña hendidura ciertas cosas que
corresponden al montoncito de piedras que llamamos nuestra mente.
De modo que andamos por la vida, por así decirlo, con un
minúsculo instrumento que fue creado en una forma más o menos CASUAL y
recibimos toda la vida con ese minúsculo e inadecuado instrumento, ese
montoncito de piedras.
Ahora bien, ¿de qué modo damos importancia a las cosas?
¿Ha notado de qué modo da importancia a las cosas?
¿Está satisfecho con su manera de dar importancia a las
cosas o podría hacerlo diferentemente?
Si lo ha advertido, entonces se está acercando al punto
en que le será posible cambiar su mente actual y tener una nueva mente.
Para cambiar la mente son necesarios nuevos
pensamientos.
Qué difícil es cambiar nuestra mente.
Una de las razones es que nunca observamos nuestra mente
ni cómo damos importancia a las cosas ni por qué les damos importancia de la
manera en que lo hacemos.
Damos por supuesto nuestro intelecto y de este modo
nuestra manera de dar importancia a las cosas.
Creemos que nuestras preocupaciones no tienen nada que
ver con nuestro intelecto y la manera en que se formó.
Somos capaces de advertir que damos importancia a las
cosas, pero no lo conectamos con la clase de mente que tenemos.
De hecho, no sabemos que tenemos una mente con una forma
particular.
No atacamos nuestra mente, no sospechamos de nuestra
mente.
Todos nuestros hábitos mentales no son para nosotros
hábitos, sino verdades.
Para nosotros son justos.
No puede haber otro punto de vista.
Somos incapaces de contemplarlos como hábitos.
Esto es lo trágico.
Por eso no podemos ver que muchas cosas a las que damos
tanta importancia son debidas a invisibles hábitos mentales.
"Claro está que hemos de preocuparnos, claro está que
hemos de pensar que tal cosa es imposible".
Claro está que diremos que nunca hemos oído hablar de tal
cosa.
Diremos "¡Basta!", "¿Yo? ¡Jamás!",
etc.
¿Y por qué?
Porque tomamos nuestros hábitos mentales como verdades,
como normas fundamentales, sin siquiera darnos cuenta de que son hábitos
mentales que hemos adquirido insensiblemente durante un largo periodo, de
hecho, durante el prolongado y oscuro periodo que inevitablemente transcurrió
—la Edad Media— antes de que empezáramos a pensar por nosotros mismos sobre
nosotros mismos, acerca de la vida, y de por qué hacemos y decimos las cosas
que hacemos y decimos, y acerca de lo que somos.
Es en verdad muy difícil darse cuenta de la propia
mecanicidad en los 3 centros.
Podemos notar nuestra mecanicidad en el Centro Motor,
pero se necesita mucho tiempo para que la mayoría de las personas se dé cuenta
de su mecanicidad en el Centro Emocional y en el Centro Intelectual, esto es,
sus hábitos emocionales e intelectuales.
Ahora bien, el Trabajo toma como punto de partida la
mente o Centro Intelectual y por esta razón su modo de aproximación es llamado
psicológico.
No comienza desde el punto de vista del Faquir,
torturando al cuerpo, ni desde el punto de vista del Monje, rompiendo las
emociones.
Empieza con el entendimiento tal como lo hacen los
Evangelios.
Comienza con el cambio de la mente, con ver las cosas de
un modo diferente, con una nueva enseñanza, con nuevas ideas.
A no ser que esto tenga lugar, a no ser que empecemos a
vernos, mentalmente, a nosotros mismos y a la vida de un modo nuevo, no podemos
esperar trabajar sobre los otros centros excepto de un modo puramente falto de
inteligencia.
Puedo pasarme todo el día de cuclillas; puedo rechazar el
alimento; puedo someterme a los mayores tormentos físicos como lo hace el
Faquir, pero el resultado no tendrá utilidad alguna porque no estará vinculado
con mi COMPRENSIÓN, por tanto no me llevará a ningún desarrollo interior.
Pero si empiezo por mi intelecto y observo de qué manera
doy importancia a las cosas, y me pregunto por qué doy importancia a las cosas
de esta manera, y pienso en el Trabajo, empezaré a tener la percepción interior
de la cosa que siempre presupuse que era indiscutiblemente yo mismo y que
siempre tenía razón, la cosa a la que llamo mi intelecto.
Empezaré a ver que mi mente, tal como es, el montoncito
de piedras, es una cosa ridícula, limitada y que es imposible decir de ella que
siempre tiene razón.
De hecho, empezaré a ver que mi mente muchas veces se
equivoca y que todas mis ideas también están equivocadas y que, en cierto
sentido, tengo que liberarme de esta forma de mente, de esta limitada manera de
pensar sobre todas las cosas de darles la importancia que les doy.
¿Se imagina que en el momento en que da tanta importancia
a las cosas aparezca una persona y le diga:
¿No ve que usted da demasiada importancia a las cosas
porque hay ALGO QUE NO ANDA EN SU ENTENDIMIENTO y usted entiende mal y tendría
que cambiar su entendimiento y pensar de una manera completamente nueva acerca
de esa cosa a la que estúpidamente da tanta importancia?
No cabe duda que usted se molestará.
Ahora bien, trate de examinar más profundamente la
cuestión y ver por qué da tanta importancia a las cosas, y comprenderá que se
debe a que hay algo en su intelecto que le hace pensar de ese modo, algo en sus
pensamientos, que sólo proviene de su intelecto, tal como es, porque mientras
su intelecto esté formado de ese modo, siempre producirá la misma clase de
pensamientos.
Quiero decir, INTENTE VER de qué manera da importancia a
las cosas, en virtud del "montoncito de piedras" al que toma como el único
intelecto que puede tener.
Recuerdo que una vez Gurdjeff nos hizo gritar
desaforadamente:
"YO PUEDO TRABAJAR".
Ahora bien, cuando se da demasiada importancia a una
cosa, basta gritarse a sí mismo:
"Yo puedo trabajar", y examinar qué significa
el Trabajo en tal momento.
Esto es, convoque la mente de Trabajo.
Todo ello significa que es preciso OBSERVAR más
profundamente cuáles son los PREJUICIOS e ideas que nos enseñaron en el pasado
que ahora nos hacen prestar importancia a las cosas tal como lo hacemos.
Maurice Nicoll
No hay comentarios:
Publicar un comentario